El equipo económico se encuentra en un callejón sin salida. Apuesta a la baja de los precios a partir de la recesión y el ancla del tipo de cambio oficial. Sin embargo, la inflación muestra una clara resistencia a retroceder, se evapora el superávit comercial (base caja) y caen las reservas internacionales. Una combinación que aumenta la expectativa de una devaluación y de nuevas presiones en los precios. Las inconsistencias se observan en el riesgo país arriba de 1500 puntos.

El gobierno intenta justificarse y dice que el riesgo país es un “lagging indicator”. En otras palabras, una señal que refleja cambios en la economía, los mercados financieros o en un negocio después que ya ocurrieron. Con eso aseguran que más temprano que tarde bajará reaccionando al superávit fiscal.

Este argumento del equipo económico no parece anclarse en el movimiento de las principales variables de la macroeconomía. Más allá de los resultados de las cuentas del sector público, el desequilibrio de dólares estructural de la Argentina se mantiene inalterado y todo indica que en los próximos meses irá en aumento.

Los inversores no miran exclusivamente si el sector público es superavitario (gasta menos de lo que recauda en un determinado período) sino que analizan la capacidad del gobierno de hacerse de dólares para responder al pago de deudas en moneda extranjera. Para los próximos meses la posibilidad de sumar divisas a las reservas va en baja e incluso podrían perderse miles de millones de dólares.

Una forma de verlo es con el resultado del intercambio comercial. “El superávit comercial de julio fue de 1575 millones de dólares, pero si a ese número se le descuentan las exportaciones que se liquidan en el contado con liquidación el saldo baja fue de apenas 131 millones”, indicó el último informe de la consultora 1816. A su vez, los datos de la cuenta corriente ya dan negativos.

El problema no es únicamente que la oferta de dólares en el mercado de cambio empieza a disminuir sino que la demanda de divisas por las importaciones tiende a aumentar. “Entre septiembre y noviembre las importaciones pagadas deberían superar largamente a las devengadas. Se debe al cambio en la calendarización y la transición del esquema de 4 cuotas de 25% al esquema de 2 cuotas de 50%”, dijeron en el documento de la consultora.

Los dólares comerciales -a diferencia de lo que ocurrió en la primera parte de este año- dejaron de ser una fuente de divisas para las reservas, mientras que las inversiones productivas no parece que llegarán en los próximos meses. Lo único que queda para sumar divisas es el canal financiero y también luce complejo.

El Fondo Monetario Internacional sube declaraciones favorables al gobierno en las redes sociales pero en la práctica posterga la negociación de un nuevo acuerdo con la Argentina. Las consultoras del mercado empiezan a difundir entre sus clientes que el organismo de crédito internacional no avanzará en un nuevo programa (con recursos extra para el país) hasta que no se hayan liberado los controles cambiarios. Para ello citan el caso de Egipto y de Etiopía de este año.

El resultado de esta falta de dólares lleva al gobierno a cambiar su discurso en forma radical. “Es mentira que con cepo no se puede crecer”, comenzó a repetir Milei en los últimos días. Todo esto hace pensar que la idea de la unificación cambiaria y la competencia de moneda quedó de nuevo en el cajón de los recuerdos. Si no se avanza este año, difícilmente ocurra en 2025 antes de las elecciones (corriendo el riesgo que se acelere la inflación antes del proceso electoral). Sin embargo, mantener los controles cambiarios no implica que los problemas estén resueltos.

La expectativa de devaluación sigue en aumento y no es claro que las reservas del Banco Central aguanten para sostener este esquema. Esto último hace que algunos de los economistas cercanos al gobierno dejen frases cada vez más sugestivas: “en el caso que haya devaluación, vuelva todo por el aire”.