Desde Brasilia

¿Naufragó Brasil en su ambición de facilitar el diálogo entre el gobierno y la oposición venezolanos?.

Una primera respuesta dirá, sin margen de duda, que Luiz Inácio Lula da Silva sufrió su peor derrota la semana pasada cuando el presidente Nicolás Maduro y la líder opositora, María Corina Machado, rechazaron de forma tajante (a pesar del antagonismo existente entre ellos) la propuesta de realizar nuevas elecciones para superar la crisis surgida después de las elecciones del 28 de julio.

Sugerencia completada con la idea, también lanzada por Lula, de formar un gobierno de coalición y la exigencia – ésta realizada hace dos semanas- de que sean presentadas las actas de los comicios.

Después del veto de Maduro y Machado a los planteos brasileños llegó, el viernes, el del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), durante una de sus conferencias de prensa "mañaneras" a las que asiste medio México. Hablando en el Palacio Nacional pidió aguardar el veredicto de la justicia venezolana sobre la reelección de Maduro (reconocida por el Consejo Nacional Electoral y rechazada por la oposición que denunció fraude) en respeto a la autodeterminación y la no injerencia en los asuntos internos de cualquier país. Dos principios pétreos para los mexicanos desde la institucionalización de la casi centenaria Doctrina Estrada.

Troika disminuida

Fuentes del Palacio del Planalto, en Brasilia, habían informado el lunes sobre una inminente comunicación telefónica de Lula con AMLO y el mandatario colombiano Gustavo Petro de la que saldría un borrador a ser presentado al gobierno caraqueño. Se habló, incluso, de una reunión a distancia de los tres presidentes con Maduro.

Esa iba a ser la segunda reunión telefónica de la troika , Lula-AMLO-Petro, nacida el primero de agosto, cuatro días después de los comicios caribeños.

Pero luego de los cuestionamientos manifestados desde México el incipiente eje se redujo de tres a dos miembros. Ese encogimiento podría revertirse en el futuro ya que AMLO no dio un portazo definitivo, y al parecer tampoco lo hará su sucesora, la inminente presidenta Claudia Sheinbaum.

La misma Sheinbaum, fue víctima de denuncias infundadas de fraude surgidas de la derecha de su país que habría, recibido millones de dólares de agencias oficiales estadounidenses. Un aporte de dinero similiar habría beneficiado a Maria Corina Machado, madrina del candidato opositor Edmundo González Urrutia.

Finalmente Lula y Gustavo Petro conversaron el miércoles sin que surgiera ningún comunicado oficial, indicio de que el proyecto mediador perdió volumen y menguó el interés en hablar en el corto plazo con Maduro. Esto luego de que Lula calificó al gobierno bolivariano como " desagradable, autoritario aunque no sea una dictadura".

Bolsonaristas

Faltando menos de dos meses para los comicios en 5,6 mil alcaldías brasileñas, la principal de ellas San Pablo, la campaña electoral acabó contaminada por la situación en el país vecino.

Sucede que detrás de la votaciones locales está el combate de fondo entre Lula y su enemigo (así se titula a si mismo) Jair Bolsonaro, jefe de la extrema derecha nacional además de referente del extremismo hemisférico reunido en la Conferencia de Acción Conservadora (CPAC), que en sus recientes cumbres defendió a la oposición venezolana, especialmente a Machado, y seguro volverá a hacerlo el sábado próximo en la reunión de esa agrupación en México.

Con ese telón de fondo político el candidato bolsonarista a intendente paulistano, Ricardo Nunes, le enrostró a su adversario , Guilherme Boulos, respaldado por Lula, ser poco menos que un émulo del "dictador" Maduro el viernes pasado. Por su presunta condición de lulista-chavista el psicólogo Boulos estaría condenado a ser un pésimo intendente, así como una amenaza a la "libertad" y las "propiedades" de los vecinos, según agregaron otros bolsonaristas.

Como forma de amplificar ese debate, agitado a través de granjas de trolls, la poderosa bancada de senadores derechistas presionó para que sea citado el asesor sobre asuntos internacionales de la Presidencia, Celso Amorim, lo que ocurrió el jueves.

Celso Amorim

"Estoy aquí en mi condición de asesor del presidente Lula, o como dice el propio presidente, yo soy su asesor para asuntos conflictivos", declaró Amorim, permitiéndose una casi sonrisa, al abrir la audiencia en la Comisión de Relaciones Exteriores y Defensa en el primer piso de esa Casa legislativa. Nadie de hizo eco del comentario, en una sala dominada por legisladores conservadores y extremistas. El ambiente era poco amistoso con el enviado del presidente y líder del Partido de los Trabajadores (PT).

