Querides lectores:

Completando la trilogía, que se inició el sábado 3/8 en clave tanguera con A media luz  y continuada el sábado 10/8 en clave rockera con Rock hasta que se ponga, hoy le toca el turno al cine, aunque creo que ninguna de las tres disciplinas puede explicarnos esta psicosis donde el rey león nos presenta esta pesadilla de Freddy porque es un satánico doctor NO, un joven manos de tijera y un joven Frankenstein al mismo tiempo.

Dicen que la vida es bella... Será la vida de los otros, porque en el país de las sombras largas se está viviendo el infierno tan temido, las últimas imágenes del naufragio, el Ragnarok.

Recordemos la historia sin fin:

Después de Cristina, allá lejos y hace tiempo, un día, un gato, que era un novato en la mafia, fue el dormilón que nos transformó en pasajeros de una pesadilla. Vino para quedarse y nos prometió plata dulce. Él creía en las ideas de un hombre llamado caballo, pero nos llevó en el Titanic al fondo del mar. Vino con sus granujas de medio pelo, la banda de la mala pata. Cometió crímenes y pecados. Era un hombre irracional que decía tener contacto en Francia porque había pasado una medianoche en París, pero ni siquiera conocía a la amante del teniente francés; mucho menos, a la inglesa romántica. Finalmente le llegó la caída, después del año que vivimos en peligro. ¿Qué hacía cuando se cortó la luz?: nos mostró el lado oscuro del corazón. Robó, huyó y no lo pescaron. ¿La guita? ¡Lo que el viento se llevó!

Entonces, creíamos que se venían las venganzas de Beto… Fernández, un lugar para vivir, que la clase obrera iría al Paraíso. Que era un hombre serio, no el bufón del rey. Que iba a volver Juan que reía, los compañeros y la sonrisa de mamá. La cosa más dulce… o al menos la tregua. Pero vinieron las sorpresas, que fueron sueños de seductor. Las aguas bajaron turbias sin lugar para los débiles, no hubo justicia para todos, el plan perfecto terminó en el abismo. Los todopoderosos, vivían y dejaban morir.

Vino la epidemia, el atentado, la fiaca, las mujeres al borde de un ataque de nervios, el laberinto de pasiones, y finalmente, por más que estuviéramos esperando la carroza, fue un regreso sin gloria y dejamos la asignatura pendiente como un recuerdo del futuro.

Y al final… ¡Dime que no es eso! Insólito destino de la historia oficial: ¡volvimos al planeta de los simios, donde los doce monos ocupan las doce sillas!

Entonces, después de hora, antes que amanezca (que no es poco), vino él, el graduado de la loca escuela del desorden, a traer Kaos; junto a ella, la serpiente con piel de mujer de mis pesadillas, Conan el bárbaro y los perros de paja. ¡Mamma mía! ¡Juntos son dinamita!

Él es un rey por inconveniencia, y con su banda de los perros asaltantes se cree un Terminator, un depredador, un león en invierno..., pero no llega a ser un ratoncito difícil de cazar.

En esta Belle Epoque sin recuerdos ni memoria, donde el sentido de la vida son los bajos instintos y los nuevos monstruos de la inteligencia artificial, los aristogatos se creen en tiempo de revancha. Al grito de "¡Para nosotros, la libertad!" sueltan los demonios vestidos de azul, los inútiles que parecen nacidos para matar.

En vez de estar bajo el signo de la patria, de hablar de la entrega del petróleo sangriento, la conversación es solo sobre todo lo que usted siempre quiso saber acerca del sexo pero temía preguntar.

Los reyes del mambo, los desconocidos de siempre, son perros de la calle en tiempos violentos. No hay estado de sitio, pero la clase gobernante tiene sed de mal. Esta pesadilla de Freddy II solo se vive dos veces, pero el regreso de los muertos vivos al poder de las tinieblas nos provoca pánico en el parque, porque no les importa pasar a la historia como bárbaros (tal vez debamos prepararnos para estar juntos un tiempo indeterminado, si la cosa funciona).

Son sicarios de las pandillas de Nueva York, de Wall Street, que quieren la parte de león. Son asesinos por naturaleza, francotiradores detrás de la puerta por un puñado de dólares más. Son los dueños del miedo, del crepúsculo al amanecer, a la pálida luz de la luna, mientras bailan la danza de los vampiros y corren la carrera del siglo para atrapar al ladrón (en realidad, a los sospechosos de siempre). Corren a los negros y blancos en color, de profesión sospechosos, para ponerlos bajo el peso de la ley y sacarles secretos y mentiras, gritos y susurros, aunque se presuman inocentes. El silencio de los inocentes quedó enterrado vivo en el Novecento.

El ciudadano pobre pero honrado se siente atrapado sin salida, perdido en la noche, solo en la madrugada, al borde del abismo en esta trampa mortal para un hombre solo y la piel que habita. Nos ven feos, sucios y malos si no estamos vestidos para matar.

Después está el conformista, el bastardo sin gloria, que no sabe cómo robar un millón de dólares pero sueña con tener un plan simple para el robo del siglo. Es un burgués pequeño pequeño con la elegancia del erizo, el último traje gris, los dos pies en un mismo zapato. Alto, rubio, con un zapato negro y la zapatilla roja, o la sandalia del pescador…, lo que se dice el discreto encanto de la burguesía agitando el fantasma de la libertad. Espía por error, el hombre equivocado que sabía demasiado poco. Puras mentiras que matan.

Cuando en nombre del hijo les pregunten: “¿Qué hiciste tú en la guerra, papá?”, quizás dirán que estuvieron rescatando al soldado Ryan, destruyendo el puente sobre el río Kwai, siendo un verdadero gladiador en esa competencia desleal, para que sus hijos digan: “¡Mi papá es un héroe!”, pero la verdad desnuda es que no pelearon ni en la guerra de las aceitunas. A la hora señalada, papá salió en viaje de negocios, se tomó el tren de las tres y diez para mandarse el gran escape. ¡Mentiroso, mentiroso, te hacés el guerrero silencioso, el santo de la espada, el todopoderoso, pero sos el cómico de la familia!

Cuando el destino nos alcance, no habrá más penas ni olvido, y si el pequeño gran hombre, el americano quieto que busca su destino, grita "¡Viva Zapata!", puede ser que en mi dulce pueblito vuelvan aquellos buenos viejos tiempos, en los que conocerás al hombre de tus sueños o a la mujer de tu vida.

Nadie sabe si este será el último duelo, si un día muy particular descubriremos que no nos habíamos amado tanto, si tendremos un lugar en el mundo para que sea digno de ser, o si estas serán las últimas imágenes del naufragio, los relatos salvajes, el apocalipsis now.

Ojalá antes del anochecer haya lugar para una vida iluminada y podamos superar la odisea del espacio de este mondo cane con una historia de amor, algo gracioso que ocurra camino al foro, y así, sin testaferros, sin preguntarnos: "¿Qué he hecho yo para merecer esto?", podamos vivir la condición humana y entonar la canción de los nombres olvidados en el tren de la vida, sabiendo que aunque hoy espera la oscuridad detrás de un vidrio oscuro, el mañana nunca muere.

Sugiero acompañar esta columna con el video de Rudy-Sanz “los fantasmas de Menem”, parodia del tema de Serrat “Los fantasmas del Roxy”: