El próximo 5 de noviembre de 2024, Estados Unidos vivirá un nuevo capítulo en su historia democrática. En esta ocasión, la nación norteamericana no solo elegirá a su presidente, sino también varios escaños del Congreso, gobernaciones en 13 estados y múltiples cargos locales. Sin embargo, el foco principal está en la batalla por la Casa Blanca, donde Kamala Harris y Donald Trump se disputarán el liderazgo del país por los próximos cuatro años.

El camino hacia las elecciones presidenciales en Estados Unidos está marcado por eventos determinantes. La Convención Nacional Demócrata, celebrada del 19 al 22 de agosto, confirmó oficialmente la candidatura de Kamala Harris, tras el sorpresivo retiro de Joe Biden de la carrera presidencial. La vicepresidenta, quien recibió un amplio respaldo dentro de su partido, ahora enfrentará a Donald Trump, quien quedó como el candidato republicano.

El 10 de septiembre será una fecha crucial, con el segundo y último debate presidencial entre Harris y Trump --el primero con la postulante demócrata--, organizado por ABC News. Este encuentro podría definir el tono final de la campaña, ya que será la última oportunidad para ambos candidatos de confrontar ideas frente a una audiencia nacional.

Encuestas y proyecciones: un duelo ajustado

Según las encuestas, el panorama electoral es ajustado. Harris lidera levemente con un 47,7% de intención de voto, mientras que Trump sigue de cerca con un 46,7%. Esta diferencia mínima refleja un país dividido, donde cada voto cuenta. Estados clave como Georgia, Nevada, Pensilvania y Wisconsin, conocidos como "swing states", jugarán un rol determinante en el resultado final, ya que ninguna encuesta ha mostrado una inclinación clara hacia uno u otro candidato en estos territorios.

El nombramiento de Harris revitalizó la campaña demócrata, que había perdido fuerza tras los cuestionamientos a la viabilidad de Biden como candidato. Este cambio impulsó a Harris y a su compañero de fórmula, el gobernador Tim Walz, en estados como Colorado, Illinois y Virginia, donde su victoria parece más probable.

Por su parte, Trump mantiene su fortaleza en bastiones republicanos como Texas, Carolina del Sur y Florida, donde las encuestas le otorgan una ventaja con mayor margen. Sin embargo, su camino hacia la reelección no está asegurado, ya que deberá conquistar a los indecisos en los estados más disputados.

Una elección decisiva para el futuro de Estados Unidos

A medida que se acerca el día de la elección, la tensión aumenta. Ambos partidos están en una lucha constante por ganar el favor del electorado en los estados decisivos. Con un sistema electoral que depende del voto de los delegados, cada estado tiene un peso específico en la elección del próximo presidente.

El 5 de noviembre, los estadounidenses no solo elegirán a su líder, sino que también definirán el rumbo que tomará la nación en los próximos cuatro años. Una decisión que, sin duda, tendrá repercusiones más allá de sus fronteras.

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