El 9 de agosto falleció el destacado economista francés Pierre Salama. Reconocido latinoamericanista, galardonado con la cátedra Julio Cortázar, doctor honoris causa de la Universidad Autónoma de Madrid y de la Universidad de Guadalajara, también en México. Pierre Salama publicó numerosos libros, la mayoría de ellos traducidos al español y al portugués. Miembro del comité editorial de varias revistas académicas, participó en la fundación y en el Consejo editorial de la revista Critique de l’Économie politique. Fundó y dirigió el Grupo de Investigación sobre el Estado, la internacionalización de las Técnicas y el Desarrollo (GREITD), y fue director científico de la revista Tiers Monde. Codirigió con Robert Boyer la colección “Textos de apoyo/Economía” publicada por La Découverte. Entre sus libros más destacados se encuentran Neoliberalismo, pobreza y desigualdades en el Tercer Mundo, Introducción a la economía política y El desafío de las desigualdades.

Lo conocí en París y nos hicimos amigos de modo que cuando viajaba a la Ciudad Luz y él a Buenos Aires nos frecuentamos e intercambiamos nuestras ideas y pensamientos, lo que no impidió puntos de vista diferentes. En lo personal, era muy afectuoso y lucía siempre una sonrisa en el rostro. En 1995 organizamos conjuntamente un seminario internacional sobre los procesos de globalización e integración regional que tuvo lugar en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Se incorporó en el consejo asesor internacional de la Revista Ciclos y me invitó a dar clases en su cátedra de la Universidad de París XIII-Nanterre, donde era profesor emérito.

La dinámica del subdesarrollo, el modo de financiarización de los países emergentes, y el estudio de las desigualdades y la pobreza con un detallado análisis estadístico y gráfico y visión comparativa, fueron sus principales campos de investigación (en adelante entrecomillamos sus frases más significativas). Su dedicación a América latina fue resultado de su vinculación con Celso Furtado, del que llegó a ser su ayudante, y que, en los años 70, siendo exiliado, dictaba un curso de doctorado en París sobre el desarrollo económico de la región. Eso lo hizo volcarse al estudio de los países latinoamericanos, en especial Brasil, México y Argentina. Le preocupaba sobre todo el problema de las desigualdades económicas y sociales. Y en sus análisis sobre la pobreza iba más allá de las meras cifras publicadas por los organismos que manejan estadísticas. 

 En su origen, Pierre tenía una perspectiva marxista no dogmática, que fue cambiando con el tiempo. Decía, por ejemplo, que el Estado constituía una ”abstracción real” y debía agregarse en los países subdesarrollados a la cadena lógica de categorías económicas marxistas: mercancía-valor-dinero-capital. Utilizó de manera creativa ese marco conceptual para analizar el surgimiento y desarrollo del capitalismo en América latina a fines del siglo XIX. 

Si el capitalismo es impulsado por la burguesía, ¿cómo podía explicarse su nacimiento en una región que carecía de burguesías industriales? Para Pierre esto resulta así porque la acumulación de capital en esa región era mayormente parte del desarrollo capitalista a nivel mundial, y no fruto de la evolución interna propia de cada país, generando un capitalismo dependiente. De ese modo, el rol típico de la burguesía fue ocupado, en primera instancia, por los Estados nacionales. Así se entiende por qué el Estado promovió el desarrollo de las relaciones mercantiles y capitalistas a pesar de que la clase que se suponía representaba sólo existía muy débilmente o diera, incluso, origen a esa clase.

En su opinión, el análisis de la pobreza, para su comprensión cabal, debía tratar conjuntamente al de la riqueza, y el desarrollo económico y sus características sólo se entendían estadísticamente teniendo en cuenta la evolución del ingreso de ambas. Por otra parte, la observación y el análisis de las experiencias de los individuos pobres clasificados estadísticamente como tales y de su proporción en el conjunto de la población “tiene un significado distinto a los números”, de allí que los trabajos de campo son también fundamentales en su obra. Eso explica sus frecuentes viajes a los países estudiados, y su uso de la producción de sociólogos y geógrafos para sortear el “puente no existente” entre la micro y la macro.

