En los últimos años, a partir del impacto de una serie de crisis y cambios simultáneos y superpuestos, se profundizaron en la sociedad argentina una serie de manifestaciones locales de un fenómeno global. La llegada de Javier Milei a la Presidencia de la Nación, un representante de la derecha radical (internacional), es un emergente más de este fenómeno con implicancias sociales, políticas y electorales.

Para resumirlo en dos palabras que extreman un argumento, una novedad electoral es que “el nuevo territorio” son el género y la edad. Donde antes teníamos un importante peso del nivel socioeconómico en el voto, lo cual se traducía en que el lugar de residencia -una ciudad o un barrio donde viven grupos de mayores o menores ingresos- permitía entender cómo se expresaba políticamente una comunidad, hoy el género y la edad son aspectos que no podemos dejar de lado para entender en qué se parecen y en qué se diferencian diversas visiones del mundo.

¿Esto quiere decir que lo territorial no tiene importancia? Para nada: en este momento la provincia de Buenos Aires y en particular el Gran Buenos Aires, pero también la Ciudad de Buenos Aires, son territorios donde Milei reúne menos nivel e intensidad de apoyo que en otros territorios. Pero la mutación que se vive tiene un elemento sobre el que queremos enfatizar.

Para ir “bajando” esta idea a lo concreto, hay un grupo que se mueve en sus opiniones de manera notoriamente diferente al resto: los varones jóvenes. Son estos varones los que están principalmente en la base de las expresiones de derecha radical (global) en distintas partes del planeta. Son estos varones los que están sosteniendo el apoyo a Milei en la Argentina. Y son estos varones jóvenes el grupo más intenso de toda la sociedad en ese empuje político.

Una encuesta que realizamos a nivel nacional en julio de este año en conjunto con los equipos de investigadores de SocPol de la Universidad Nacional de Quilmes mostró, por un lado, una brecha entre las opiniones en general de varones y mujeres. Así, por ejemplo, cuando consultamos si Milei es un dirigente creíble, el impacto es muy diferente según el sexo. Los varones que “le creen mucho” suman 17 puntos porcentuales más que las mujeres que le creen mucho.

Pero las diferencias se profundizan para los varones de entre 18 y 30 años que, por ejemplo:

- Evalúan de manera positiva a la gestión de Milei 21 puntos porcentuales más que el promedio de la sociedad.

- Evalúan de manera positiva la política del gobierno en el control de la inflación 24 puntos porcentuales más que el promedio de la sociedad.

- Se identifican con La Libertad Avanza 28 puntos porcentuales más que el promedio de la sociedad.

Esa gran brecha, que se expresa con mayor o menor intensidad en temas puntuales de la gestión de gobierno y valorativas, es aún mayor cuando se contrasta no ya contra el promedio social sino contra las mujeres. Y es más profunda con algunos grupos de mujeres, en particular con el de 30 a 49 años.

La evaluación positiva de la gestión de Milei cae nada menos que 36,5 puntos entre esas mujeres (¿esas madres? ¿esas jefas de hogar?), en comparación con los varones jóvenes.

La evaluación positiva de la política del gobierno en el control de la inflación tiene una brecha de 42,9 puntos entre los varones jóvenes y esas mujeres adultas. Son grupos que viven e interpretan la realidad como si fueran muy diferentes.

Como vemos, aquí los únicos que parecen estar en una posición extrema y “pasados tres pueblos” son estos varones jóvenes.

Yendo al cuadro más amplio, si tuviéramos que decirlo rápidamente, los varones jóvenes son oficialistas y las mujeres adultas son opositoras. Esto es algo que no había ocurrido de esta manera, con este grado de intensidad, consistencia y magnitud en ningún otro momento político de la Argentina reciente.

En los años de los gobiernos kirchneristas y más allá, se podía señalar que el voto cercano al macrismo era de mayor edad que el que era cercano al peronismo. Al mismo tiempo, se concentraba en las regiones de la Argentina más prósperas.

Pero aquí y ahora estamos ante un núcleo de apoyos de jóvenes varones que es transversal a los ingresos y los territorios.

También es interesante pensar si este fenómeno se da (únicamente) como un “boomerang” o reacción del avance que tuvo en años anteriores el Movimiento de Mujeres, los feminismos o también influyen los efectos psicológicos y/o sociológicos de la pandemia o los cambios en la subjetividad producto de la digitalización creciente de los vínculos, por enumerar solo algunas hipótesis detrás de estas transformaciones.

Y aquí podría pensarse que así como está el ying de los varones jóvenes, está el yang de las mujeres y más específicamente de las mujeres adultas. Si esto es así, ningún movimiento opositor puede prescindir de las dudas, malestares, temores y broncas de esas mujeres. No hacer como que ellas no existen. Al contrario, probablemente debería tratar de representar cada uno de sus sentimientos. Y eventualmente lograr amplificarlos para que se escuchen más.

Del otro lado, al gobierno de Javier Milei no le conviene nada que esa voz de las mujeres se escuche más alto, más lejos y más fuerte. Y sí debería interesarle que el grito de esos varones jóvenes -hoy cercanos a las posiciones extremas y agresivas de Milei- lo tape todo.