Las comparaciones son molestas, pero en este caso ayudan a entender una época. Basta mirar los colores de temporada escolar que teñían los afiches de su edición anterior -con artistas como Las Ligas Menores, Juana Molina o FERMIN- y cómo ahora el Festival Mutante 2024 mantiene sus letras inflables pero las eleva con otra intensidad. Su comunicación violeta y negra pone un pie en un juego más denso. La oscuridad, el vacío y la transformación que estrictamente define su nombre, son los climas que consiguen envolver los nombres de esta nueva entrega. El domingo 1° de septiembre desde las 17, Broke Carrey, Mujer Cebra, K4, Nenagenix y Las Tussi se encargarán de embadurnar el escenario del C Complejo Art Media.
En su tercer año, el evento propone "celebrar la mutación, la diversidad y el fomento de la cultura independiente". Expertos en resolver ante la falta (como todo argentino) y en un contexto aplastante, los cinco nombres que forman el equipo del Festival acuerdan en algo: las ideas se están moviendo y lo próximo es excitante.
Buscar metáforas para contar las pruebas artísticas de K4 sería perder el tiempo. Más asertiva es su apariencia. En 2018 su pelo era amarillo transgénico y en vivo saltaba en cuero y bermudas, a la par de sus secuaces de la RIPGANG. Hoy va de negro, y el estadillo esquizoide que reiteran sus canciones permanece en la performance. K4 habla con pausas y tono sugerente, como un orador border que hoy se inspira con Sr Tomate y Todos Tus Muertos.
- ¿Qué cambió desde entonces?
- K4: En esa época hacía todo solo: me grababa, producía los beats, mezclaba, masterizaba, hacía las portadas y videos, los subía a plataformas. Cuando empezamos a laburar con el sello -Bohemian Groove- fue un cambio abismal. El último disco lo saqué con ellos y me puse a trabajar con FERMIN. Fue pasar de tener el control total a ceder y compartir, que también me costó un montón. Al principio me volvía llorando a mi casa. Pero aprendí mucho, también desde lo técnico, viendo cómo labura otra persona. Como también aprendí en mi rol de productor en el disco de La Piba Berreta (Un Dios nuevo). El producir y hacer para otres también te abre a aprendizajes, a cosas que no harías para vos porque no es lo que requiere tu proceso. Ahora estoy armando lo que va a ser mi próximo disco.
- ¿En qué momento ves a la música argentina?
- Creo que cada uno está en la suya y eso es necesario para que se abran aristas nuevas. Hay mucha copia de la copia de la copia de la copia, como siempre, y creo que es inevitable que eso suceda. Pero siento que hay mutaciones, como el caso de Dillom, de dónde venía y a dónde fue; eso abre un lugar. La aparición de los Swaggerboyz abre otro lugar.
Junto a La Piba Berreta, K4 conduce un programa por stream llamado Críticas destructivas, movida que lo mantiene cerca de ver la novedad, aquello que está haciendo la gente y no es lo que uno consume. Con un invitado diferente en cada emisión, reciben música y entre todos opinan con sinceridad. "Lo clave es que lo que decimos es una opinión que no se la va a dar ni su mamá, amigo o novia. Nos enseña también a nosotros, porque a veces uno está acostumbrado a ser condescendiente con el otro, y acá nos exponemos a decir la verdad: es un espacio para juzgar técnica y filosóficamente la obra de otro."
En estos años de turbulencias fuera y dentro de la agenda, algo no cambió y es el radicalismo climático de Mar del Plata. De ahí vienen Las Tussi, un trío grungero que no baja la guardia. Mientras preparan temas nuevos antes del festival ("para alimentar la manija propia y ajena") respondieron sobre el estado de su lugar de origen.
"En estos años cambió mucho y hay actividades autogestivas. Nos gusta Mar del Plata, hay nuevas generaciones con propuestas y eso es atractivo. También hay más lugares para tocar. Antes si no tocabas rock estaba todo mal", compara Ana. Y Mecha completa: "Mar del Plata nunca tuvo una construcción post Cromañón, como sí sucedió en otros lugares. Es como si las leyes viejas las hubieran grabado en piedra. Allá todos los lugares cierran temprano, no venden alcohol a la noche, etcétera. Es la ciudad a la que la gente va a retirarse, así que tiene lógica".
- ¿Y dirían que hay un sentido colectivo en el panorama musical?
