Entrevista a la psicoanalista Gabriela Grinbaum, miembro de la EOL y de la AMP, a propósito de la temática del Coloquio Seminario Inter-Secciones del 31 de agosto en la ciudad de Santa Fe organizado por EOL Rosario y EOL Santa Fe "Dejarse caer y subir a la escena - Pasaje al acto y acting-out". Grinbaum ha sido AE de la EOL y actualmente AME (Analista Miembro de la Escuela). Interlocutora de EOL Rosario, estará presente junto con Elena Levy Yeyati, Interlocutora de EOL Santa Fe. 

-A partir del título del Coloquio Seminario le pregunto: ¿en qué tipo de circunstancias alguien se deja caer de la escena?

-Para que alguien se deje caer de la escena, fue necesario que antes haya subido a la escena. El sujeto llama al Otro cuando siente que ese otro no está. Y sin saberlo monta una escena para tener un lugar en la mirada, en el amor, en el reconocimiento del otro.

Podemos decir que de alguna manera en esta época no hacemos otra cosa que subirnos a alguna escena, a alguna plataforma, a alguna App… en fin… subir una foto a instagram es mostrar algo a algún alguien.

Inmediatamente vamos a investigar quién nos ha mirado, likeado, quién “reaccionó” a esa imagen mía que di a ver en el mundo virtual que habitamos. Puede que nos inunde la satisfacción al constatar que aquel a quien dirigí la escena me regale un corazón. ¡Sí, Me dió un like!!!!!, y probablemente es el puntapié a una conversación, aunque difícilmente, ya lo sabemos, pase a otra escena. Pero puede ocurrir lo contrario, que ni siquiera la haya visto. Y entonces…

Estamos en tiempos en donde el cogito cartesiano “Pienso, luego existo”, se ha trastocado a “Me mira, luego existo”. No ser mirado puede desencadenar turbación, angustia, desgarro, “ya no me quiere” pues “ya no me mira”.

Esto que relato, quizá suene a nimio, peor aún, a una exagerada frivolidad, pues no… los analistas recibimos pacientes, en especial los más jóvenes, que frente a una coyuntura de este orden a veces están en el umbral de dejarse caer. Algunos pasan el umbral, con consecuencias que van desde “me bajo de todas las redes”, “lo dejo de seguir”, hasta la ingesta abusiva de algún psicofármaco e incluso llegan a cortarse.

Montar una escena es siempre convocar la mirada de un otro. Quizá ese otro es el padre de una jovencita, los padres de la posmodernidad miran menos, es decir, se miran más a sí mismos, lo que deja a los jóvenes muy frecuentemente en ese umbral de lo que llamamos pasaje al acto, es decir, como lo dice Lacan, “laisser tomber”, dejarse caer.

-Ante una crisis que pone en peligro al individuo y hay urgencia, ¿cómo puede operar el psicoanalista?

-Es fundamental que el analista recoja el guante de esa mirada que el sujeto buscaba en esa escena. El analista tiene que responder, tiene que estar, con su mirada, con su voz, con su escucha, con su presencia. Alojar ese llamado al otro que no ha encontrado el destinatario.

-¿Es posible aliviar el sufrimiento en la urgencia subjetiva? ¿Cómo?

-El analista no “salva vidas” como el médico. Pero el analista siempre va a ir contra la pulsión de muerte. No se trata para el analista de convencer a nadie de que la vida tiene sentido. Pero sí un analista debe hacer saber a su paciente que la vida tiene un valor y de eso se trata, de dársela.

*Psicoanalista. Coordinación y edición de Psicología de Rosario/12.