“¡Qué locura… 50 años!” La voz grave retumba en uno de los pocos bares tradiciones que quedan en pie sobre la Avenida de Mayo. No deja de ser paradójico que ese vozarrón inconfundible, que acompaña su importante porte, se conjugue con cierta expresividad aniñada que lo caracteriza. El que habla es Alejandro Apo y su exclamación incrédula tiene que ver con que el 4 de agosto cumplió nada más y nada menos que medio siglo haciendo lo que mejor sabe y más le gusta: radio

El hombre que es histórico comentarista de Víctor Hugo Morales y que logró hacer de la escucha de cuentos radiofónicos una placentera compañía literaria celebra el aniversario redondo estrenando La poesía del barrio y el fútbol en el alma, un espectáculo en el que compila vivencias personales, profesionales y cuentos para seguir maravillando con el don de la palabra y las emociones. El unipersonal se puede ver hoy y todos los jueves de septiembre a las 19 en en Abra Cultural (Hipólito Irigoyen 840), con entradas que se pueden adquirir en Passline o en la boletería.

Nacido bajo el nombre de Alejandro Alfredo Rütschi el 19 de diciembre de 1954, Apo comenzó su carrera en el éter como periodista deportivo a los 19 años, tras terminar de hacer la colimba en la Marina. Fue su papá Alfredo, un reconocido periodista deportivo y creador del icónico Polémica en el fútbol, el que lo ayudó a ingresar a la recordada Radio del Pueblo (AM 1350). “Mi viejo me recomedó a Horacio Iranieta, que era amigo suyo y estaba encargado del deporte en la emisora, que seguía la campaña de Vélez con relatos de Ricardo Arias y comentarios de Carlos Parnisari. Le comentó que me quería meter en el Círculo de periodistas deportivos y le dijo que lo fuera a ver para colaborar”, recuerda el periodista que formó parte del mítico Sport 80 en Radio Mitre, comenta los partidos de fútbol que relata Víctor Hugo desde hace décadas y que actualmente conduce Donde quieras que estés, el ciclo de cuentos que se emite de lunes a viernes a las 23 por la AM 750.

-¿Y qué fue lo primero que hiciste en la radio?

-Llevaba en un papel los autores de los goles que escuchaba de radio Rivadavia para que lo dijeran al aire las dos personas de Estudios Centrales, que eran Sixto Durán y Ricardo Aristoi. Y como un regalo, me dejaron dar una información sobre básquet en la síntesis final de la transmisión. Recién ahí salía mi voz. La primera vez me presentó Ricardo Arias el 4 de agosto de 1974, un domingo, el mismo día que nació el Kily González, al que cada vez que lo entrevisto se lo recuerdo. “¿Y por qué me marca eso de que usted debutó cuando yo nací?”, me preguntó el Kily alguna vez. “Y porque eso demuestra que vos sos muy joven… y yo muy viejo?”, le respondí. No estoy equivocado: el 4 de agosto pasado el Kily cumplió 50 años de vida y yo 50 de profesión.

Aunque el destino siempre es posible de ser esquivado, el de Alejandro parecía marcado casi desde su nacimiento. Hijo de una madre que enseñaba el arte de contar cuentos (“se sabía de memoria más de 2 mil cuentos breves”, subraya, maravillado) y de un padre periodista deportivo que hizo de su casa un lugar por el que pasaban a diario periodistas de la talla de Dante Panzeri, Carlos Juvenal u Osvaldo Ardizzone, el joven se formó entre relatos, libros, discusiones y aroma y sonido de radio.

(Imagen: Jorge Larrosa)

“Siempre fui un desesperado oyente de radio”, le cuenta Apo a Página/12. “Si me preguntan qué elijo, entre escuchar o hacer radio, siempre voy a preferir la escucha. Me apasiona. Soy un oyente eterno... Eso que dice Borges está bueno… Él lo dice desde su altura y de su genio, yo lo tomo desde mi humildad. Parafraseándolo: Prefiero todo lo que he escuchado a todo lo que he hecho. Y trato de hacer una radio de autor artesanal, esa radio que escuché… Esa radio que sugiere. Que me formó y lo sigue haciendo porque sigo aprendiendo. Yo escucho Eduardo Aliverti, a Liliana Lopez Foresi, a los maestros de radio… a Víctor Hugo, con el que que tengo el privilegio de ser su comentarista, pero que me ayudó mucho a formarme como hacedor de climas de radio.”

