Si el cine es el arte que más se asemeja a la vida, al ofrecer no respuestas, sino misterios y preguntas, esta semana hemos perdido un elemento vital: Gena Rowlands murió el pasado 14 de agosto.
La actriz de Torrentes de amor, Una mujer bajo influencia y Gloria —entre otras asombrosas películas— no solo contribuyó al renacimiento del cine estadounidense en los años 70, el New American Cinema, sino también al surgimiento del cine independiente (indie) contemporáneo.
Rowlands dotó a sus personajes, sin oxímoron aparente, de peligro y vulnerabilidad. Podía ser la ex novia de un gánster que adopta un chico huérfano, hasta un ama de casa desesperada que engaña a su esposo pero aborrece dejar a sus hijos con su madre por más de dos días.
Como las emociones que habitan en la cabeza de Riley en Intensamente, Rowlands personificó cada matiz psíquico y femenino con espesor y autenticidad.
Gena Rowlands y John Cassavetes: pacto de amor
John Cassavetes no inventó el cine independiente americano (allí precursores como Joan Mekas o Harry Smith), pero fue el que le dio la forma en que lo conocemos. Espontaneidad, libertad, improvisación. La vida como es. Sin moldes. Sin guionar.
Con Gena Rowlands, Cassavetes construyó casi toda su filmografía con un pacto amoroso y profesional: ambos aceptaron participar en proyectos más comerciales y mainstream de Hollywood para financiar sus propias películas. Urbanas, íntimas y sobre el tema que los obsesionaba: el amor.
Como el cine que crearon, se ajustaron a una vida sin guiones, para inventar una de las filmografías más asombrosas de la historia, creando un nuevo realismo.
Miss Rowlands y Faces: actuar intensamente.
Desde Faces, la primera película de John Cassavetes con su esposa como protagonista, se produce un cambio significativo: en el cine convencional, los personajes emergen del argumento, mientras que en el cine de Cassavetes, es la película la que surge de los personajes.
La pareja ofreció una respuesta a la evolución de los realismos en el cine: el naturalismo de Renoir, el neorrealismo italiano, los nuevos cines europeos de los años 60. Y de repente, la cámara se enfoca en Gena Rowlands.
“Llega un momento durante la filmación en que querés quitar la cámara y destruirla, simplemente porque interfiere con la realidad de lo que filmás”, comentó alguna vez Cassavetes, con la intensidad de un Pete Townshend del cine, entre la pasión y la desesperación. Su cámara se acerca a un rostro, se aleja. Zoom in, zoom out. Desnuda de las personalidades de adentro hacia afuera. Inside Out. No se trata de un travelling virtuoso ni impactante. La cámara y la actuación es física y mental.
No busca encuadrar ni impactar. Se acerca. Todo es literal y crudo. Vemos belleza: personajes realistas, crisis de identidad, familiares y amorosas… Vemos a Gena Rowlands.
Una mujer bajo influencia: me quieren volver loca
Operística, no más grande que la vida, sino del mismo tamaño que la vida, Una mujer bajo influencia era la película favorita de Gena Rowlands. “Mabel es mi papel y personaje preferido de todos los tiempos, por lo bien escrito que está y porque se siente real”. También fue la primera película que le valió una nominación al Oscar, aunque el galardón lo recibiría solo en 2014 como Oscar honorario.
Mientras suenan Puccini, Verdi y Tchaikovsky, Mabel Longhetti camina sin detenerse. Camina descalza, o mejor dicho, camina “en patas” porque todo en ella es tan auténtico que la sinonimia no alcanza.
Si algo distingue a Rowlands es su forma de caminar, de sonreír y de mirar. Observa a los compañeros de trabajo de su marido (Peter Falk) que llegan a comer a su casa. Pregunta, observa, dice cualquier cosa. Como en la vida, sabe que quien no teme al ridículo, no teme a nada.
Su paso es inseguro, pero decidido. Camina tratando de no pincharse con el pasto.
Camina mientras deja a sus tres hijos con su madre, interpretada por la madre de Rowlands.
Camina, sale de noche y engaña a su marido, llevando un tipo a su casa.
Lo que marca al cine dirigido por su marido es su contemporaneidad. La Mabel que interpreta Rowlands no sufre violencia doméstica: al contrario, es un animal humano, como todos sus personajes, sin domesticar.
Si Mabel es lo que hoy llamaríamos bipolar, el diagnóstico no importa. La respuesta la ofrece, acaso sin saberlo, su desesperado, amoroso e ignorante marido: “Mabel no está loca: cocina, cose, cuida de los chicos ¿cómo va a estar loca?”
Gloria: Gena is... a punk rocker
De pollera, tacos, revólver y un nene de la mano. Así de segura camina por Nueva York Gloria. Lleva consigo un gato en un bolso y un pequeño equipaje con perfumes y vestidos.
Sorprendentemente, su película más famosa (más que una "inspiración" para El perfecto asesino, con Natalie Portman) fue Gloria, cuyo guión Cassavetes escribió para vender a un estudio de Hollywood y terminó dirigiendo él mismo (después de que su amigo Martin Scorsese la rechazara).