Sutil polemista, inteligente argumentador, el dos veces canciller de Lula, entre 2003 y 2010, no se dejó arrastrar por algunas provocaciones lanzadas desde la bancada bolsonarista, donde sobresalió el ex juez de la causa Lava Jato, Sergio Moro, a quien los dones de la sutileza y agudeza le son ajenos.

En uno de los momentos importantes de su exposición Amorim negó ser el autor de la propuesta de nuevas elecciones venezolanas, atribuyendo la responsabilidad a un importante funcionario extranjero. Después de la audiencia algunos asesores parlamentarios comentaron que la idea pudo ser del Consejero de Seguridad estadounidense, Jake Sulivan. El asesor de Biden habla frecuentemente con Amorim, y hace un mes lo recibió Washington.

Divisiones en el gobierno

A lo largo de la sesión de dos horas y media se observaron divergencias entre los senadores oficialistas. Las más claras fueron entre Randolfe Rodrigues, jefe del bloque del gobierno, y Umberto Costa, uno de los petistas más experimentados.

Rodrigues planteó que en Venezuela no hay democracia, que Maduro es un tirano. "Malditas sean todas las dictaduras, sean de izquierda o de derecha, sentenció.

Su correligionario Costa, prefirió preguntar si el gobierno al impulsar una mediación entre oficialismo y oposición no corre el riesgo de incurrir en una "interferencia" en los asuntos internos venezolanos. Un planteo bastante parecido , si bien en tono menos explícito, al formulado por López Obrador en su popular "mañanera" mexicana.

Dentro del PT se escuchan comentarios críticos hacia el endurecimiento de Lula y Amorim, que anunciaron que no reconocerán el triunfo madurista hasta que no se hayan presentado las actas. Y respaldaron una moción norteamericana contra Venezuela en la OEA, semanas después de haber negado el apoyo a otra redactada por Argentina.

Riesgo de guerra

Asumir una postura más severa con Caracas es distinto a fijar un "ultimátum" para que Maduro entregue las actas o reconocer las que fueron divulgadas por Machado, dijo Amorim, en el momento más acalorado de su intervención en el senado: dirigiéndose a Sergio Moro quien había sugerido reconocer la victoria Gonzáles Urrutia siguiendo la posición de Washington.

La prioridad brasileña sigue siendo utilizar todo los medios para alcanzar una solución pacífica a la crisis. Partiendo principio que Brasil se relaciona con los "estados", y el estado venezolano será gobernado por Maduro hasta enero, remarcó el diplomático.

En ese mismo tramo de la sesión, ante un Moro enmudecido, el consejero de Lula se comprometió a no repetir lo ocurrido durante en el primer mes del gobierno Bolsonaro (enero 2019) cuando Brasil se alió al cerco contra Venezuela, incentivado por Donald Trump.

Enero de 2019, fue un momento crítico que pudo haber terminado en una guerra, comentó Amorim el jueves a la mañana. A la tarde de ese mismo día el canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo, declaró que la prioridad de su gobierno es asegurar la paz en la región en obvia alusión al riesgo que supone un estallido venezolano. Lo dijo al recibir en el Palacio San Carlos, sede de la cancillería en Bogotá, a su colega brasileño Mauro Vieira. Allí se acordó un posible encuentro de Lula y Gustavo Petro en octubre en Cali, y otro entre ambos en noviembre en Río de Janeiro. Reuniones que robustecerán la nueva alianza "estratégica" entre Bogotá y Brasilia, neuralgia para seguir buscando una salida en Venezuela.

Este lazo parece esta sólido y podría contar con el beneplácito del papa Francisco, cuyo secretario de Estado, Pietro Parolin telefoneó la semana pasada a Amorim para hablar sobre Venezuela.

¿Fracaso o impasse?

Volvamos a la pregunta con que arrancó esta crónica sobre el supuesto fracaso del plan mediador brasileño. Si bien es cierto que Maduro y Machado repelieron la idea de nuevos comicios, también lo es que Brasilia es la única capital del hemisferio en contacto con todas las partes venezolanas (incluso con Machado informó Amorim), al mismo tiempo que sigue conversando con otros países latinoamericanos, Estados Unidos, Unión Europea y el Vaticano.

Brasil endureció su discurso, y sus acciones en los últimos días con Caracas. Pero, ¿ese giro es definitivo o provisorio?. Quien revisa la diplomacia presidencial de Lula concluirá que siempre deja un margen para retomar las conversaciones. Es probable, o al menos plausible, que eso ocurrirá en las próximas semanas o meses. Sea reconstruyendo el diálogo con Maduro, sea para implantar un nuevo Grupo de Amigos de Venezuela, formado por gobiernos pro y anti bolivarianos, como sucedió en 2003, luego del golpe contra Hugo Chávez. Ejemplo mencionado por Amorim ante el Senado.