Portada del libro de Ugarte y Sánchez sobre Gabo Ferro

“Poeta vitalista y de barricada, a medio camino siempre entre Artaud y Bukowski, entre Vallejo y Carver”. Así define el periodista Martín Pérez a Vicente Luy a horas de su muerte. Gabo y el poeta cordobés compartieron la experiencia de Los Verbonautas cuando la poesía y el rock se fundieron a contrapelo del mandato menemista de mediados de los 90. Luy había heredado de su abuelo una fortuna considerable que le permitió ser –sin querer serlo– el mecenas de dos discos bisagra en la escena musical porteña de principios del siglo xxi. Fue el capitalista generoso de la columna central de la nueva o emergente camada de cantautores que nació en el contexto del pos-2001. Luy fue el encargado de financiar –básicamente porque era amigo y le encantaba la música que hacían– las horas de grabación del exquisito Flopa Manza Minimal (2003), disco del trío que conformaban Flopa Lestani, Mariano “Manza” Esain y Ariel Minimal. Y también le prestó el dinero a Gabo Ferro para grabar su primer disco solista, Canciones que un hombre no debería cantar, publicado en 2005. “Vicente siempre fue el poeta que fue. Tremendo. Siempre fue el individuo que fue. Tremendo. Nos adorábamos. Y era muy generoso”, dice Gabo.

“Me acuerdo de que Vicente se contactó con Gabo y le propuso hacer un autorreportaje para subir a la página de Internet. Gabo lo hizo y se lo pasó. Vicente entonces le dijo: ‘Loco, ¿por qué no estás haciendo nada vos?’”, recuerda Hernán. El poeta detalla el espíritu de ese ejercicio: “Libertad total. Te podías preguntar lo que siempre quisiste que te preguntaran o cualquier cosa que quisieras contar. Era un ejercicio literario bastante complejo en algún punto. Gabo siempre dijo que esa experiencia de escritura fue algo lo que lo motivó para empezar a componer y preguntarse qué quería”.

La mención del disco Flopa Manza Minimal no es gratuita. La experiencia del trío a Gabo lo marcó. Por un lado, se dio cuenta de que las lógicas de producción de la industria habían cambiado. Ya no hacía falta contar con un gran presupuesto ni adecuarse a las imposiciones de las discográficas para conectar con un público, lograr cierto reconocimiento y construir una obra artística. Alcanzaba con tener una computadora y un programa de grabación. Y algo para contar, claro. La nueva era tecnológica permitía acceder a herramientas para la producción musical de manera más accesible y económica. Internet comenzaba a convertirse en un servicio masivo y popular. Un nuevo escenario le daba una inyección de vitalidad a la producción independiente. Además, Gabo descubrió en escena a tres artistas que dejaban por un rato sus bandas con sonido eléctrico y ahora, solo con sus voces y guitarras criollas, podían grabar y presentar en público sus canciones. ¿Qué más?

El trío se formó de casualidad en 2002 cuando los ex Martes Menta (Minimal y Esain) se reunieron con Flopa Lestani para tocar en vivo su tema “Sonajeros”. La historia rescata que, en octubre de ese año, durante un show en Morón el poeta Vicente Luy les ofreció financiar el primer disco. Lo grabaron en el verano de 2003 y empezaron a presentarse en vivo. Los shows más recordados son los que realizaron en el Centro Cultural General San Martín.

“Gabo se arrimó en esa época cuando estábamos tocando con Ariel. Estaba empezando a hacer canciones, a fines de 2004”, enmarca Flopa. “La primera vez que escuché los temas, que después irían al primer disco, en la casa de Ariel, se me cayó la mandíbula al piso. Salió con ‘El amigo de mi padre’, ‘Calvas margaritas’, ‘Sobre madera rosa’. Y dije: ‘¡Este es extraterrestre! ¿De dónde salió?’. Él venía muy tímido también, se había ido de la escena musical y volvía con algo diferente; ya se había configurado todo de otra manera y estaba un poco perdido. No veía cómo encajar. Estaba el Ciclo Nuevo en el San Martín, ahí presenté mi disco, Gabo alguna vez me dijo: ‘Verte a vos con una guitarra me animó. Yo puedo salir con esto y una guitarrita y defenderme’. ¿Defenderte? Con la guitarra venía con lo básico: do, sol, re, la, pero con la voz podía hacer lo que quisiera y se abría otro mundo. Y las letras eran una cosa toda laburada, hermosas”.

