El 12 de junio, en las inmediaciones del Congreso, la Policía detuvo a 33 personas que se manifestaban contra la aprobación de la Ley Bases. Un par días después, la mayoría de los detenidos fueron liberados, pero aún quedan dos personas procesadas con prisión preventiva en un penal de máxima seguridad de Ezeiza: Daniela Calarco Arredondo y Roberto de la Cruz Gómez. Por eso, con el fin de ayudar a las familias de los detenidos y visibilizar la situación, el colectivo Perropájaro (banda de Santiago Adano, ex detenido) y la cantante y compositora Mel Muñiz protagonizarán una fecha solidaria este sábado 24 de agosto a las 19 en el ND/Teatro (Paraguay 918). Además, en el hall del teatro habrá una exposición de ilustraciones de veinte artistas que fueron parte de una campaña virtual en torno a la consigna “Manifestarse no es delito”.
La intención de la fecha es "visibilizar la situación de Daniela y Roberto, que siguen detenidos”, enfatiza Adano, quien también fue detenido de manera arbitraria el 12 de junio a la noche por manifestarse. De los 33 que la Policía detuvo ese día aún dos personas no recuperaron la libertad, cinco fueron procesados y hay 28 con falta de mérito. “Hace más dos meses que estas dos personas están en una cárcel de máxima seguridad por delitos excarcelables. No estamos pidiendo absolución directa, sino que estén afuera para hacer el proceso judicial, que es lo que por ley debería ocurrir. Si no hay riesgo de fuga o de entorpecer la investigación tienen que estar afuera”, resalta el ex Julio y Agosto.
“Entre los argumentos para mantenerlos detenidos dicen que pueden ‘entorpecer la investigación’, porque como todavía 'hay gente no identificada por los disturbios' si ellos salen 'pueden llegar a conectarse con esa gente’. En realidad, los quieren dejar adentro porque les sirve que haya gente presa por todo el circo mediático-político que armaron. Y por un claro disciplinamiento social”. De este modo, todo lo que se recaude en la fecha será destinado para el fondo de la coordinadora por la libertad de los detenidos y sus familiares, y también para los liberados que están en una situación vulnerable.
-¿Es imposible de disociar la relación entre el artista y el contexto sociopolítico?
-Lo que tiene lo comunitario es que todos tenemos que estar pendientes de cuidar al otro. Y siento que eso trasciende el oficio. Algo hermoso de la vida comunitaria y barrial es que no importa tanto quién es el otro o qué hace, vos querés que esté bien porque sabés que si el otro está mejor vos también lo estás. Entonces, lo que espero de cualquier ser humano es que si alguien se cae en la vereda al lado de esa persona, frene y lo levante. Algo muy básico de cuidado mutuo. Y lo espero de un músico, de un panadero o un mecánico. Lo que tiene el arte en particular, y más como lo entendemos nosotros, es que muchos y muchas artistas tienen una llegada brutal. Y están todo el tiempo, a pesar de que lo busquen o no, transmitiendo un mensaje.
-¿En qué sentido?
-Si vos en un contexto en donde los jubilados están cobrando 200 mil y pico de pesos de mínima no decís nada sobre que no están pudiendo llegar a fin de mes o que tienen que dejar de tomar remedios para comprar comida el mensaje que estás dando es que eso no es importante. No podés no posicionarte. Veo shows alucinantes de gente súper talentosa e innovadora, en estadios súper grandes, pero si no usamos esa fuerza para cuidar a los que más necesitan hay algo que falta en la ecuación. Según el poder que vos tenés en una comunidad es lo que tenés que asumir como rol. No te podés hacer el boludo con el poder de comunicación y movilización que tenés. Lo que un artista publica hoy en una red social tiene un efecto importante que construye discurso y entramado social. Un tuit puede tener la misma trascendencia que una canción.
-¿La detención del 12 de junio fortaleció tus convicciones o cambió tu mirada?
-A mí me ordenó toda esa secuencia, más allá de lo horrible que provocó, como el sufrimiento de mi familia y amigos. Fue tan potente la respuesta comunitaria que la situación también me resultó esperanzadora: cuando la gente tiene un objetivo claro, común y cuando se organiza comunitariamente es muy poderoso lo que puede hacer. Es una maquinaria muy potente la que podemos desplegar cuando ponemos nuestras habilidades al servicio de lo comunitario. Yo ya tenía presente que el arte no es lo más importante -aunque es lo que más me gusta hacer-, sino que lo más importante es que la gente esté bien, que haya justicia social y que todos tengan un plato de comida. Esta experiencia me resultó muy ordenadora para no poner el carro delante del caballo. En mi caso el caballo es el arte, pero el carro, lo que quiero arrastrar, es otra cosa. Quiero que el arte sea un vehículo de construcción de cultura en el sentido más cabal. El discurso artístico y el discurso de los artistas tienen mucha potencia. Si un artista muestra en sus redes que se preocupa por el otro, la gente se va a empezar a preocupar por el otro.
-¿Y creés que hay plena libertad de expresión en este momento?
-No. Ya de base Instagram restringe el contenido político. Cuando subís publicaciones que tienen un contenido político tienen muchas menos vistas que las otras. Incluso hay algunos temas o palabras que no se pueden nombrar en investigaciones científicas, medios públicos o en propuestas artísticas del circuito oficial (se refiere a temáticas LGBTIQ+, feministas o vinculadas a la dictadura cívico-militar). Estamos en un momento en el que existe la censura. Porque ante cualquier cosa que digas en las redes, si sos un artista grande, te caen una catarata de trolls a hacerte mierda.