La casi totalidad de los trabajadores registrados afirma lo contrario que el presidente Javier Milei: nada menos que el 95 por ciento sostiene que la inflación le gana a sus salarios y, para colmo, sus expectativas son muy bajas: seis de cada diez piensa que en los próximos seis meses las cosas van a estar peor que ahora. Hay graves dificultades para llegar a fin de mes y una amplia mayoría se están endeudando, principalmente con los saldos de las tarjetas de crédito. Del total de los consultados, el 61 por ciento teme perder su trabajo, algo que perciben porque sus empresas venden o producen cada vez menos.

Las conclusiones surgen de una encuesta realizada por la consultora INDAGA-RSO entre trabajadores registrados, privados y del sector público, respetando las proporciones por edad, género y nivel de instrucción. En total se entrevistó a 1195 personas, el 60 por ciento mediante encuesta telefónica y el 40 por ciento restante por computadora a partir de trabajadores seleccionados en los sitios de mayor tráfico de las redes sociales. En ambos casos las preguntas no fueron automáticas, sino realizadas por encuestadores. El salario promedio de los consultados es de 1.100.000 pesos. INDAGA-RSO es liderada por los licenciados en ciencias sociales Claudio Righes y Javier Araraki, mientras que este trabajo estuvo a cargo de la doctora Laura Romanelli, responsable de investigaciones en políticas de empleo.

Inflación vs salarios

Como se ve, la opinión de los trabajadores registrados contradice el discurso oficial y, en cambio, encaja con lo que indican los índices de consumo, de empleo y de producción. Todos con números negativos. Desde INDAGA-RSO agregan que, como es de suponer, la caída del poder adquisitivo entre los trabajadores no registrados es mucho mayor que entre los registrados, por lo que cabe deducir las consecuencias: si los registrados cobran, en promedio, 1.100.000 pesos y la canasta básica es de 900.000, parece evidente que la mayoría de los no-registrados estarán por debajo de esa canasta básica.

Mientras que desde la Casa Rosada afirman que los salarios ya le están ganando a la inflación, la casi totalidad (el 95 por ciento) de los trabajadores registrados dicen en la encuesta exactamente lo contrario. Es más, apenas el 4 por ciento afirma que puede ahorrar, mientras que el 45 por ciento no llega a fin de mes y el 49 admite que no puede ahorrar, pero llega a fin de mes. Eso exhibe que una parte importante de los registrados no tiene margen: está en déficit o muy cerca. La realidad es que el poder de compra y de consumo de los trabajadores no se recupera.

Pocas expectativas

Una de las claves en las que se asienta hoy el gobierno libertario es que la sociedad percibe el ajuste, pero piensa que las cosas van a mejorar. No es la conclusión de los datos de INDAGA-RSO. Apenas el 11 por ciento cree que su situación, es decir la situación de su hogar, va a mejorar en los próximos seis meses. El 27 por ciento cree que estará igual que hoy, pero una nítida mayoría (59 por ciento) ve que su situación va a empeorar. O sea, que las expectativas están maltrechas y todo indica que seguirán en baja, porque la clave justamente es que los salarios recuperen su poder de compra.

Pasa lo contrario. El 66 por ciento afirma que tiene deudas, sólo el 33 por ciento dice que no. Del total endeudado, la mitad cuenta que es con saldos de la tarjeta de crédito; el 18 por ciento afirma que tiene un crédito bancario, un 10 por ciento con una plataforma digital y el cuatro por ciento con la variante más peligrosa, los prestamistas del barrio.

“La propia Secretaría de Trabajo estima que se perdieron en el sector privado unos 124.000 puestos de trabajo -razona Righes-. Esa pérdida se produjo entre enero y ahora. No es extraño entonces que haya una mayoría preocupada por el peligro de perder el trabajo. La cifra concreta es que el 61 por ciento está muy preocupado o algo preocupado". 

Sin recuperación

El estudio de INDAGA-RSO concluye que una recuperación del poder de compra debe poner el acento en la totalidad de los bienes y servicios. Puede ser que se estabilice el precio de la leche, pero si la luz y el gas o el transporte aumentan en porcentajes siderales, el ingreso no alcanza y no hay recuperación.

Cuando a los trabajadores registrados se les preguntó por sus gastos, las respuestas, en promedio, fueron las siguientes:

*49 por ciento en servicios, tarifas y alquileres.

*43 por ciento en alimentos

*3 por ciento en transporte

*3 por ciento en educación y salud

*1 por ciento en vestimenta.

A primera vista, los valores de transporte, educación, salud y vestimenta parecen demasiado bajos, pero se ve que la preocupación está ahí, la impresión respecto de los gastos pasa por los alimentos, servicios y alquileres. Estos dos últimos se dispararon a niveles impensados desde la llegada de Milei a la Casa Rosada. 

Algo se mueve bajo la superficie

Las conclusiones de INDAGA-RSO sintonizan con los trabajos más político-sociales de otras consultoras. El gobierno de Milei se asienta en las expectativas y en un rechazo a todo lo anterior, pero debajo de la superficie las cosas se están moviendo. Quienes opinaban bien del gobierno, empiezan a calificar con regular; los regular pasaron a mal y los de mal a muy mal. Eso todavía no se tradujo en un cambio abrupto, pero la mayoría de los consultores creen que, más allá de la coyuntura de la denuncia de Fabiola Yañez, las claves estarán en la economía y en el hecho de que la mayoría no llega, ni remotamente, a fin de mes.