La visita a los genocidas se terminó colando en la interna desatada entre Javier Milei y Victoria Villarruel. El Presidente salió a decir que el tema no formaba parte de su agenda y que debería investigarse cómo se organizó. Aprovechó, además, para sembrar dudas acerca del rol que tuvo la vicepresidenta con la excursión al penal de Ezeiza. “No sé, habrá que ver qué vínculos hay ahí”, dijo con suspicacia.

Desde que se supo que seis diputados habían ido a visitar a Alfredo Astiz y a otros represores presos en Ezeiza, Villarruel jamás se refirió al tema. Ella es parte de la familia militar y solía visitar genocidas que estaban en prisión. Sus encuentros con el dictador Jorge Rafael Videla salieron a la luz a partir de un posteo del marido de Cecilia Pando, Pedro Mercado. La vice buscó justificar sus reuniones diciendo que estaba juntando información para un libro.

En la Casa Rosada sospechan de todo el evento y ven la mano de Villarruel. En una entrevista en Radio Rivadavia, le preguntaron a Milei si le hacía ruido la visita a la cárcel. “Absolutamente, ésa no es mi agenda”.

Cuando le consultaron de quién era la agenda, respondió: “No sé. Habrá que investigar cómo fue movido eso. Eso fue hecho con intenciones. El cura que organizó eso terminó echado. Es un cura que, además, me insultaba por YouTube. Habrá que ver qué links hay ahí”. La referencia del Presidente es a Javier Olivera Ravasi, un influencer de la ultraderecha que se define como amigo de Villarruel. Es hijo, además, del genocida Jorge Olivera.

Milei no echó un manto de piedad cuando le consultaron si había estado Villarruel detrás de la visita. “No sé. Hay que ver qué vínculos hay ahí. Mi agenda no es seguro. Y la persona que organizó eso me insultaba de manera recurrente”, agregó. 

Desde el entorno del Presidente, la diputada Lilia Lemoine había sido la primera en apuntarle a Villarruel. "¿Por qué no saltó?", reclamó la legisladora, que recordó que la vice había hecho campaña con una agenda tendiente a justificar los crímenes de la última dictadura.

La visita se produjo el 11 de julio, dos días después de que Milei y Villarruel coincidieron en el desfile militar por el Día de la Independencia. La comitiva estuvo integrada por Beltrán Benedit, Guillermo Montenegro, Alida Ferreyra, María Fernanda Araujo, Lourdes Arrieta y Rocío Bonacci. Todos los legisladores tenían algún punto de contacto con la vice. Y todos, a excepción de Bonacci, participaban de distintas reuniones y distintos chats organizados por Olivera Ravasi.

Benedit entró en diciembre a la Cámara de Diputados. Es ingeniero, estudió en la Universidad Católica Argentina (UCA) y es dirigente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), ligado a Luis Etchevehere. Benedit lleva unos meses yendo a entrevistarse con genocidas. Él mismo compartió un posteo en marzo después de su visita a la Unidad 34 de Campo de Mayo. Esa publicación fue compartida por la Unión de Promociones (UP), una organización que se creó en 2005 para oponerse a los juicios por crímenes de lesa humanidad.

Ferreyra ya había acompañado a Benedit a la unidad penitenciaria de Campo de Mayo en marzo. Uno de los que celebró su llegada al Parlamento fue el cura Olivera Ravasi, que la visitó en el Congreso.

Araujo es hermana de un caído en Malvinas, Elbio Araujo. Ella viene del riñón del excarapintada Juan José Goméz Centurión. Con su impulso, ella llegó a presidir la Comisión de Familiares de Caídos en la guerra de Malvinas. Ese grupo protagonizó en 2017 un escrache a Adolfo Pérez Esquivel, Nora Cortiñas y los integrantes de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) que viajaron a las islas para la identificación de los soldados. La comisión se oponía a que se hablara de NN. “Nos molestó que haya una señora con el pañuelo blanco”, dijo, enfurecida, Araujo ante las cámaras.

Montenegro es probablemente la persona que más cerca haya estado con Villarruel. Fungió como asesor de la vicepresidenta hasta principios de año. Como ella, integra Oíd Mortales, un nuevo sello para una fundación tridentina que había sido formada por un exSIDE. Según La Nación, Montenegro es hijo de un militar. Semanas atrás, fue uno de los que celebró el acto de marinos retirados en el espacio de memoria que funcionó en lo que fue el campo de concentración de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y la disolución de los equipos de relevamiento de Defensa.

Arrieta y Bonacci fueron las dos que salieron a despegarse de la visita. Arrieta, que saltó a la fama por aparecer con un patito en la cabeza, denunció penalmente a tres de sus compañeros por la visita y pidió que se investigue al presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem. Después de protagonizar un escándalo el miércoles, sus días estarían contados en el bloque de La Libertad Avanza (LLA), donde las versiones indican que Karina Milei dio el ultimátum para expulsarla. A diferencia de Bonacci, ella sí participó de los encuentros que organizaba el cura Olivera Ravasi en la casona de Montevideo 871. Fue parte también de los grupos de WhatsApp en los que se discutían proyectos para mejorar las condiciones de los represores presos.