“Miren he recorrido gran parte del mundo y he llegado a una conclusión que quiero compartir con ustedes”. Quien habla es Ed Conway, autor del Libro Material Word. El lugar es el bellísimo restaurante Náutico de Villa Gesell. Ed está acompañado por varias personas y yo, sentado en otra mesa, pongo mi oído al servicio del chisme, mientras le entro a unas rabas a la provenzal acompañado por mi amigo Nahuel.

Escuchemos qué dice Ed: “Seis materiales han moldeado la sociedad en diferentes épocas. La arena, la sal, el papel del hierro, el poder del cobre, el lugar del petróleo en la sociedad de ayer y hoy. Finalmente el litio en la actualidad". Mientras pedimos un cafecito, con Nahuel nos miramos intrigados, y seguimos escuchando. “Amigos, el salitre o nitrato de potasio ha tenido un rol clave en la agricultura como fertilizante, y en la guerra como componente de la pólvora”. “Aquí amigos se confirma, que las sustancias cotidianas supieron tener y tienen impacto insoslayable en la historia mundial”, con simpleza afirma Conway. “Ni hablar del hierro. El hierro modificó la agricultura, el armamento militar y la construcción de hogares”. Rondo Cameron y Larry Neal, sentados en la mesa de Conway, afirman que “el hombre, ese animal, que se sirve de herramientas, quizás apareció sobre la tierra hace dos mil millones de años… se limitó a utilizar toscos utensillos hechos de madera, huesos y piedras… El descubrimiento de metales, produjo una revolución en la agricultura, aumentando los niveles de productividad (“Historia Económica Mundial, Desde el paleolítico hasta el presente”). Hoy resulta insustituible, en los inmensos rascacielos, o en la industria automotriz: el hierro”. 

Pasemos al cobre, propone Conway. “Miren, no es posible entender la civilización moderna sin este humilde metal. Conductividad, ductilidad y durabilidad, conforman atributos excepcionales del cobre. Yo lo llamo un héroe anónimo, por él corre la energía eléctrica que alimenta nuestros hogares, como asimismo las redes eléctricas que alimentan la industria. En virtud de esta bella playa, dejo un elemento para el final. Pero antes analizamos el petróleo y el litio. En el primer caso, su descubrimiento y extracción, es un proceso que puso a prueba el ingenio humano. Pero no solo ello, el papel del petróleo es el de componente ineludible en la producción de plásticos hasta sus derivados, participa en la industria farmacéutica. Con respecto al litio, qué puedo decirles. Este metal extremadamente ligero, tiene un incomparable uso electroquímico, convertido hoy en vector central de las baterías más potentes. Ciertamente, tanto como el petróleo, su extracción debe realizarse con un delicado equilibrio. Finalmente, amigos, quiero llegar al que considero un elemento clave”. 

Se queda en silencio y dice “miren por la ventana y díganme qué ven?” “El Mar”. “Sí, claro,  pero que más". El silencio se prolonga hasta que alguien dice “arena”. "Exacto, formada durante miles de años, la arena proviene de la erosión de las rocas. En la antigüedad, la arena se utilizaba para crear hormigón y mortero, sentando las bases de las primeras civilizaciones. Hoy sigue siendo un elemento vital en la industria de la construcción. Sin embargo, pocos saben de su aporte en la llamada era tecnológica. Su transformación en forma de silicio, derivado de arenas de cuarzo. la transforma en el pulso vital de los semi-conductores que dan vida al mundo digital. El silicio es el corazón de los semi-conductores desde los chips de nuestros teléfonos inteligentes hasta los servidores que sustentan internet”. 

Todos nos quedamos pidiendo una más, como en los recitales, pero Ed Conway se levanta de la mesa. Por la ventana, lo vemos que con paso tranquilo se aleja por la playa”.

Leyendo el libro de Conway, una frase sintetiza lo que escuché: “A pesar de todo lo que nos dicen, vivimos en un mundo cada vez más desmaterializado en el que objetos intangibles (aplicaciones, redes y servicios en línea) tienen cada vez más valor, pero el mundo físico sigue siendo la base de todo lo demás”… “Casi todo, desde las redes sociales hasta el comercio minorista y los servicios financieros, depende totalmente de la infraestructura física que lo facilita y de la energía que lo impulsa. Pero, sin hormigón, cobre y fibra óptica no habría centros de datos, ni electricidad, ni internet. El mundo, me atrevo a decir, no se acabaría si Twitter o Instagram dejaran de existir repentinamente. Sin embargo, si de repente nos quedáramos sin acero o gas natural, la historia sería muy diferente”.

El trabajo de Conway pone en discusión si es posible una sociedad que se sustente solo en servicios intangibles. Jonathan Haskel y Stian Westlake, en “Capitalismo sin capital: El auge de la economía intangible”, sostienen que el capitalismo actual, es cada vez mayor la inversión de bienes intangibles (software base de datos, diseño, etc), sobre la inversión en bienes materiales. Sin embargo, como bien demuestra Conway tales inversiones no tendrían sustento si no hubiera una base material que los sostenga.

Michael Roberts en "¿Por qué las cosas importan?" nos dice que "un capitalismo sin capital es una tontería o es una realidad limitada al mundo financiado de EEUU y otras economías del G7. La mayor parte de la economía mundial todavía se basa en la producción de cosas que pueden convertirse en mercancías a partir del trabajo de millones”.

Mientras este debate transcurre, Bill Gates se ha transformado en uno de los mayores terratenientes de Estados Unidos, con más de 270 mil hectáreas de tierra. El caso de Gates ha causado cierta sorpresa, por sus supuestas posiciones vinculadas al ambientalismo. En general, el fundador de Microsoft se mantuvo frente de las críticas y a quien le pregunta por qué había comprado tantas tierras de cultivo, contestaba que “mi grupo de inversión fue el que tomó esa decisión”. Según la revista Ethic del 19/4/2022, Bill y Melinda Gates son los mayores propietarios de tierra cultivable en Estados Unidos, poseen el mayor número de granjas repartidas en al menos veinte Estados. Jeff Bezos, de Amazon, no le va a la zaga y tiene 170 mil hectáreas de tierra cultivable. Esto verifica que lo tangible tiene un peso insoslayable y deja beneficios. 

En el plano de la disputa global mundial entre Estados Unidos y China, la protección arancelaria tiene en los bienes tangibles un rol trascendente. El gobierno de Joe Biden lleva anunciadas medidas proteccionistas sobre productos importados desde China que cuadruplican el valor anterior, continuado la política iniciada por Donald Trump. Entre otros bienes encontramos: vehículos eléctricos, minerales críticos y células solares.

Esta auténtica batalla comercial comenzó con la llamada Guerra de los Chips en 2018. Al respecto se recomienda el libro de Chris Miller, “La guerra de los chips: La gran lucha por el dominio mundial”. Resulta vital no antagonizar lo tangible con lo intangible. A menos de cien kilómetros de Villa Gesell, en Las Toninas, un cable submarino llamado “Firmina” nos conecta con la costa este de Estados Unidos, posibilitando una mejor conectividad al servicio de internet. Esta conexión física logra niveles de calidad que superan la conexión satelital. Un elemento tangible conecta un servicio intangible.

Por lo tanto, en la Argentina sometida a una política anti-industrial y rechazo a la investigación científica, no hay que caer en falsas contradicciones. Es insoslayable edificar una sólida política industrial y científica como núcleo de un Pacto Económico Social Federal.