IL PRIMO GIORNO DELLA MIA VITA 5 puntos
(Italia, 2023)
Dirección: Paolo Genovese.
Guion: Paolo Genovese, Isabella Aguilar, Paolo Costella y Rolando Ravello.
Duración: 121 minutos.
Intérpretes: Toni Servillo, Valerio Mastandrea, Margherita Buy, Sara Serraiocco, Gabriele Cristini.
Estreno en salas de cine.
¿Por qué habrán dejado el título original en italiano en lugar de traducirlo por un literal “El primer día de mi vida”? Cosas de la distribución cinematográfica que muchas veces son imposibles de dilucidar. En cualquier caso, Il primo giorno della mia vita, en italiano o en español, es un relato narrativamente accesible y universal en términos emocionales que reúne a un realizador conocido por el público local con un reparto que incluye al ubicuo Toni Servillo, la gran estrella de il cinema italiano contemporáneo. Paolo Genovese, el director de ese batacazo internacional llamado Perfectos desconocidos (2016), origen de al menos quince remakes realizadas a lo largo y ancho del globo, describe en el comienzo de su última película un intento de suicidio detenido justo a tiempo por un misterioso hombre (Servillo, desde luego). ¿O acaso la muerte ocurre, como parece indicar el disparo en la noche, y lo que sale caminando del automóvil no es precisamente un cuerpo viviente?
Quien intenta quitarse la vida es una mujer policía interpretada por Margherita Buy, otra figura insoslayable del cine italiano, pero no estará sola. En el transcurso de esa misma y lluviosa velada, el hombre sin nombre recoge a otros tres suicidas: una exgimnasta que luego de un accidente solo puede moverse en silla de ruedas, un niño glotón cansado de su fama en las redes sociales y un conferencista motivacional que se quedó sin gasolina existencial, este último interpretado por Valerio Mastandrea. De allí a un pequeño hotel que parece haber visto mejores épocas y el veloz reconocimiento de que la vida ahí afuera sigue adelante. El cuarteto no puede bañarse ni comer ni beber, pero sí caminar entre los vivos durante siete días. Sin utilizar la palabra explícitamente, resulta claro que se encuentran en una suerte de limbo con tiempo de caducidad .
A partir de ese momento, cualquier parecido con la última media hora de ¡Qué bello es vivir! no es casual: el hombre en cuestión es algo así como un ángel (aunque la terminología católica no tiene lugar en el relato) cuyo trabajo consiste en ofrecerles a sus protegidos la oportunidad de arrepentirse del desesperado acto y seguir con sus vidas en la tierra. Como si fueran fantasmas que nadie más puede ver, los cuatro personajes comienzan a recorrer las calles de la ciudad y son testigos de cómo es la existencia sin su presencia. Hay momentos sutiles y otros de calibre grueso, como esa secuencia en la cual asisten a un desvencijado cine para atisbar destellos de cómo sería el futuro personal de optar por un arrepentimiento. Ostentosamente emotiva, Il primo giorno della mia vita alterna lecciones de vida ramplonas con instancias en las cuales el humor y la ironía atemperan las emociones más lacrimógenas. La reacción del espectador dependerá en gran medida de la resistencia o intolerancia a los sabores agridulces de la sensiblería.