El 21 de diciembre de 1923, la nadadora argentina Lilian Gemma Harrison inició desde Colonia, Uruguay, su cruce al Río de la Plata. 24 horas, 19 minutos y 30 segundos después -según los tiempos oficiales- llegó a Punta Lara y se convirtió en el primer deportista en lograr ese nado. Su condición de mujer fue todo un tema para la época. 42 kilómetros. Fue tapa de El Gráfico. También de los diarios. Los medios audiovisuales le dedicaron un espacio merecido. Y hasta una película. Heroína del siglo la tiene como protagonista. Pero las noticias de entonces destacaban que durante el nado la habían acompañado cuatro varones. Nadadores, en realidad, que habían intentado la misma hazaña pero que no lo consiguieron: Enrique Tiraboschi, Luis Garramendy, Elio Pérez, Romero Maciel y Vito Dumas. Nada sorprendió tanto como que el logro haya sido de una mujer.
Aquello, cien años después, lo recrean Matthew Brown y Pablo Ariel Scharagrodsky en su genial Nadando contra las corrientes - Lilian Harrison y los cruces a nado en la década de 1920 (editorial Prometeo), imperdible trabajo histórico y sociológico. Con una Harrison en tapa blanco y negro, traje de nado enterizo, a punto de lanzarse al agua. Tal vez la foto preparada de antemano. Brown y Scharagrodsky escriben que las imágenes de época podían ser instantáneas o armadas para luego promocionar como hechas en el mismo momento de la acción.
La "Revolución Harrison" fue increíble. El presidente de entonces, Marcelo Torcuato de Alvear, la felicitó en ceremonia. Harrison, de 19 años, proveniente de una familia acomodada de Quilmes, fue por más. Al año siguiente quiso ser la primera en lograr el cruce al Canal de la Mancha. Lo intentó infructuosamente cuatro veces. En una tuvo que dejar por una lesión, en otra casi muere por el frío. "Estuvo muy cerca de concretarlo ante la atenta mirada e interés de la prensa local e internacional, aunque no lo logró. No obstante ello, Lilian ingresó a través de la prensa de mayor circulación nacional, en el panteón de las grandes deportistas argentinas. Sin embargo, su ingreso fue muy particular y, con el paso del tiempo, su reconocimiento se diluyó", escriben los autores.
Pablo Scharagrodsky es Doctor en Ciencias Sociales y Humanas por la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y docente, y Matthew Brown es Doctor en Historia por la University College London, Inglaterra, además de Profesor en Historia Latinoamericana en la Universidad de Bristol, Inglaterra. Para contar la historia de Harrison fueron más allá de los hechos. Analizaron cómo se trató su logro en aquella sociedad machista, investigaron archivos de época y entrevistaron a descendientes de la nadadora. Entre ellos, su hija, de 96 años, y sus nietos y bisnietos.
Harrison y sus hermanas habían ido a estudiar a Letchworth, Inglaterra. Cuando regresaron a la Argentina se instalaron en un campo de Martínez, al norte del conurbano bonaerense. Lilian era una deportista especializada en natación. Su dieta era vegana. Entrenaba en el Club Náutico San Isidro junto a la élite "de la natación, el remo y la navegación". Las autoridades del club impulsaron su cruce al Río de La Plata. La revista El Gráfico prometió un premio de 5.000 pesos, la compañía comercial Kalisay fabricó una copa de oro sólido. Harrison tuvo a su disposición los servicios del médico del club, Gofredo Grasso, quien la asesoraba sobre alimentación. Gunther Webber fue su entrenador personal.
Antes probó nadando desde Zárate a Tigre por el Río Paraná. No paró de entrenar. También nadó entre San Isidro y Puerto Nuevo. Hasta que logró la hazaña del Río de la Plata. El diario La época expresaba: "el triunfo de nuestra nadadora significa que la mujer posee, o es susceptible de desarrollar la misma capacidad del hombre para afrontar las grandes empresas que reclaman la potencia máxima de las facultades que integran la personalidad: energía muscular, temple moral".
Después de tres intentos fallidos, el 10 de agosto de 1925 intentó por cuarta vez cruzar el Canal de la Mancha. Aguantó siete horas y media. "El nado terminó en agotamiento y colapso después de siete horas. El grito de Harrison 'Sáquenme, he terminado' fue transmitido y difundido por la prensa internacional alrededor del mundo. Este sería su último intento. El mismo día, citaron a Harrison anunciando 'una y otra vez que nunca más intentaría cruzar el áspero y traicionero canal'", se lee en Nadando contra las corrientes.
"El objetivo del libro es mostrar la existencia de mujeres silenciadas que reclamaron por sus derechos, en este caso deportivos. Que una argentina de Quilmes haya cruzado a nado el Río de la Plata, algo que habían intentado los famosos machotes de la natación, es tragicómico, irónico para los medios de prensa de entonces, que desde un discurso más dominante intentaron bajarle el precio a su conquista", le dice Scharagrodsky a Página 12. Y agrega: "Algunos hablaron de suerte o de clima galante. Incluso se hizo hincapié en que la acompañaron varones, que vale aclarar habían fracasado en el intento. Con este trabajo demostramos la cantidad de Lilian Harrison que hubo en Argentina y otros países a las que se intentó silenciar. Para Liliana fue costoso pero lo logró. Fue una mujer empoderada para la época. La trataban de histérica, que era uno de los calificativos que se les daban a las mujeres en estos tiempos".
"El triunfo de Lilian –dice Scharagrodsky– comenzó a cuestionar las historias de las hazañas deportivas como experiencias eminentemente masculinas; rechazó que los varones sean los únicos capacitados en afrontar peligros o situaciones extremas, puso en cuestión parte del imaginario acerca de la supuesta inferioridad física, emocional e intelectual femenina, objetó a aquellos que asociaron feminidad y desafíos físicos con imposibilidad de logros".
Retirada de la competición, Harrison se fue a vivir a Londres, donde se capacitó en medicina deportiva. Cincuenta años después del logro, Harrison fue entrevistada por la revista Siete Días. Y destacó: "Nunca podré olvidarme que uno de los presentes en Colonia, Uruguay, no se cansaba de asegurar que estaba loca y que no llegaría ni al farallón. Mire qué extraño: cuando toqué tierra en Punta Colorada, cerca de Punta Lara, lo primero que se me ocurrió pensar fue en aquella persona que había comentado lo de mi locura un día antes".
Tenía 89 años cuando falleció el 11 de enero de 1993. Su hazaña en el Río de la Plata recién fue igualada el 22 de marzo del 43 por Lita Tiraboschi. Pero nada quita que Harrison fue pionera. Tal vez olvidada para las nuevas generaciones, Nadando contra las corrientes es un acto de justicia.