River hizo un culto a la efectividad para asegurarse su boleto en los cuartos de final de la Copa Libertadores. En una serie que fue mucho más pareja que lo que indica el marcador, el conjunto de Gallardo hizo valer la ventaja que trajo desde Córdoba y su eficacia frente al arco rival para imponerse 2-1 a Talleres para citarse con Colo Colo en los cuartos de final. No deslumbró ni de local ni de visitante, pero fue justo ganador de la eliminatoria.

El ánimo renovado por la llegada de Gallardo y el tranquilizador triunfo del encuentro de ida sirvieron para que River no se preocupara demasiado por un desarrollo que no le era favorable en la primera mitad. Talleres, bien agrupado en defensa y dispuesto a desplegarse cuando recuperaba la pelota, mantenía el control del duelo y hasta se mostraba más peligroso frente al arco rival.

River, por el contrario, tenía muy aislados por las bandas a Meza y Mastantuono, por lo que Borja casi no participaba del juego, además de que la pelota pasaba más por volantes de corte que los creativos. Así pasó la primera media hora, en la que lo único positivo para el local era la ventaja que mantenía en la eliminatoria.

Sin embargo, una corazonada de Kranevitter, que presionó solo a tres jugadores de Talleres, provocó una mala entrega de Portilla, que desembocó en un pase de Simón, una asistencia de taco de Aliendro y una definición goleadora de Borja. Sin jugar bien y en su primer tiro al arco, River empezaba a liquidar la serie, más allá de Armani seguía pasando sobresaltos y tuvo una atajada clave ante un remate de Riveros.

El gol de Santiago Simón con un toque sútil de punta en el arranque de la segunda etapa tras un gran centro de Meza le sacó el poco misterio que le quedaba a la serie y permitió los mejores minutos de River, que con los ingresos de Echeverri y Colidio, además de la tranquilidad del marcador, mostró su mejor rato de fútbol, bastante más cercano a lo que pretende su entrenador. 

Pero cuando mejor jugaba River, Talleres encontró una gran habilitación de Esquivel para que Riveros le cediera el gol por el medio a Girotti. El tanto le devolvió un poco de vida a la llave, pero el local ya había cambiado su imagen, mantenía el control estratégico del juego y generaba las ocasiones más claras del duelo.

Así pasaron los minutos y la fiesta se posó en el Monumental. River no jugó del todo bien, pero se sacó con autoridad a un rival de cuidado y ahora tendrá un mes de trabajo con su nuevo entrenador para acoplar los refuerzos y para que Gallardo le pueda dar su impronta al equipo. Por el momento, ya le transmitió su espíritu, suficiente para sacarse de encima a Talleres, meterse en los cuartos de la Copa y cumplir el primer objetivo del nuevo ciclo.