-¿La radio es mucho más que una condición laboral?

-Cuando pienso en mi infancia, lo primero que me aparece es un sonido, el de la radio. Una transmisión de fútbol de fondo, siempre. Roberto Fontanarrosa dijo que si un día se hacía una película sobre su vida, le gustaría que saliera del fondo de una casa la voz de un relator uruguayo o argentino relatando un partido de fútbol. Ese sería su leitmotiv. Y yo pienso lo mismo. La radio es la cortina sonora de mi vida.

-¿Vos también elegirías un relato de fútbol de fondo, o acaso alguien relatando un cuento?

-Yo escuchaba todo. ¡A Hugo Guerrero Marthineitz, qué maestro! Para mí el más grande programa de la radio de todos los tiempos fue El Show del Minuto. Yo escuché “La Mujer Ilustrada” narrado por su voz. La gente me elogia a mí cuando leo cuentos de Ray Bradbury. ¿Pero escucharon al Negro? ¿Saben lo que era Hugo? Otro gran narrador es Quique Pessoa. O Liliana López Flores y Betty Elizalde leyendo cuentos. Me nutrí de las personas que formaban parte de ese universo de la radio en el que estaban Pedro Aníbal Mancilla, Nora Perlé, Estela Monte, Elsa Silvestre, Ricardo Jurado, Anselmo Marini, Leopoldo Costa, Orlando Ferreiro... Los locutores de las transmisiones de Muñoz en Rivadavia. Me hice escuchando a Rivadavia. Rivadavia tenía el monopolio, el 95% de la audiencia… hasta que llegó Víctor Hugo. Y les quedaba un pedacito a Gillo Arangio, a Bernardino Veiga.



La radio de autor

-Comenzaste siendo periodista deportivo, te transformaste en un reconocido comentarista de fútbol, pero te animaste a desarrollar esa radio de autor. ¿Te costó hacerte un lugar desde la cultura?

-Menos de lo que se cree. Empecé contando cuentos de fútbol, con Todo con afecto, el clásico programa de radio e los sábados a la tarde que espero que el año que viene vuelva, y luego empecé a narrar cuentos de todo tipo. En vez de dale la palabra a (Daniel) Passarella, se la damos a Norma Aleandro, en vez de que hable Américo Gallego, a Federico Luppi. Charlar con los actores, poder leer cuentos de Fontanarrosa, de Bradbury, de Abelardo Castillo, de Viñas, de Borges, de Cortázar… A los argentinos nos encanta que nos cuenten cuentos.

-¿A los futboleros también? Porque en la actualidad al periodismo deportivo se lo fagocitó la discusión y el impacto.

-Porque nos han puesto en el lugar de energúmenos violentos. Los intelectuales hicieron un laburo ahí, medio despectivo. Y los futboleros nos involucramos en la cultura popular. Hay mucha gente del fútbol que ha leído a muchos autores de tango, de fútbol, de literatura universal.

-A Osvaldo Soriano le costó ser reconocido.

-El fútbol era algo menor para muchos. Incluso la literatura futbolera. Y yo creo que en el fútbol se cuenta la vida. Como dice Dolina: en el rectángulo de una cancha de fútbol está la grandeza y la cloaca del hombre… La vida es eso también. Las mejores actitudes y las peores porquerías que tenemos están tipificadas en esa literatura de los maestros que se dedicaron al fútbol como Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Soriano, Fontanarrosa, Dolina… Eduardo Sacheri ahora, Mempo Giardinelli, Rodolfo Braceli. En Donde quiera que estés, el programa que hago todas las noches en la 750, pasan Borges, Cortázar, Bradbury, Abelardo Castillo, Viñas, los poemas de Pessoa, los poemas de (Vladimir) Mayakovski, los poemas de (Bertolt) Brecht, los poemas de Pablo Neruda…. Y me escuchan muchos futboleros. Mucha gente de la cultura popular. Por eso digo, nos pusieron en un lugar de mierda, nos pusieron en un lugar de energúmenos, que hablamos solo de la pelota y del juego. Nosotros somos tipos de la cultura popular.

-Como la radio, que continúa siendo popular y resiste, a pesar de todos los medios nuevos que surgen.