- Ana: A esta altura ya tenemos líneas de sangre con muchas bandas. A veces funciona y a veces no. A nosotras nos ayudaron siempre, teniendo en cuenta que venimos de otro lado, desde alojamiento a prestar instrumentos, equipos, y eso es recíproco. Se nota que hay bandas que se están linkeando con otras afines y también es una manera de ampliar el circuito. Sino es siempre Quilmes, capital, Mar del Plata; está bueno que se amplíe.
- Mecha: También creo que las bandas se están dando cuenta de que solas no las hace nadie, hay que trabajar entre todos. Si ahora estás arriba es porque alguien en algún momento te ayudó.
Una fórmula azucarada de laboratorio engendra dibujitos de chicas con moños. Más que pócima, el brebaje que compone a las Nenagenix se traga en seco, empinando la propia garganta. En ese pacto que une lo musical con eso otro igual de intangible (el espíritu), el grupo se muestra entusiasta ante la predisposición de sus compañeros de banco, mientras adelantan un cambio estructural con energía renovada, una nueva era de la que serán testigos quienes formen parte de la presentación que se avecina.
Dice Victoria que hay mucha camaradería: "Gente que ha laburado lo visual con nosotras y que también lo ha hecho para otras bandas, integrantes de unas bandas haciendo de stage en otras, haciendo fanzines de alguien particular pero que también incluyen a otras, o miembros repetidos en distintas formaciones. Es un mini universo y es muy emocionante".
Y Martu complementa: "La escena se expande pero, detrás de todo, los pilares somos las mismas bandas, y nos ayudamos entre todos. Hay algo de competencia pero que tiene que ver con ver que tal sacó un disco que suena buenísimo y eso te motiva a vos a producir un disco que también suene muy bien. La movida crece por las bandas, y a veces ni siquiera nos damos cuenta".
- ¿Qué importancia le dan a lo visual?
- Laura: Mucha. Como somos nosotras, es imposible no querer conceptualizar de todas las formas posibles. Es una forma de diferenciar a las bandas también, más allá del sonido. Es una impronta que está hecha para personificar a la banda, creo que fallar en no darle pelota a eso es un poco perder la personalidad.
- Martu: Perdés un medio para cubrir lo que querés decir, no hay nada más expansivo o que abarque tanto como algo que podés ver. A veces lo primero que ves de una banda es la portada del álbum, te gusta, te llama la atención, entonces vas a escucharla. En el universo Nenagenix eso es fundamental, se notó en lo que hicimos para Lo más cercano a caer. Eso ayuda a la música, a interpretarla, porque nacen nuevos sonidos a partir de conocer las imágenes, con lo cual asociás tu mensaje.
Basta apenas una caricia en la llaga para saber que a los Mujer Cebra la oscuridad les tiende la mano. La misma que les dictó las composiciones de su primer disco y siguió sobre la lírica de su sucesor, CLASE B. Santiago Piedra, la voz de la banda, ve un giro sustancial mientras recuerda el conventillo estilístico que circulaba cuando empezaron a andar: "Están apareciendo cosas piolas en todos los estilos, más allá del alternativo, y es más grande de lo que imaginaba. Hay una camada de hijos de músicos o gente que ya pasó esto de estar tocando, y vienen con doble sabiduría; gente a la que le pusieron una viola al lado a los dos años y salieron tocando. Se viene un recambio cultural muy grande, sobre todo en momentos del país donde lo piden un poco".
"Me parece divertido lo que pasó cuando aparecimos, donde estábamos agrupados con otras bandas que no tenían un carajo que ver, nos unía la potencia. Pero de pronto si se quería meter alguien más tranqui para cortar algo, mejor. Prefiero ese tipo de encares que de pronto ir a ver un festival de metal donde son ocho bandas del mismo estilo. Quizás tengo el cerebro medio podrido de tanto ver reels; uno se va acostumbrando al estímulo constante", admite el cantante. "A fin de cuentas, nos quedamos con nuestras bandas amigas y si alguien necesita algo estamos al alcance. No nos comimos ninguna película. Cuando sentís que estás tirando para el mismo lado que el resto, se genera un lazo implícito."
Como un fetiche del under porteño, las remeras de Mujer Cebra se multiplican a borbotones entre los públicos de recitales. Un uniforme algodonoso y sobrio para identificar una elección o simple postura estética. Un trapo más simbólico que muchas banderas. Una apuesta que empezó con una inocente tanda de veinte y ahora es parte del mapa de la noche. Una estampa que gracias a la soberbia ilustración de Santiago Moscardi, continuada en las portadas de singles y flyers de fechas, sería capaz de ampliar el código animal en una novela gráfica.
