En medio de un panorama económico asfixiante y tras reiteradas declaraciones del Gobierno nacional sobre la imposibilidad de aumentar salarios, los senadores nacionales aprovecharon un nuevo "pase libre" concedido por la vicepresidenta Victoria Villarruel para asegurarse un incremento del 6,5 por ciento en sus dietas, lo que eleva sus ingresos a 9 millones de pesos brutos, que en el neto superarán los ocho millones en el bolsillo.
La medida se produce mientras el gobierno insiste en que "no hay plata" para mejorar los sueldos de los trabajadores de la educación ni para incrementar el presupuesto universitario. Milei salió a criticar el aumento desligándose de que fue autorizado por las secretarías del Congreso, ámbito que maneja su propia fuerza junto con los bloques aliados. O bien, le aportó pimienta para un nuevo round con su propia vicepresidenta.
El incremento en las dietas de los senadores, que se distribuirá en dos tramos -un 3,5% retroactivo al 1 de julio y un 3% adicional a partir del 1 de agosto-, fue posible gracias a una maniobra que permitió a los senadores engancharse al aumento que por paritaria recibieron los empleados del Congreso. La resolución lleva las firmas de María Laura Izzo, secretaria administrativa del Senado, y Agustín Giustinian, secretario parlamentario, y extiende el mismo beneficio a los diputados, con el aval de Laura Oriolo, secretaria administrativa de Diputados, Diego Molina Gómez, secretario general, y los sectores sindicales. En teoría, los legisladores de la Cámara baja no tendrán enganchado el incremento de sus dietas.
La furia de Milei
Estallada la noticia, Milei hizo una de las cosas que más le gusta hacer: ir a Twitter. En la red social de su "amigo" Musk, descargó insultos vía retuis y megusta y hasta sumó un posteó en el que acusa a los legisladores de "una traición al pueblo".
Lo que queda en el trasfondo es que, sin mencionar, el Presidente pone la mira en el laissez faire de Villarruel, en una interna con más capítulos que una telenovela de la tarde. "Repudio cada una de las firmas que dieron lugar a éste despilfarro a favor de los politicos y en contra de los argentinos", expuso el Presidente, probablemente sabiendo que los secretarios parlamentarios que pusieron el gancho responden a su vicepresidenta y al presidente de la Cámara baja, Martín Menem.
Contrastes
La indignación quedó a la vista tras el aumento y el latiguillo gubernamental de "no hay plata". El mismo que utiliza Milei cuando se quiere excusar de que aplicará un veto en caso de que se apruebe la reforma jubilatoria o, en las últimas horas, el que usó la diputada Lilia Lemoine, quien afirmó que "no hay dinero para aumentar el salario de los docentes universitarios". "La universidad sigue siendo una de las cosas que no podemos pagar en este momento", apuntó.
La situación de los docentes universitarios es crítica. Según datos de la Universidad de Buenos Aires (UBA), los profesores perdieron más de un tercio de su salario en los últimos seis meses debido a un ajuste presupuestario que ya provocó una de las mayores movilizaciones contra el gobierno. Aunque las protestas lograron que se aumentaran las partidas para gastos de funcionamiento, no se incluyeron mejoras salariales reales, lo que agudiza la precarización del sector.
Este escenario se vuelve aún más paradójico al considerar que el gobierno destinó recientemente 100 mil millones de pesos a la nueva Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), creada tras la disolución de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Los fondos, de carácter reservado y sin rendición de cuentas pública. Para eso también hay plata.