-El sonido de mi infancia es una radio. Yo soy un tipo que vivo solo. Me levanto y lo primero que hago es poner la radio. Antes que la tele. Ese clima de la radio, esa cosa directa de la radio, esa compañía de las voces de la radio, en la casa, no la reemplaza la imagen. Puede ser que después que tomo algo, que tomo los remedios como buen viejo, aparece la tele para ver cómo está el clima. Pero ya sé cuánto hay de temperatura por la radio. Soy un animal de radio.

-De hecho, no hiciste mucha tele.

-Hice, pero mucha menos que radio. Si tengo que elegir, entre hacer una misma propuesta y por el mismo dinero en tele o radio, siempre voy a elegir la radio. Aún con todo lo que dicen sobre que la radio ya perdió terreno, que está en caída. Yo soy de AM y de radio. Me adapto a la FM, me puedo adaptar al streaming. Lo que vos quieras. Me proponen y lo evalúo. Todavía no lo hago, pero lo haría. Es más tele que radio. En TV hice más radio que tele, como fue comentar partidos de fútbol con la imagen puesta y sale la voz en off. El lenguaje de la tele yo no lo capto. La tele es para los lindos. Una vez un productor me dijo una cosa que, según su visión, me tenía que alegrar: “vos sos lindo por radio” (risas). Claro, lo que te llega de la radio es la voz. No hay una imagen, no hay un atardecer, no hay una cara linda, no hay un buen cuerpo. La radio te lleva a la voz. Lo entiendo, pero fue fuerte que me lo dijera con esa brutal honestidad.

-¿Te enojaste?

-Noooo…. Recuerdo que una vez bromeé al aire de que cuando nací llegué tarde al reparto de caras… tipo 11 y media, 12 de la noche, y que al llegar el encargado me dijo “Alejandro, arréglese con lo que hay…” Y agarré lo que había tirado por ahí… Pero también dije en broma que al reparto de voces había llegado temprano, y elegí una bien sonora, bien grave. ¡Para qué….! A los dos minutos que digo eso, mensaje de mi mamá en el celu. Voy a la tanda y lo escucho: “Hola, mi amor, escuchame. ¿Por qué decís eso? Vos sos lindo, no es porque seas mi hijo…” Una genia mi mamá. Me decía siempre: “yo escuché mucho radio, y soy muy equilibrada, y vos sos el mejor comentarista”. ¡Y ella lo creía de verdad!

Historia y futuro

-Cumpliste medio siglo haciendo radio, cubriste 11 mundiales, 20 Copas América y muchas más Libertadores. ¿Hay algún interés nuevo por hacer?

-Lo que fue insólito es que de la radio pase al teatro. Eso fue como la novedad. Cuando mi amigo Darío Grandinetti un día me cuenta que estaban armando un teatro en Mar del Plata con Pablo Pérez Iglesias y Luis Garriga, que buscaban cosas alternativas y que habían pensando en mí, me sorprendió. “¿Por qué no me mandás lo que la gente te pide el sábado en la radio, que yo te voy a armar un espectáculo para hacer?” “¿Yo, actuando? Si yo no sé ni transpirar en verano...”, le contesté. Y me ayudó y así comenzamos Y el futbol contó un cuento con Marcelo Sanjurjo, desde 1999 al 2019. Impresionante. Fuimos por todo el país, más de 700 ciudades.

-¿Cómo fue abandonar la soledad del estudio de radio para contar cuentos sobre un escenario, frente a la mirada de cientos de personas?

-Al principio fue terrible. Me ayudó mucho Marcelo, que tenía mucha actuación con grandes cantantes, a los que acompañaba con el piano. También me ayudó Darío, que era el director, y me dio pautas para manejarme arriba de un escenario... Lo primero que me dijo fue: “vos leé cuentos y contá, como hacés cuando cuando vamos a comer y contás las anécdotas”. Y se ve que gustó porque lo hicimos durante casi 20 años por todo el país. Era muy lindo porque nos venía a ver gente de los distintos pueblos cercanos a donde nos presentábamos. La primera vez que Victor Hugo vio el espectáculo me lo había adelantado: “Es un espectáculo para pueblos chicos: los van a ir a ver gente de todos los pueblos del país”.

Víctor Hugo, Maradona y el país

-Desde hace más de dos décadas sos el comentarista de Victor Hugo. ¿Qué significa en tu vida profesional y personal?