Gabo y Flopa vivían cerca y enseguida entablaron una amistad. Juntadas con charla, mate, canciones y más canciones. Los había presentado a fines de 2003 el poeta Hernán en la Casona del Centro Cultural de Parque Avellaneda, en el marco de un evento de poesía. Flopa estaba abrazando el reconocimiento del under y de cierta escena que encontraba en el trío Flopa Manza Minimal la oxigenación que precisaba la música pos crisis de 2001. “Lo conocía de haberlo visto en Porco. La última vez que lo había visto fue en el Rojas, con el pelo largo, y me había gritado en la cara. Había salido como un demonio debajo de la butaca. Me dio miedo. Y ahora me presentaban a un señor de barbita, prolijito, con una voz suavecita”, recuerda Flopa.

ACÁ ESTAMOS

El 10 de julio de 2004 coincidieron dos de los mundos de Gabo: la historia y la música. Gabo había asistido a un congreso de historia y al mismo tiempo se desarrollaba una feria de discos independientes donde estaba Minimal con los Pez y su proyecto discográfico Azione Artigianale. “Era un evento en el San Martín, en la sala AB, en el primer piso. Me viene a encarar. ‘¿Te acordás de mí?’. Yo no sabía quién era. ‘Gabo’, me dice. ‘Ahhh, qué hacés’. Tenía lentes, otra onda”. Así recuerda a la distancia Ariel Minimal el reencuentro con Gabo. A los pocos días se encontraron, guitarra en mano, en la casa de Minimal en Boedo. El primer disco se armó en esa misma casa. Cuando estuvo listo el repertorio se hizo una presentación con diez o quince amigos y amigas entre empanadas y vino. “Él había venido con un repertorio casi folklórico. Lo que armamos fue esa situación él y yo en guitarras. Le dije a Pepo, que estaba en Pez, que toque el piano, y Gabo trae a Rogelio Jara”.

Hernán, que también estuvo presente, cuenta: “Recuerdo una noche ir a la casa de Ariel y estaba Gabo y nos mostró los temas. Estaba Alejandro Lingenti, Fabián Casas y creo que Flopa, y nos tocó todo el primer disco. Ariel hacía los arreglos de guitarra; se puso a disposición de Gabo”.

En 2004 comenzó a tomar forma el retorno de Gabo a la música. Contó principalmente con el apoyo de Ariel Minimal, de Flopa y de la cofradía de Azione Artigianale, el sello independiente de los Pez. “Él manifestó su intención de hacer música. Lo único que hicimos fue decir ‘acá estamos’. ‘¿Tenés canciones? Dale, vamos a hacerlas’”, rememora Minimal.

La primera presentación en vivo y ante público de los temas de Gabo, luego de aquel encuentro privado en la casa de Minimal, fue organizada por Hernán en la Biblioteca Popular Norberto Galasso, en Merlo. Aquel sábado 27 de noviembre de 2004, bajo el título “Poemas y canciones volumen 1”, se presentaron con entrada libre y gratuita.

“Vi que había una biblioteca a la vuelta de donde vivía. Llevé mis libros y dije: ‘Qué buen lugar. Me gustaría hacer algo de música, lecturas...’, cuenta Hernán. “Era un patio muy lindo, con un perro que ladraba todo el tiempo. Ariel tocó sus canciones, yo toqué las mías y Gabo las suyas. Luego hicimos algunas canciones juntos”, recuerda Flopa.

En la crónica para Radar titulada “La (primera) reinvención en el indie”, de Cecilia Di Genaro, quien fue manager de Flopa en ese momento, recuerda: “A Gabo lo conocí en 2003, un sábado al mediodía en que Flopa organizó un asado en su terraza de la calle Baldomero. Vestía como siempre, como comprobé más tarde que sería su uniforme para la vida: musculosa blanca de rib (esa de mercería que usan los abuelos), jeans gastados y All Stars negras. Flaco, pero buenos brazos, boca inmensa, nariz ínfima, ojos chinos. Contaba que había tenido una banda, Porco, pero que hace rato no tocaba y que ahora quería hacer algo completamente distinto. Dudaba. No sabía si se animaría”.

Y Di Genaro describe esa escena que contagiaba creatividad en bares, teatros y sótanos cuando amanecía este siglo. “Era la verdadera crème de los 2000 y no había regímenes de exclusividad. Estaba pasando lo mejor que podía pasar y estábamos ahí, flasheando, a pesar del corralito, de todos esos presidentes en una semana, de la debacle económica, de los índices de desocupa- ción, de todo lo que había pasado en los últimos años y de la mar en coche. Había algo en esa energía demoledora del arte de hacer canciones que me producía una fe inmensa en la humanidad”.

