El documental que Netflix puso en pantalla sobre la estafa pergeñada por Leonardo Cositorto es un documento imprescindible para entender la realidad socioeconómica de nuestro país, al menos desde 1976 hasta la fecha. El modelo económico implementado a sangre y fuego por la última dictadura cívico militar y su modelo desindustrializador basado en la bicicleta financiera -del que la inolvidable película “Plata dulce” da cuenta- constituyó un momento culminante en la fantasiosa idea de la riqueza fácil que contó con numerosos adeptos en Argentina.
“Vendedor de ilusiones”, tal el nombre de la producción audiovisual, recrea el ascenso, auge y caída de un carismático personaje que utilizó numerosas habilidades para congregar una enorme cantidad de inversores que antes que nada creyeron ciegamente en su palabra, incluso cuando había varios elementos para desconfiar.
Como se aprecia en pantalla, Cositorto era extremadamente hábil para la venta directa y eso quedó claro en las imágenes de archivo que lo muestran en sus inicios como vendedor cuando capacitaba al personal que estaba a su cargo y cuenta una graciosa anécdota que revela su picardía y espontaneidad. Cabe señalar que la década que inició en 1990 fue un tiempo signado por el auge de esta modalidad de venta, en sintonía con el modelo económico implementado por Carlos Saúl Menem. En efecto, el boom de los barrios privados, countries, el irrestricto ingreso de mercadería extranjera como perfumes así como el surgimiento masivo de empresas de medicina prepaga y salud dental requirieron de un verdadero ejército de vendedores que debían promocionar las bondades y virtudes de estos productos. El creciente desempleo garantizaba la cantidad necesaria de personal, en una situación que Carlos Marx había alertado más de un siglo antes y que era la existencia de otro ejército, en este caso el de reserva, que garantiza que el costo de la mano de obra sea cada vez menor para los empresarios, a la vez que los derechos laborales eran cada vez más exiguos. En esos años de precariedad laboral para millones de personas y avidez empresaria y acumulación para unos pocos, Cositorto decidió para siempre de que lado del mostrador quería estar situado.
En el año 2017 creó en Colombia una escuela virtual en la que se ofrecían cursos de coaching, trading y manejos de finanzas. Generación Zoe ofrecía capacitaciones en liderazgo a cambio de membresías en dólares. Según sostenía su creador, cada dólar invertido iba a un fideicomiso y los aportantes, por cada nuevo inversor que traían a la empresa, recibían regalías. Las charlas eran sumamente masivas y un espectáculo cargado de emociones gracias al innegable histrionismo de Cositorto. Allí, quizás como una forma de cubrirse, se hablaba de Dios como el único que decidía todo lo que ocurría en el mundo. También eran charlas motivacionales cuyo hilo argumental eran historias de superación de la que él podía erigirse como un fiel ejemplo. En otra práctica recurrente en nuestro país, que incluso cuenta con representantes de la talla del Presidente, se presentaba como portador de un título que no tenía: Master Coach International Consultant.
Cabe señalar que esta escuela llegó a nuestro país en el año 2019 y la pandemia que tuvo lugar después, sumado al aislamiento preventivo dictado por todos los países del mundo se tradujeron en una nueva oportunidad para Zoe. El tiempo libre y el creciente desempleo, armaron un coctel que redundó en un aumento exponencial en la cantidad de adherentes dispuestos a aprovechar el nuevo anzuelo lanzado que consistía en el reparto de cuantiosos dividendos. La promesa de un estilo de vida que incluía viajes por el mundo, acceso a autos de alta gama y a propiedades, pero también la posibilidad de blanquear dinero no declarado al fisco fueron la explicación de porque sumó tantas inversiones en Argentina, en especial en la cordobesa ciudad de Villa María. Esta pujante localidad ya había conocido una estafa años atrás, pero esto no constituyó un obstáculo para Generación Zoe.
Por otro lado, existe hace años una prédica a favor del emprendedurismo y de las finanzas, ambas motivaciones claves en votantes que suelen elegir opciones de derecha tales como Macri o Milei. No por nada la mayor cantidad de damnificados ocurrió en Córdoba, donde ser peronista o apostar por las construcciones colectivas es mala palabra. En suma, antecedentes históricos sumados a cuestiones actuales explican la estafa de Cositorto, cuyas andanzas podemos ver en la conocida señal de streaming.
* Doctor en Educación (CONICET/UNAHUR)