Hace tiempo que leo a Kafka con obsesión. Cada libro que leí tenía un prólogo. Y cada prólogo una biografía, pequeña o extensa, de Kafka. Quizás por mi condición de madre, tal vez porque siempre me duelen los niños o porque nunca soporté bien que se pase por la muerte como por una vidriera, en cada biografía me violentó el modo en que están nombrados los hermanitos muertos de Franz. El padre sever