Las sucesivas ediciones de Es Bailar consolidaron un lugar de encuentro artístico, en donde la improvisación entre los diferentes lenguajes cobra vuelo gracias a la danza y la música. Es Bailar - Ciclo de Improvisación se presenta esta noche, a las 21 en el Gran Salón de Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza), con la presencia de ocho bailarines, músico en escena y lectura de poesía. “Ya vamos por el tercer año y siempre es un desafío, porque cada mes estamos en un espacio nuevo y con invitades diferentes, con quienes enfrentamos la composición instantánea”, comenta Cecilia Colombero a Rosario/12.

La estructura de Es Bailar la integran Colombero, Julieta Almirón, Luciana De Pauli y Helena Vittar: “Somos cuatro bailarinas que venimos investigando e indagando en el mundo de la improvisación, sobre todo en danza, que es donde centramos nuestra práctica. Es una investigación de mucho tiempo y que continúa, pero con el público nos pasan diferentes cosas. Hay algo particular, que intentamos establecer desde el evento, y es proponer que el público sea espectador; para que de alguna manera crea que no estamos improvisando. Ahí ya se genera un juego divertido; la gente siempre nos pregunta: ¿de verdad improvisaron? Y por otra parte está la búsqueda del acontecimiento escénico. Nosotras creemos que lo que hacemos al bailar es también una obra, y ponemos en discusión los formatos más tradicionales, a los que estamos más acostumbrados. Si bien no hay una invitación del público a bailar, sí hay una escena que está pensada en relación al espacio y al tiempo, en donde no solo hay movimientos, sino también cuerpos moviéndose, tocándose, transpirando, generando sonidos, bailando música y bailando silencios”, continúa Colombero.

En esta ocasión, las bailarinas suman las presencias de Lucía Quiroga, Mauro Cappadoro, Vanesa Moreira y Miguel Bosco, “artistas a quienes también les interesa indagar desde el lenguaje de la improvisación, confiando en la impronta de cada une y desde la disposición de la grupalidad. Por ser bailarinas, y a lo mejor también por ser mujeres, quienes bailamos estamos un poco más al servicio de la música. Acá intentamos jugar con que eso vaya y venga, y que esa jerarquía sea más que nada porque el foco se esté moviendo. Puede haber momentos donde la protagonista sea la música o los músiques, y quienes bailamos estemos más silenciades; eso puede ir fluctuando”.

-En esta ocasión integran la música de Agus Reyna y la poesía de Rocío Vergara Muñoz, y me llama la atención que entre los invitados, haya gente del teatro, como Miguel Bosco.

-Intentamos que les bailarines sean de grupalidades diversas, y como ya vamos por el tercer año del ciclo, empezamos a sentir la necesidad de abrir un poco el juego a otros lenguajes, por ejemplo desde la invitación a Miguel Bosco, si bien sabemos de su interés por el movimiento. Nos pareció que era una propuesta que podía sumarnos, porque como todo acontecimiento escénico, el nuestro también está al límite de cerrarse, de establecerse, y buscamos alimentarlo con otras cosas, para que vuelva a ser nuevo y no entremos en dinámicas repetitivas. Lo que siempre le decimos a les invitades es que lo importante es ser permeables, para dejarte atravesar y modificar, para que la construcción sea realmente colectiva, pero pudiendo poner en juego tu individualidad. De igual modo con les músiques, en este caso con Agus Reyna. Y vamos a contar por primera vez con Rocío Muñoz Vergara, alguien que se anima a jugar con la sonoridad y no solo con el significado de las palabras.

-¿Cómo trabajan el tiempo escénico? Entiendo que estaría supeditado a la experiencia misma.

-Hay un entrenamiento muy fuerte sobre el tiempo en el lenguaje de la danza, y se entrena mucho para poder trabajar de manera sensible en lo que duran las cosas, en cómo sentir que algo se agotó, en cómo poder sostenerlo y hasta cuándo. A su vez, la única marcación que nos hacemos es que, pasados los 40 minutos, la gente de iluminación va a tirar una pista lumínica; a partir de allí, el grupo sabe que ya puede empezar a construir al final. Esa es la primera noción real que tenemos del tiempo. Han pasado infinidad de cosas, pero por lo general intentamos que el evento no sobrepase la hora.

Es Bailar integra la tarea de Santiago Lagar en coordinación musical, y la de Helena Vittar e Ignacio Campos en diseño y operación de luces. “Es un ciclo que se genera de manera autogestiva, y más allá de querer poner en escena la improvisación como un lenguaje artístico, nos interesa actuar como una plataforma de visibilidad para el trabajo de otres artistas. Con nosotras ya bailaron 44 bailarines de la ciudad, me parece importante haber logrado un espacio escénico para los bailarines, y funcionar como una plataforma de visibilización, para estar en escena. El ciclo viene creciendo, e incluso nos está pasando que se nos acercan artistas a decirnos que les gustaría participar”, concluye Colombero.