La pertenencia a esa cofradía animó su vuelta a los escenarios. Si otros pueden, ¿por qué yo no? Y relata una anécdota. Fue la segunda presentación ante el público, esta vez en La Plata, un sábado de diciembre de 2004. “Flopa tocaría en La Plata un sábado a la noche y Gabo debutaría como su telonero. En cuestión de días Gabo tenía una producción de más de diez canciones nuevas, una más increíble que la otra. La noche estaba helada y lo pasamos a buscar por su casa de Mataderos junto a Silvio, su pareja. Cargamos la guitarra en el baúl y tomamos la autopista. Llegamos a un teatro chiquito, la sala tenía piso de madera y no había escenario. Simplemente estaba la silla para Flopa o para Gabo. Nosotras estábamos ahí con Gabo y teníamos muy claro que no era una noche cualquiera. Gabo iba a tocar esas canciones increíbles, con esa voz increíble, con esa cosa performática increíble y entonces algo iba a cambiar. La gente se iba a caer de culo. No teníamos dudas. Pero Gabo nos decía que le temblaban las manos, que no sabía si iba a poder. Y claro, porque para él todo pasaba por ese tamiz de la solemnidad, esa cosa majestuosa, le ponía un acento dramático a todo lo que era importante. Nosotras agitábamos, Flopa le decía que no era tan tremendo, que era solo cuestión de salir. Así que salió. Salió y fue brillante. Salió y el mundo se quedó mudo para escucharlo. Salió y todos se cayeron de culo”.

Gabo Ferro (Foto: Fernando Lendoiro)

NI TRÍO NI PEZ

A fines de 2004, Gabo volvió a los escenarios en un formato más austero: guitarra y voz. “Me parecía una quijotada al comienzo, que no le iba a interesar a nadie. Pero se generó una cosa tan inédita que decido grabar”, sostuvo Gabo. Según relata en una nota en 2005, también le debe parte de este regreso del exilio a “una invitación muy amorosa que me hizo Ariel Minimal”.

Minimal, Flopa y Gabo compartieron varias fechas en el auditorio del Bauen entre diciembre de 2004 y el verano de 2005. También Gabo se presentaba en unos shows muy íntimos junto a Flopa en un hostel en Palermo que se llamaba Casa Jardín. En un momento, existió la posibilidad de conformar un trío. ¿Un nuevo capítulo del iniciático Flopa Manza Minimal? Algunos problemas internos entre Manza y Minimal decretaron el fin del trío. La idea era sumar a Gabo a la propuesta de un trío en paralelo a sus respectivas carreras solistas. “Hicimos un par de ensayos. No funcionaba. Porque los componentes químicos eran distintos. Nunca pasó de la etapa de ensayos, algo tengo grabado por ahí”, revela Minimal.

“Después de que con el trío dejó de fluir, porque Ariel y Manza se estaban sacando chispas, Gabo arrimó el bochín. De hecho, ensayamos un par de veces, hacíamos un ‘Flopa, Gabo, Minimal’”, suma Flopa al respecto. “Pasamos temas de cada uno, pero no fue la misma química que con Manza y quedó ahí. Costaba, porque el trío necesitaba, sobre todo en el tema de las voces, que nos pusiéramos todos al servicio de la canción y Gabo era muy adelante, costaba hacer algo parejito. Igual era alucinante cantar con Gabo porque te llevaba a lugares alucinantes. Con él sentía que cantaba mejor, porque te exigía llegar a otro lugar desde lo vocal. Te dabas cuenta de que estaba bueno, pero había algo que no terminaba de cuajar”.

Al mismo tiempo, casi en simultáneo al retorno de Gabo a la música y a la creación de Canciones que un hombre no debería cantar, y al intento de conformar el trío Flopa Gabo Minimal, fue convocado por Minimal para ser la voz principal de Pez. “Yo siempre tengo la fantasía de no cantar más en Pez y nunca termina de ocurrir”, confiesa Minimal. “Esa vez se lo ofrecí y durante un par de horas fue una posibilidad. Él aceptó: ‘Qué grosso, qué honor, no lo puedo creer’. A las cinco horas me llamó y me dijo: ‘Lo estuve pensando y Pez sos vos, lo tenés que hacer vos y yo debo seguir con lo mío’. Se bajó”, recuerda Minimal. “El que no vio a Porco en vivo no lo sabe. El que conoce solo su etapa solista lo vio parado con su guitarra, oficio de cantor, pero con Porco era un showman, un actor, era otra historia. Yo quería ceder ese lugar de frontman, pero Gabo la vio solo un par de horas”.