Estamos a mediados de la década del ‘80 y a Conny Plank le presentan a unos pibes irlandeses que tienen una banda. El ex productor de Kraftwerk, Neu!, Eurythmics, Marlene Dietrich y Can ya es por entonces un célebre ingeniero de grabación alemán y parece el indicado para agarrar este proyecto proveniente de Dublin. Pero a Conny, que a esta altura ya se puede dar el lujo de hacer lo que quiera, no le cabe ni ahí el cantante. La banda es U2 y el disco, el luego multipremiado The Joshua Tree, pero no. “No puedo trabajar con ese cantante”, responde sobre Bono y a otra cosa.
Pionero y figura fundamental del krautrock (también produjo a Cluster, Guru Guru, Ash Ra Temple, La Düsseldorf y Brian Eno, que fue quien al final agarró el laburo con U2), Plank fue también un referente de la música pop electrónica cuando nadie tenía un sintetizador y el responsable de haber mezclado con éxito la música concreta con el por entonces emergente dub. Nacido en 1940 como Konrad Plank, murió joven en 1987, pero cualquier melómano sabe que su nombre en los créditos de un disco funciona, más que como sello de calidad, como firma de un alquimista contemporáneo.
Décadas después de su muerte, la proyección del emotivo The Potential of Noise (dirigido por Reto Carduff y Stephan Plank, su hijo) brinda la oportunidad de acercarse, a través de testimonios de artistas con los que trabajó, a la prolífica vida de este hombre amable, tranquilo y salvaje al que llamaron “el Phil Spector del krautock”. Y de paso, el film también brinda pistas para comprender el génesis de la música electrónica actual.
“Más allá de los aspectos tecnológicos, entiendo que el trabajo del productor es crear una atmósfera completamente libre de miedos o cautela para encontrar ese momento de completa inocencia, y tocar el botón en el momento justo para capturarlo”, dijo Plank minimizando sus méritos en una de las poquísimas entrevistas que dio en vida este auténtico inventor que armaba sus propios estudios y que, con bastante modestia y mucha osadía, se animó a llevar el sonido de los artistas que grababa (fueran Scorpions, Duke Ellington, Devo, Killing Joke, Les Rita Mitsoko, Karlkheinz Stockhausen o Dieter Moebius) a otro estadio, sin miedo a experimentar. Como cuando, produciendo a Ultravox, no dudo en pasar por un módulo de distorsión un arreglo de orquesta del mísimismo George Martin.
Resulta apropiado que la introducción esté a cargo de Daniel Melero, otro especialista en hacer de médium entre artistas, tecnologías y músicas. Si tal como explicó Lewis Mumford en Arte y técnica, toda creación tecnológica y expresión artística siempre enraiza en el uso que hacen las personas de su cuerpo, la discreta y exuberante vida de este buen hombre que guardaba sus discos de oro en el toilette merece ser vista. Y sobre todo escuchada.
* The Potential of Noise tendrá proyección, en el marco de Sonar 2017, el lunes 20/11 en el Auditorio del Malba, Avenida Figueroa Alcorta 341, a las 17 y con entrada libre y gratuita (se retiran una hora antes en recepción del museo, hasta colmar la sala).