No es que en Buenos Aires falten oportunidades de descubrir actores y actrices singulares, más bien todo lo contrario: si uno frecuenta el teatro independiente puede encontrarse bastante seguido con actuaciones cautivantes de la mano de intérpretes que podían resultar completos desconocidos hasta un rato antes de entrar a la sala. Pero que sea habitual no le quita algo del orden del milagro: ¿en cuántas otras ciudades los artistas escénicos de sorprendente intensidad parecen brotar desde abajo de las baldosas? Doble hallazgo implica descubrir dos caras frescas y talentosas de la escena sub-30 que además son hermanos. En Argentina y en el mundo hay virtuosas duplas fraternas de músicos, cineastas o actores de cine y televisión, pero la escena del teatro independiente nos regaló pocos casos.

Quizá también por eso los de Felipe y Carolina Saade sean de esos nombres a los que, de un momento a otro, comienza a referirse todo el mundo (siempre que por “mundo” entendamos “cierto circuito afín al teatro”, por supuesto). Habrá quien se haya dejado cautivar por el rostro y los gestos expresionistas de Felipe en Breve enciclopedia sobre la amistad o en El día más largo del mundo y recién después haya encontrado alguna familiaridad en esa actriz de voz dulce y profunda que forma parte del elenco de Piramidal, de Milva Leonardi y Marcos Krivocapich, o la conmovedora Los bienes visibles, de Juan Pablo Gómez. Y habrá, por el contrario, quien haya visto primero a Carolina en La Sapo, de Ignacio Tamagno, en Érase, de Gustavo Tarrío o en En este mundo loco, en esta noche brillante, dirigida por Nayla Pose, y tiempo más tarde haya hecho la conexión inversa. A su ritmo, Carolina y Felipe fueron trazando en paralelo caminos actorales sostenidos por el deseo y por cierto sentido de la oportunidad para desplegar nuevas zonas expresivas, como si con cada uno de los personajes que aceptan quisieran regalarse la posibilidad de tocar una tecla nueva de su instrumento.

Felipe Saade en El día más largo del mundo

Últimamente, esos caminos que emprendieron comienzan a acercarse más y más. Por estos días, los dos forman parte del ciclo Reuniones que organiza Arthaus para ofrecer un pantallazo de lo que están craneando las mentes más jóvenes de las artes escénicas porteñas. Carolina presentará, hoy y el próximo sábado, Rara avis: Cantata para pájaros, que escribió, interpreta y dirige junto a Juanse Rausch. Felipe, por su parte, abre junto a sus compañeros del grupo Besa el proceso de su nuevo trabajo en Queridx desconocidx el próximo martes y miércoles. El año que viene, además, actuarán juntos ¡y de hermanos! en la nueva pieza de Agostina Luz López, Un punto oscuro. La obra, que tiene fecha de estreno prevista en marzo de 2025, representa el debut de ambos en el Teatro San Martín.

Esto que ahora parece natural y obvio, como si no hubiera podido acontecer de ninguna otra manera, se fue macerando durante un tiempo largo. Si en Carolina era más fácil vislumbrar una inclinación expresiva que eventualmente podía convertirse en oficio, a Felipe le llevó algunos años más darse cuenta de que la actividad que cultivaba en paralelo a sus estudios de Física era lo que en verdad quería hacer. Durante algunos cuatrimestres hizo convivir los dos intereses. Hasta que entró en crisis y se dio cuenta de que quería dejar la universidad. Por fortuna, todavía convivía con su hermana en la casa familiar: podía ir hasta su cuarto, tocar la puerta y pedirle algunos minutos para charlar sobre su dilema vocacional. Carolina, dos años más chica que Felipe, buscaba la forma de aconsejar. “En ese momento, Caro fue como una hermana mayor para mí”, recuerda él. Ella fue quien guió, finalmente, el camino de Felipe hacia la carrera que iban a compartir. Y es que los Saade no solamente se dedican a lo mismo, sino que también pasaron por el mismo espacio de formación: Carolina fue a buscar la semana pasada su diploma de Licenciada en Actuación por la Universidad Nacional de las Artes, Felipe está en el último tramo para recibirse dentro de poco. Ella dice que no se imagina cómo sería tener un hermano que no se dedicara a actuar. Él tampoco sabe cómo sería tener una hermana que no fuese amiga y confidente. Cada vez que se cruza con algún otro grupo de hermanos, da por hecho que, además de compartir lazos sanguíneos, comparten amistad. Le lleva un rato darse cuenta de que no siempre, de que no todos. Acto seguido, llega la obligada conclusión: “Lo nuestro es medio una suerte”.

Piramidal, con Carolina Saade

Toda historia de amor, amistad o hermandad tiene su mito fundacional. Ellos recuerdan este: cuando estaba en tercer año del secundario, Carolina actuaba en Los fabulosos Singer, junto a Marcos Arano y Julia y Marcelo Katz. Hacían funciones todos los viernes y todos los sábados en el Centro Cultural de la Cooperación. Felipe iba a ver a Carolina cada fin de semana. A veces caía un viernes; si tenía otro plan, iba al día siguiente. Se dio cuenta bastante tiempo después de que no solamente le gustaba la obra o que disfrutaba de ver a su hermana, sino que esa energía inasible y distinta que atraviesa cada función le resultaba atrapante.

Hoy hay dos cosas que Felipe y Carolina disfrutan especialmente del hecho de compartir un circuito y un métier. La primera es ir cosechando cada vez más amigos en común a medida que van coincidiendo en distintos proyectos con otros actores de su generación. Lo segundo es poder acompañar el crecimiento del otro con una comprensión que solo puede tener alguien que conoce desde adentro una disciplina y entiende qué se está poniendo en juego en cada nuevo trabajo. “Me encantan las actuaciones que implican un poco de peligro, en el sentido de que no entendés bien hacia dónde pueden disparar. Con Caro, cada vez que la veo, me pasa algo de eso. Y eso siempre me inspira unas ganas terribles de actuar”, dice Felipe. Ella sonríe con la boca entera y devuelve el halago: “En El día más largo del mundo sentí que conocí una cara nueva de Feli: algo a su vez tierno y perturbador que hasta ahora no le había visto. Me sorprendió. Es emocionante ver crecer tan de cerca a alguien”.

Felipe Saade protagoniza El día más largo del mundo (El Galpón de Guevara) y Breve enciclopedia sobre la amistad (Planta). Carolina actúa en Los bienes visibles (Dumont4040), Piramidal (El Galpón de Guevara) y Emociones dedicadas (Centro Cultural Rojas). Además, durante esta semana ambos presentan sus proyectos en el ciclo Reuniones (Arthaus).