Para él “los hombres hacen su historia libremente, en condiciones que no son libremente determinadas por ellos”. Estaba lejos del debate entre holismo e individualismo metodológico. También lo estaba del enfoque que tiende a predominar en los Estados Unidos, que consiste en definir el desarrollo como el estudio de lo que sucede en “una aldea” y el crecimiento como la evolución de “cantidades macroeconómicas”, en el tiempo.

Hacía una especial distinción entre vulnerabilidad y fragilidad. Un país puede ser menos vulnerable cuando su deuda externa ha disminuido, y sus superávits comerciales, las entradas de capital y también sus reservas han aumentado. Entonces su situación parecería consolidada. Sin embargo, la mayor liberalización y apertura al mundo pueden hacerlo más frágil porque los canales de transmisión de una crisis de un país a otro son mayores y más numerosos, porque la práctica anterior de apreciar la moneda nacional no necesariamente tiene efectos "positivos".

Pierre consideraba que la “periferia no es homogénea” los países menos desarrollados tienen problemas distintos y algunos pueden cambiar de estatus de dominados a dominantes. Se proponía, por tanto, analizar la estructuración y jerarquización de la economía mundial y la evolución de las formas de dominación, especialmente porque con las grandes crisis recientes del capitalismo, la dominación estadounidense se está resquebrajando y abriendo el camino al desarrollo de nuevas posibilidades, al mismo tiempo que con la caída del muro de Berlín se derrumbó el imperio soviético y posteriormente avanzó la competencia china.

Siempre comprometido con la realidad latinoamericana, en agosto de 2023 me envió un email que decía: “Me asustan los resultados de las elecciones primarias en Argentina, me asombra el relativo silencio, incluso la indiferencia, en Francia y América latina con la excepción de algunos que reaccionaron inmediatamente. Pensaba que la derecha lógicamente debía ganar, pero no el libertario con su programa de dolarización y su política de maxi liberalización". "Courage", me aconsejaba, "hay mucho por hacer y resistir”. 

Adjuntaba una nota suya en la revista Contretemps que luego fue publicada en español en el suplemento Cash. En ese artículo analiza el triunfo de Javier Milei donde, sin menospreciar los factores exógenos ni la herencia recibida del gobierno de Macri, señala acertadamente los defectos del peronismo, que había marcado ya en escritos anteriores, al querer “maniobrar con un remo”, acelerando las micro devaluaciones y multiplicando los tipos de cambio “con una imaginación casi surrealista” y con escasa credibilidad. La falta de racionalidad y su impotencia para enfrentar los problemas dio lugar a una consiguiente disminución del poder adquisitivo, a pesar de una “serie de medidas importantes” en lo social, que tampoco fueron efectivas. 

En suma, fue la incapacidad del gobierno peronista la que condujo a este resultado. Pero el programa de ajuste fiscal que planteaba la derecha libertaria, cuestionando las transferencias sociales, reduciendo drásticamente el rol del Estado y proponiendo algún tipo de dolarización de la economía iba a traer, según él, consecuencias aún peores. Siguiendo su pensamiento, una fuerte recesión, con caída de la actividad económica, un empobrecimiento generalizado y la pérdida de la soberanía nacional, algo que está ocurriendo.

En su autobiografía, Pierre decía tener un “hobby” un tanto exótico: el estudio de las drogas y la violencia en los países en desarrollo. Según afirma, las drogas y la violencia son resultado directo de las políticas neoliberales, del crecimiento de las finanzas en la economía y de la disminución del trabajo productivo, que acrecientan la informalidad y la pobreza de la población. Pierre ya no podrá ver el deprimente espectáculo de la Argentina de hoy, que previó con lucidez.