-Victor Hugo es un familiar elegido. Es uno de los hombres que más quiero en la vida. El nene es una figura mundial. La amistad nuestra es como la de Claudio Canigia con Diego Maradona. Está sobreentendida. Canigia iba a ver Gimnasia y Esgrima de La Plata cuando Diego dirigía y no bajaba al vestuario: iba a sufrir por el amigo que dirigía y se iba a la casa. No necesitaba mostrarse, ni abrazarlo, ni estar con él, ni nada. Algo de eso nos pasa. A lo mejor viene acá, ahora, y te saluda a vos pero no a mí. Por eso digo que es un familiar elegido. Yo creo que para él es lo mismo. Es natural para mí estar con él. El otro día nos invitó a comer a su casa a mí y a Julio Ricardo, pero no lo siento como un evento o un encuentro especial, sino como algo natural.

-Conociste a grandes relatores de fútbol desde muy pequeño y los escuchaste a casi todos. ¿Víctor Hugo es el mejor?

-Mi medalla es que puedo decir que soy el comentarista de Víctor Hugo, del más grande relator del planeta y sus alrededores. Es el más grande, el más completo. Es como Diego en este sentido. Mi teoría es que Maradona es único y Messi es extraordinario. Lo dijo Messi hace poco: “Todos queríamos ser como Diego, jugar como Diego”. Yo necesitaba eso de Messi. Como maradoniano loco, lo abracé en mi soledad. Messi dijo lo que había que decir. Riquelme dijo algo parecido, con Messi adelante y ante la multitud de la bombonera: “no soy amigo de Maradona, nunca hubiera sido amigo, pero nunca vi un jugador que hiciera lo que hacía Maradona en una cancha”. En ningún otro jugador que vi y me contaron se dio en una misma persona la habilidad, la inteligencia, el don de mando, la personalidad como la que concentró Maradona. Encima, desde la inteligencia, la habilidad y el liderazgo, el tipo fue siempre por el camino más bello, es el más contundente de todos. A eso se le agrega a la permanente transmisión de una gesta heroica: Maradona tiene como un vínculo con el heroísmo y lo transmite… Por eso el vínculo con la gente es indestructible. Además, claro, de la conciencia social, que es que siempre supo la situación de sus padres, siempre supo cual era la situación de sus amigos, siempre consciente de que él vivía un mundo que no era el real. Por todo eso es que en la pileta de los grandes Diego está nadando suave, por ahí anda Pelé chapaleando, y obviamente que también está Messi, que es un jugador extraordinario. Me encanta la definición de Bilardo sobre Messi, dice que la pelota es un hueso más de su cuerpo, que ni siquiera tiene que mirarla para conducirla como y adonde quiere.

-Justamente, el espectáculo que hacés ahora en Abra Cultural es la excusa para hablar de Diego, ¿no?

-Maradona es el inventor de la pelota, es único. Y en este espectáculo hago la primera parte sobre el barrio, sobre la vida de pueblo, contando historias para llegar a Diego, con cuentos y textos que hablan sobre Maradona. Diego es el símbolo nuestro de los futbolistas. Ahora le quieren inventar nuevas figuras, dicen que Maradona fue superado, pero es imposible que engañen a la gente porque la gente sabe que ese mensaje de Diego les llegó al alma.

-Con respecto al país y a todo lo que ocurre alrededor de la cultura, ¿cómo evaluás este momento de Argentina?

-Uno de los peores, donde los valores están todos subvertidos. Se ha instalado un agente en el gobierno que tiene como base no permitir el crecimiento de cada uno de los integrantes de la sociedad argentina, en todos sus aspectos. Y se instaló como cuando subió Macri, la idea de que no se dan servicios, sino que se hacen negocios. Ese criterio es el que prima. Entonces, es más prestigioso desde la escena oficial ser el ganador de la Champions League, como es Caputo, porque es un astuto financista, que Julio Cortázar o Abelardo Castillo. Es el mundo de los negocios, el mundo de la frialdad, el mundo de abandonar la lucha de los trabajadores y de los Derechos Humanos. Debe ser uno de los peores momentos de Argentina, desde el punto de vista de la batalla cultural, de todos los tiempos.

-¿Creés que el hecho de que el gobierno haya puesto como “enemigos” a representantes de la cultura no es casualidad?

-Se pelean con todos porque el mensaje cultural es verso para ellos. Para ellos es el negocio, “¿cuánto vale, ¿hacemos esta?” Pero creo que el pueblo argentino se va a rehacer. Confío que la historia de la cultura popular se va a acoplar a todo lo que significa la manera de vivir en un país más justo, más libre, más tranquilo, lejos de esa angustia de odio permanente que plantea este gobierno.