“Odio a los niños, especialmente a tus hijos”, le dice la Gloria de Gena Rowlands a la mujer de un soplón de la mafia. Es la “gloria” para cualquier hombre o mujer. Una belleza arrasadora, candente e independiente que lleva en la sangre casi un siglo de mujeres fuertes en el cine, desde Bette Davis (una de las actrices favoritas de Rowlands) hasta Barbara Stanwyck, Lauren Bacall o Jeanne Moreau.
Su segunda nominación al Oscar destaca la independencia de la mujer, algo que también define su cine. Como ex “amigovia” de la mafia judía, Gloria se convierte en el centro de una odisea urbana. En esta película, la ciudad, (el subte abarrotado, los taxistas que vivan a Gloria, las estaciones de micros) parece un campo de batalla. Como una versión de The Warriors de Walter Hill, pero en donde todas las pandillas se concentran en una mujer sola con un niño.
O, como dice Gloria, sonrisa de costado y paso de maleva: ’”¿Te dejás golpear por una mujer, eh, maricón?’”
"¿Cómo está Gena?"
Hasta la muerte de su marido, Gena Rowlands siguió protagonizando las peliculas que él filmaba. Especialmente Noche de estreno y Torrentes de amor, ambas fundamentales en su filmografía.
La primera tiene algo de La malvada y de Sunset Boulevard. Y, nuevamente, ese parentesco actoral con Bette Davis o Gloria Swanson. Se trata de una actriz de interpreta un personaje bastante parecido a su vida real, mientras lucha con el temor de envejecer y la presencia fantasmal del fandom teatral.
Pedro Almodóvar, que le dedicó Todo sobre mi madre a Gena Rowlands, escribió un precioso texto sobre Opening Night:
Es mi película favorita de ella. John Cassavetes y Gena Rowlands fueron la pareja perfecta, y esta película no funcionaría si no fuera por la tensión que hay entre ambos, una tensión que, creo, estaba tanto en sus vidas privadas como en la pareja de actores que formaban. El film trata de una actriz que se está volviendo loca, un argumento que, por supuesto, a mí me gusta mucho. Myrtle Gordon es un personaje asombroso. Rowlands hace aquí una de las mejores escenas de borrachera que jamás haya visto. Y es una escena larga.
Tras la muerte de su esposo en 1989, Gena dejó de actuar, aunque no por mucho tiempo. En 1991, cuando Jim Jarmusch, corsario del cine independiente post-Cassavetes, la llamó para actuar en Una noche en la tierra, relata que los actores de las películas de Cassavetes, esa familia artística de Gena, lo contactaban para preguntarle por ella
“Yo al principio no entendía, pero luego me dí cuenta que gente con la que yo jamás había tenido contacto aún, como Peter Falk, Ben Gazzara o Seymour Cassel, conseguían mi teléfono y me preguntaban '¿Cómo está Gena?' "
Gena Rowlands y yo: ir tan lejos como se pueda
Afortunadamente, la carrera de Rowlands continuó en cine, televisión y teatro, donde siguió ganando premios y reconocimientos. Entre los más destacados se encuentran el éxito comercial de la película Diario de una pasión (The Notebook) y, en Argentina, la mención en la canción de Fito Páez "Circo Beat": "Yo me muero con Gena Rowlands".
En Estados Unidos, grandes actores como Danny DeVito, Michael McKean y Michael Rappaport despidieron a Rowlands en redes sociales. Probablemente, comprendieron parte de su oficio gracias a la elegancia, gratitud y pasión de esta verdadera artista independiente.
Rubias Rowland
Raymond Chandler, en un famoso texto de El largo adiós, inventa una taxonomía de rubias, describiendo a una mujer con la que se cruza como “un sueño atravesado en mi camino que no pertenecía a ninguna de esas categorías. Era inclasificable”.
Gena Rowlands, diosa sin ocaso, parece haber destilado esa energía, inclasificable, en actrices como Frances McDormand, Laura Dern, Allison Janney, Laura Linney o Greta Gerwig.
En la entrada Una vida desarticulada, de la autobiografía de John Cassavetes, se lee:
“A comienzos de nuestro matrimonio, hicimos un trato: Gena me combatiría hasta el fin y yo también la combatiría hasta el fin, y este trato siempre ha sido respetado. Hemos llevado juntos una vida magnífica, desarticulada, emocionante e indisciplinada. Litigamos, nos castigamos y nos matamos todos los días, Gena y yo.
Amo a Gena, porque ella ama algunas de las cosas que yo amo, y porque yo detesto algunas de las cosas que ella ama. Creo que cuando dos personas no se llevan de acuerdo, deben ir tan lejos como puedan, y eso es lo que hacemos nosotros, Gena y yo.”
En un mundo que hoy está más cerca de decir “John Cassavetes, el cineasta que dirigía a Gena Rowlands” que “Gena Rowlands, la actriz dirigida por John Cassavetes”, sus películas, sus Myrtle, Mabel y Gloria, seguirán siendo fundamentales.