(borrador texto 1)
Al fondo se abría hacia un lugar más oscuro, apenas coloreado por luces amarillentas. Me asomé y vi que las vías estaban ahí nomás, cruzando un andén angosto, brillantes, reflejando las lamparitas de los plafones sucios que se distribuían a lo largo de todo el corredor.
Irse a la cama sin comer: en la Argentina un millón de niñas y niños se saltea la cena por falta de dinero.
(borrador texto 2)
Llegué a la plaza y me senté en un banco rodeado por ligustrinas recortadas prolijas y rectas. Un día peronista, pensé, pero era mentira. Las nubes altas empezaban a tapar un sol deslucido y pálido, y parecían dispuestas a quedarse, cada vez más opacas, cada vez más oscuras.
Irse a la cama sin comer: en la Argentina un millón de niñas y niños se saltea la cena por falta de dinero.
(borrador texto 3)
En las ramas de la parra quedan algunas hojas, no están del todo secas, sobreviven tozudas, agarradas de tronquitos amarillos que se sacuden por los embates del viento, no tantos, como si estuvieran danzando en medio de un torbellino. Atrás se ve el cielo. Y otros árboles. Y la traza blanca que dejó un avión.
Irse a la cama sin comer: en la Argentina un millón de niñas y niños se saltea la cena por falta de dinero.
(borrador texto 4)
Algunas veces, saluda a una chica jovencita que viene con dos nenas. Piensa que es la hermana porque las nenas le dicen Vero, pero un día la nena más grande le dijo mamá. Otro día la hermana (o la mamá) hablaba por teléfono y lloraba, no dejaba de llorar. No puedo más, decía.
Irse a la cama sin comer: en la Argentina un millón de niñas y niños se saltea la cena por falta de dinero.
(borrador texto 5)
En el pueblo, durante muchos meses, había agua sólo allí, en ese camión viejo y medio destartalado, que se veía maravilloso cuando los tanques de las casas quedaban vacíos y las bombas no sacaban nada de la tierra y todo se transformaba en una cáscara seca y dura, color marrón. El camión amarillo los salvaba.
Irse a la cama sin comer: en la Argentina un millón de niñas y niños se saltea la cena por falta de dinero.
(borrador texto 6)
Volvimos del centro caminando, es una noche fresca y ventosa. Podríamos seguir así el resto de nuestras vidas. Las calles están vacías. Vuelan hojas y restos de papeles barrilete violetas, de esos que envuelven las frutas finas. También nosotros podríamos volar.
Irse a la cama sin comer: en la Argentina un millón de niñas y niños se saltea la cena por falta de dinero.
(borrador texto 7)
Desde hace un tiempo, todo lo que suena y me involucra con los otros, es demasiado duro, o demasiado triste. Tengo una larga lista de temas para encarar, pero no puedo.
No se me ocurre nada que me permita encontrar el modo en que, cualquier cosa que escriba, no resulte una catarsis personal e inútil.
Irse a la cama sin comer: en la Argentina un millón de niñas y niños se saltea la cena por falta de dinero.
(borrador texto 8)
Nos apoyamos en la baranda. No hacíamos nada, sólo mirábamos. El agua estaba muy cerca, en cualquier momento nos iba a salpicar los pies. Era oscura, traía palos y ramas, se sacudía apaleando todo. Doblando la curva apareció una mancha más grande, blanca, como una gran piedra. Venía por el medio del arroyo, más lenta que el resto, las ramas y los palos se le adelantaban mientras la piedra seguía despacio, pesada. Entonces vimos que no era una piedra. Era una vaca.
Irse a la cama sin comer: en la Argentina un millón de niñas y niños se saltea la cena por falta de dinero.
(borrador texto 9)
Ella estaba bien, le dijo a la enfermera que le preparara algo rico para comer. A las ocho en punto entraron los camilleros y se la llevaron. Antes le apreté la mano y le dije que nos veíamos en un rato. Casi le doy un beso, pero no me decidí. Me quedé pensando en que hacía mucho que no le daba un beso.
Irse a la cama sin comer: en la Argentina un millón de niñas y niños se saltea la cena por falta de dinero.
(borrador texto 10)
Puse en el fuego una olla con agua y le agregué un cubito de verdura. Rayé queso y lo puse en el fondo del plato. Cuando el cubo se disolvió serví el caldo y volví a rayarle queso. Revolví y el queso se fue derritiendo y pegándose a la cuchara. La raspé con los dientes y empecé a tomar, haciendo sonar cada sorbo.
Irse a la cama sin comer: en la Argentina un millón de niñas y niños se saltea la cena por falta de dinero.
(borrador texto 11)
Fui directo a su habitación. La encontré igual que la vez anterior. Tenía puesto un camisón color rosa, casi fucia. Debía ser nuevo, nunca lo había visto. Me pareció horrible que se hubiera puesto ese color para suicidarse. Era de mal gusto, no armonizaba con la sobriedad que uno espera de la muerte.
Irse a la cama sin comer: en la Argentina un millón de niñas y niños se saltea la cena por falta de dinero.
(borrador texto 12)
A mi papá le gustaba cruzar vados con arroyos crecidos, repartir periódicos clandestinos, arrimarse al borde de los precipicios. Muchas veces me llevaba con él. Tampoco le importaba enchufar cables sin ficha. Está vez salió mal. Tocó un cable y se murió. Siempre pensé que tenía que ver con la falta de miedo, pero en algunos momentos se emparenta más con la inconciencia. O tal vez al cansancio, a las ganas de terminar con todo de una vez.
Irse a la cama sin comer: en la Argentina un millón de niñas y niños se saltea la cena por falta de dinero.
(borrador texto 13)
Se sentó en un banco de la plaza que estaba enfrente de la catedral y miró a las hormigas. Pensó que seguramente las hormigas no saben del pasado y del futuro, ni de las esperas.
-¿Cómo será tener en la cabeza sólo el presente?, se preguntó.
Irse a la cama sin comer: en la Argentina un millón de niñas y niños se saltea la cena por falta de dinero. (*)
(*) UNICEF. Situación de la niñez y adolescencia 2024 – Octava Ronda. Informe de Resultados.