Tradiciones inmigrantes
Todavía recuperándose tras la pandemia, el Microcentro porteño sigue ofreciendo uno de los principales polos gastronómicos de la ciudad, con centenares de propuestas orientadas a los rápidos almuerzos semanales. Entre tantas opciones, ahí aparece Liliana Helueni, restaurante con más de 20 años de vida cuya homónima chef y dueña se especializa en la llamada cocina sefaradí, esa gastronomía judía de sabores del Medio Oriente.
Lily, como le dicen los habituales clientes, creció en una familia atravesada por los fuegos: su abuelo sirio tuvo en los años ‘30 el primer almacén de productos árabes en Buenos Aires; su padre abrió luego un local de cocina árabe, donde Lily aprendió el oficio.
En el año 2000 esta cocinera decidió independizarse inaugurando el restaurante familiar Liliana Helueni, que hoy es un clásico de la ciudad. Entre los platos más conocidos, están el hummus, el babaganoush, la ensalada tabule (desde $4000 la porción) y el producto más vendido de la casa, el lahmayin abierto ($1500), con abundante y suave salsa de tomate cocida por horas, que suma carne y pimienta de Jamaica. También destaca el sembusak ($1800), suerte de empanada rellena de dos tipos de quesos. Y en estos días fríos brillan los platos de olla tradicionales, como niños envueltos ($9700), zucchinis rellenos ($9700) y el bame ($17500), un plato a base de okra guisada.
Generosa y casera, la oferta de Liliana Heleuni es amplia, con platos poco vistos en otros lados: en estación aparecen por ejemplo los alcauciles rellenos ($17500, con carne o queso), también las chauchas con carne o el pollo persa. Hacen sus propios panificados como la jalá ($5000), pan pita ($3000) o caques (rosquitas con anís a $4500) y suman delis como pastrón, encurtidos y otros. Para el final, esos dulces bien almibarados: mamul a $1300, baklava a $1300, dedos de novia a $1600.
En Helueni las tradiciones inmigrantes se mantienen a rajatabla. Un bastión de una cocina tan casera como deliciosa.
Liliana Helueni queda en Santiago del Estero 244. Horarios de atención: lunes a viernes de 9 a 19; domingos de 10 a 16. Instagram: @lilianahelueni.
Homenaje a las abuelas
Tras pocas semanas de abierto, Orian ya es una de las felices aperturas del año. Creación de dos primos (Matías y Facundo Kreiman, dueños también del restaurante de sushi Namida), el nombre es un acrónimo de los apellidos materno y paterno de ambos (Oria y Kreiman). Un homenaje tácito a la cocina de sus abuelas, a esas juntadas familiares que eran rutina en el barrio de Versalles, donde estos cocineros aprendieron a disfrutar de la comida, combinando sabores españoles y judíos en la misma mesa.
El local es precioso, con cierto look setentoso pero moderno, abundante en fotos y adornos traídos de casas familiares.
La carta y creatividad culinaria está a cargo de Matías (Facundo sigue en Namida), chef con experiencias ganadas de la mano de lugares de renombre, incluyendo a Martin Berazategui en España, y al restaurante Tomo 1 o Roux en Argentina. El menú es corto y conciso, alejado de la moda “platitos”: acá hay entradas y platos principales, a la vieja usanza, aunque siempre se puede compartir. Buenos arranques son la trucha curada ($8000) con nori, manzana, pepino y salsa tosazu; los langostinos cocinados a punto perfecto ($8000), con vinagreta de maní y mayonesa de ajo negro; o la más exigente lengua curada a la manera de un pastrón ($8500) con rosti de papa y fondo de alubias.
Los principales recorren distintas proteínas: la trucha ($17000) sale con un salteado de hojas y pequeños ñoquis salteados con una salsa holandesa ligera; el ojo de bife ($21000) suma puré de pallares, fondo de carne y un chimikrein (chimichurri con rábano picante). Y como plato vegano, juega fuerte el arroz meloso de hongos ($14000) con una demi glace a base de vegetales. Final dulce con la Higuera ($6000), un sabayón tibio que llega a la mesa con bizcocho e higos. Más refrescante es el Oliva y Cítricos con curd de lima ($6000), un helado de aceite de oliva, granita de pomelo y cítricos frescos.
Orian sabe caminar en esa frontera delicada que va de la tradición y herencia culinaria a la experimentación y el juego personal. Una gran apertura en una tranquila calle de Villa Crespo.
Orian queda en Malabia 1064. Horario de atención: martes a viernes por la noche; sábados mediodía y noche. Instagram: @orian.resto.
Vermut y good show
Cuatro Perros 1 Livin es un bar y restaurante canchero, creado por cuatro amigos platenses que decidieron competir en la ciudad porteña: Ailen y Santiago, ambos cocineros; Nicolás y Tomás, al servicio de los vinos y el salón. En la jerga gastronómica, “el perro” es como se llama al ajetreo laboral del despacho en las cocinas, ese momento donde todo se viene abajo: hay que correr mucho, con plena concentración, y siempre sorteando algún inconveniente inesperado, sea una catarata de pedidos simultáneos o una repentina falta de algún ingrediente.
Cuatro Perros 1 Livin asume esa idea de caos creativo en la cocina, sumando por otra parte la calidez del living de una casa en el salón. Esto lo logra con un sector de mesas bajas y una ambientación acorde, en un restaurante atendido por sus propios dueños, donde se sirve lo que a ellos mismos les gusta comer.
El menú es distendido, vermutero, repleto de platos tradicionales conocidos por todos, pero con toques de la casa que les suman personalidad. Hay una sección de picoteos, como las aceitunas rebozadas rellenas de pesto de tomates secos ($4700) o las picaditas armadas con boquerones del marplatense Hernán Viva, junto con hummus de alubias, alcaparrones y oliva. En la sección de platitos para compartir aparecen raciones un poco más grandes, como los buñuelos de verdura ($11500) con crema de queso Sangre Azul (de la premiada quesería cordobesa Toro Azul); o el carpaccio de langostinos a $12000. Finalmente es el turno de los platos más generosos en tamaño y contundencia, que varían por temporada: arañita madurada en koji ($10700) o las gírgolas marinadas ($11000) que salen con zanahorias y zucchini amarillo son dos buenos ejemplos. Los postres son golosos y bien logrados: un rico almendrado casero con salsa de dulce de leche ($7200) y la nostálgica copa Cuatro Perros ($7500) con helado de maní, helado de crema infusionado con limón y nueces fritas. Para beber hay vermús y vinos con etiquetas de pequeñas bodegas. Cuatro Perros 1 Livin es un hermoso lugar donde ir, relajarse y comer rico.
Cuatro Perros 1 Livin queda en Cabrera 4723. Horario: martes a sábados de 18:30 a 1. Instagram: @somoscuatroperros.