- ¿Qué les pasa con esa moda que parece haberse instalado?
- Pareciera que ya es más importante la imagen que el sonido. Me hincha un poco las pelotas, porque estás dejando toda la cuestión musical de lado. Las cosas entran por los ojos, entiendo, pero a veces veo propuestas a las que les está yendo muy bien y no veo mucho laburo de fondo, no me estás diciendo nada. No es algo de ahora tampoco, y no reniego. Mientras haya gente que quiera escuchar música por como suenan o por lo que significan, no me puedo quejar.
- Debe haber versiones truchas a esta altura.
- ¡Seguro! Una vez tocamos en Jujuy y un pibe se había hecho una bootleg. Antes de la pandemia, el mainstream se tenía que vender desde lo visual, poniéndose un sello, una etiqueta. A nosotros eso no nos importó, empezamos a cantar desde lo que nos estaba pasando y creo que fue lo que generó el aguante en la gente. La remera un poco representa eso, más la gente que se sube porque está buena y ni en pedo nos escuchó y la tiene porque "es la remera que tienen todos", hay algo de eso también.
- Hay un contraste evidente entre el cartel del Mutante de este año y el de 2023. El de ahora es más hardcore. ¿A qué se lo atribuís?
- Va más al hueso esta vez, somos más peludos, más violentos. Me parece que está todo prendido fuego y eso se siente. O al menos hay más necesidad de sacudirse, de sacar la mierda para algún lado. Va a ser un fechón y lo digo como espectador, más que como artista que toca.
- ¿Y cuál es el momento de Mujer Cebra ahora?
- Estamos en el límite difuso. Uno se acostumbra rápido, pero la verdad es que no me imaginaba estar tocando en un lugar tan grande para tanta gente. En el medio estás yendo y viniendo, llevando equipos, tocando. Es lindo pero ahora estamos en ese vertiginoso límite: no se puede decir que estamos pegados pero sí estamos con un sello grande, tocamos en lugares grandes. No me quiero detener a pensarlo mucho porque sino me enloquece sentir que no estoy parado arriba de nada, en lo que me puedo sostener es en que puedo seguir haciendo lo que quiero y tengo los recursos y el tiempo para seguir cantando de lo que me pasa. Si de alguna manera todo llegó solo por laburar, haciendo lo que queríamos de una manera responsable, hay que seguir haciendo eso.
El hotel de Carrito tiene jabón Federal. El desayuno se sirve con dulce de leche ligero y café al paso. Habiendo expulsado el brillante disco debut BAM, presentado con artilugios acordes y un EP igual de efectivo, la concesión de Broke Carrey pide ampliar franquicias. Y así se encuentra ahora, a punto de abrir más ventanas, con temas nuevos que profundizan su búsqueda compositiva. En esta aventura añade una prestación deluxe: el trabajo junto a Coghlan, productor de Faraonika.
"Voy a presentar varios temas nuevos. Estoy más contento que nunca con eso, siento que llegué, sobre todo con la escritura, a un nivel más cercano, más transparente. Es además un primer acercamiento a lo que quiero hacer a futuro, simplemente escribir sobre lo que pienso y cómo vivo las cosas. Son letras muy actuales y musicalmente lindas, grabamos percusiones, vientos."
- Tu disco toma una posición explícita para recuperar el valor de la música nacional. ¿Ves este tipo de decisiones en otros proyectos?
- Creo que es algo que está en el inconsciente colectivo y no solamente en la música. Son momentos, así como tuvimos la época for export de la que nos cansamos, como consumidores, artistas y productores. Soy creyente de que cuando hay una idea que empieza a pregnar, de repente estamos todos pensando en eso pero ejecutándolo de maneras diferentes.
- ¿Hacia dónde va la escena?
- Se viene un momento muy especial de la música argentina, ya lo estamos viviendo, pero ahora va a ser más fructífero, en contraste con la situación general del país. En ese sentido, espero que sirva de algo para contrarrestar la actualidad, revivir un poco la cultura en un momento tan complicado y que estemos de mejor humor para enfrentar estos momentos. Veo algo de conexión y compañerismo mucho más intenso que en años anteriores, y se está dejando de lado un poco la competencia. Con la RIPGANG aparecimos en un momento hostil, ahora eso quedó en el pasado. Estamos recibiendo a los artistas emergentes o conectando todos más allá de las diferencias, y eso tiene que ver con un sentido de pertenencia con lo nuestro.