El presidente Javier Milei estuvo por segunda vez en Rosario y como el pasado 20 de junio, no escuchó reclamos, ni problemas ajenos e hizo lo que quería: Hablar de él, de su gobierno, del “éxito” del superávit y de que nada lo va a desviar de su rumbo. La demanda de obras, de más federalismo y la necesidad de recursos para la provincia y la ciudad que hicieron el gobernador Maximiliano Pullaro y el intendente Pablo Javkin, es como si no hubieran existido. De hecho esta vez Milei ni siquiera los escuchó y subió al escenario cuando le tocó su turno. Para el gobernador y el intendente es como gobernar en medio de un tsunami, una catástrofe que hay que sobrellevar. Más allá de las tenues críticas públicas, por lo menos podrían dejar de sonreir tanto en las fotos junto a un presidente que los ignora olímpicamente y ni siquiera los recibe en una reunión previa, como era de costumbre en la política. Una forma básica de resistencia a la barbaridad que se vive y se escucha.
Pero es claro que la distancia y el maltrato a los que Milei somete a toda la dirigencia política que no se aviene totalmente a sus necesidades, impone un cierto respeto y lo rodea de un halo de poder que subyuga a ciertos dirigentes. Eso es el poder en definitiva, poder decir las barbaridades que dice el presidente sin consecuencias inmediatas.
No hay que olvidar tampoco que en Rosario el ámbito de la Bolsa de Comercio es mayoritariamente un escenario afín, más allá de los reclamos puntuales de la eliminación de las retenciones que el presidente de la entidad, Miguel SImioni, volvió a reclamar. Un guante que, por supuesto, Milei se encargó de no recoger la fría noche del viernes. No hay que engañarse: Muchos empresarios que estaban ahí la están pasando mal con la caída de la actividad económica pero no están precisamente enojados con un gobierno que puede llevarse puestos los últimos derechos de los trabajadores. No son pocos los que sacan cuentas y ven que compensan algo de las pérdidas con lo menos que están pagando en salarios y la limitación a la capacidad de negociación que impone a los gremios el creciente desempleo.
El presidente Simioni le agradeció al gobernador Pullaro la posibilidad de utilizar la Casa de Santa Fe en Buenos Aires, para el lanzamiento del Índice Coincidente de Actividad Económica de Argentina (ICA-ARG), una herramienta innovadora diseñada para analizar en tiempo real el ciclo económico del país, que presentaron las Bolsas de Comercio de Rosario (BCR) y de Santa Fe (BCSF). En el primer informe sostienen que la economía argentina transita un “complejo contexto”, una recesión “que se extiende ya por 25 meses”, pero donde comienzan a observarse “algunos valores positivos”. En este marco, desde las bolsas indican que “se interrumpió la recesión en el segundo trimestre”. Un dato sorprendente que muestra algún nivel de contemplación de las políticas nacionales actuales. Y que contrasta fuertemente, por ejemplo, con las cifras del último informe de la Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe) que apunta una caída de la actividad en el orden del 10,9 por ciento.
Hasta el gobernador Pullaro que no tenía ninguna expectativa de anuncios o encuentro reservado con el presidente; se jactó de su propio “pequeño superávit” en las cuentas santafesinas. Es obvio que Milei hizo el callo de la insensibilidad del Estado y eso permite también en Santa Fe producir “ahorros” importantes como el que se generó con los carpetazos por el ausentismo docente que según dijo el propio gobernador estuvo en el orden de los 13.500 millones de pesos.
“Lo logramos con orden y eficiencia”, aseguró Pullaro que también puso como ejemplo una licitación para reparar mil kilómetros de rutas de la gestión anterior y que revisándola “reducimos costos en más de un 40% lo que nos hizo ahorrar ocho mil millones de pesos”. Así también suma otros 8.500 millones por la reducción de cargos en la estructura provincial además de los 6.600 millones ahorrados en la compra de comida para los presos. Y otros 9.800 millones de pesos más en compras centralizadas de medicamentos.
El pragmatismo de Pullaro lo hace un gestor de esta época y su única deuda en serio con la nación es con la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, que no retaceó absolutamente nada en materia de recursos para la seguridad pública. Ambos se habían conocido en la gestión de Mauricio Macri cuando el actual gobernador era ministro de Miguel Lifschitz y desde ahí compartieron visiones sobre la “mano dura” contra el crimen. Pullaro llegó incluso a pedir “suspender la ideología” a la hora de instrumentar el combate contra el crimen organizado.
Hoy está convencido de que fue una buena decisión a la luz de los resultados en la baja de los homicidios en Rosario. El slogan que le permitió a Omar Perotti ganar las elecciones en 2019, “La paz y el orden”; sigue siendo bandera en esta gestión. “Rosario necesitaba orden, había que ordenar la cárcel y la calle”, repasó Pullaro en su discurso en la Bolsa de Comercio donde dijo también que venía de chequear el patrullaje de Rosario en tiempo real a esa hora: “Tenemos 268 móviles entre federales y provinciales., y 98 binomios/trinomios de caminantes en las calles”, se ufanó.
El intendente Javkin está genuinamente agradecido a la nación y a la provincia en materia de seguridad pública. Y así lo manifestó en la Bolsa de Comercio donde dijo "ya no nos sentimos más solos en esa batalla, nos están devolviendo la normalidad. Sé que falta, que debemos ser prudentes, pero no tengo dudas de que éste es el camino. A mí me gusta decir que en Rosario, y ahora lo confirmó el Censo, viven un millón cien mil personas. Escondida entre esa enorme fuerza del bien anidan unas mil lacras, basuras que extorsionan y matan, basura que ahora sí, trabajando todos en conjunto, cuando ponemos toda la fuerza de la ley, estamos empezando a limpiar", aseguró.
El intendente fue el encargado de contar la historia más rosa de la Bolsa de Rosario justo el día en que las puertas del edificio de Córdoba y Corrientes estuvo cercado por fuerzas de seguridad ante las protestas por la visita de Milei. Javkin aseguró que "muchas veces me río, porque a veces esta Bolsa que soñó Felipe Moré para unir al comercio, que luego Grandoli la acompañó con la creación de nuestro Banco Municipal para unir el comercio y para pelear contra la usura, muchas veces es el epicentro de protestas contra el capitalismo financiero global y las injusticias del mundo", dijo. "Es una confusión: Una bolsa de comercio es una bolsa de trabajo, de producción. Este es un lugar de orgullo para nuestra ciudad".
Y después pidió lo imposible, como en el Mayo Francés. "Hagamos un acuerdo. Dejemos de una vez por todas una mirada Ambacentrista que lo único que ha logrado en estos años es ponerle dificultad al crecimiento de la Argentina en una una megalópolis que genera que los recursos se distribuyan lejos de donde los recursos se generan". Todos pensaron enseguida en el Fondo Compensador para el transporte de pasajeros del interior del país, ese que el presidente Milei avisó que no volverá a pagar.