“Acá estoy, afinando la guitarra”. Esto es lo que está haciendo Juan “Tata” Cedrón, al momento de ser interferido por Página/12, por la tarde de un martes cualquiera. “Y sí, estoy todo el día con la viola en la mano, y cantando cosas… mi mujer se va al cuarto de arriba, y mi hija también”, se mata de risa el músico. Poco cuesta creerle, claro. Que se ría, porque es un personaje absolutamente simpático, entrador, carismático. Y que esté tocando a cualquier hora y en cualquier lugar, porque de hecho es lo que hace desde que era un niño.
“Cuando era pibe, andaría en los 13, 14 años, laburaba en una fábrica de cerámica, y me acuerdo que el jefe, un químico, siempre me decía '¡vení acá, te voy a mandar al Colón, a vos!' ¡Me pasaba el día cantando!”, ríe nuevamente. “Y cómo será la cosa, que ahora tengo una canción bien rata, bien lunfarda, de Julián Centeya, que precisamente habla de eso: 'De metido que ando / de cheno a matina / caaaanto'”, tararea el “Tata”, posado en “La Musa Maleva”, pieza de Centeya y Litto Nebbia, que justamente puebla su repertorio actual.
El diálogo transcurre en los días previos a la doble función que Cedrón ofrecerá en el Teatro Catalinas Sur de La Boca (Benito Pérez Galdós 93). La primera, cuyas 250 entradas ya están agotadas, será este domingo 25 de agosto a las 19.30. Y la segunda, aún con butacas disponibles, el próximo domingo 1º de setiembre, a la misma hora y en el mismo lugar. Al igual que otros por venir (viernes 6 de septiembre en el Teatro Roma de Avellaneda de Sarmiento 109; y domingo 15 en Hasta Trilce, Maza 177), la doble función en región xeneize no solo tiene como fin celebrar sus 85 años de vida –nació en Saavedra, el 28 de junio de 1939- sino también las seis décadas que lleva tocando la guitarra, componiendo y cantando, si se toma como año cero 1964, cuando fundó el Trío –luego Cuarteto- Cedrón, junto al violinista Miguel Praino, y el bandoneonista César Stroscio, músicos que produjeron el debut discográfico, bajo el nombre de Madrugada.
Tamaño aniversario, dado su profuso continente estético, no podía llevar otro título que el que finalmente eligió: Canciones Criollas. “Es un nombre que también usaba Nelly Omar, porque ella, al igual que yo, quería decir que no solo cantaba tangos, sino también milongas y estilos. Bueno, yo hago más o menos lo mismo. Si bien es cierto que mis canciones las puedo tocar como tangos cuadrados, en general decido hacerlas medio arpegiadas, qué se yo, y además de tangos hago milongas, hago alguna huella, y todo adobado con una salsa cedroniana”, sostiene el “Tata”.
Al grano con el repertorio, entonces. Además de “La Musa Maleva” centeyeana antedicha, lo que el cantor, compositor y guitarrista tiene pensado hacer junto al guitarrista Daniel Frascoli es un puñado de canciones que van directo al corazón del arrabal, de las fronteras movibles entre campo profundo y ciudad, o de puertos lejanos. “La viajera perdida”, por caso, gema del implacable tándem que formaban Héctor Pedro Blomberg y el “Negro” Enrique Maciel, allá por la década del veinte del siglo pasado, que solían interpretar Ignacio Corsini primero, y luego Edmundo Rivero. Por supuesto que al nombrarla, el “Tata” no pierde la oportunidad de cantarla: “Me da su perfume tu blanco pañuelo / tu nombre, María, me da su canción / Reflejan tus ojos la luz de otro cielo /Te llevo en el barco de mi corazón”.
También entran en los planes del guitarrista gemas como “Cabecita negra” –música de Agustín Bardi, letra de Atilio Supparo-; un poema hermoso que Homero Manzi escribió en 1940, y Cedrón vistió con música varios años después (“Palabras sin importancia”), y la emblemática “Monte Criollo”, también de Manzi, pero con música de Francisco Pracánico, que había sido estrenada en la película epónima, en mayo de 1935. “Con este tema hago todo un embrollo, porque son versos muy raros los que compuso Homero ahí. Yo suelo fantasear mucho y, bueno, en este caso me inventé un discurso para explicar cómo hicieron ese tango con Pracánico, a quien nombra Tuñón en 'Los Ladrones'”.
-Los ladrones que oirán un tango de Pracánico... ¡ese apellido!
-Tremendo, sí. Hay un tejido tan grande, y como yo viví todo eso, tengo el don de escarbar como para que vayan saliendo cosas. Es más, habitualmente suelo preguntarle a la gente ¿saben quién es Pracánico?, y nadie lo sabe. Viejo, ¡hizo “Corrientes y Esmeralda”, con Celedonio Flores! Hizo también “Si salva el pibe”, también con Celedonio, y varias canciones que grabó Gardel. Lo que pasa es que era peronista y después del '55 no tocó más. Tenía 60 años, cincuenta y pico, y desapareció, el tipo.
Otra parte del concierto en el Catalinas, cuya apertura correrá por cuenta de la cantora Julieta Laso y el guitarrista Leandro Angeli, estará dada por la ejecución de temas nuevos, que Cedrón compuso junto a un poeta, titiritero y actor de San Martín de Los Andes, llamado Rafael Urretabizkaya. Entre ellos, un valsecito llamado “La pizarra del títere”. “Es algo bueno que Julieta empiece el recital. Resulta que la piba me llamó para saludarme el día de mi cumpleaños, luego me dijo que era fanática mía, y que quería tocar la misma noche”, cuenta el músico, que también se encuentra abocado a la grabación de un nuevo disco, junto al guitarrista Alejo de los Reyes, basado en la obra del poeta uruguayo Osiris Rodríguez Castillos.
En un momento de la charla –porque va y viene, el Tata, es elíptico- retoma impresiones sobre “La musa maleva”, de Centeya. Quiere cantarla toda. Le viene. Y la canta. Completa la frase que había empezado minutos atrás. “De metido que ando de cheno a matina canto / Ella me da el vino con que me embalurdo / Con ella me invento berretines postas / Y a mí qué me importa que en el vivir / Venga el de al lado y te afane un sueño / Iba el de de enfrente y te deje chanta / Y aquella que un día te hizo creer el dueño de un mundo / De golpe se pianta”.
"Un poeta con polenta era Centeya, che” evoca, tras la interpretación al paso. “Yo lo conocí allá por el '68. Íbamos al Bar Ramos de la calle Corrientes. Él también paraba en un bar que se llama La Diagonal, y te decía, en vez de 'mañana te veo en el Ramos', 'mañana te doy apuntamiento en el Ramos', decía (risas). La verdad que es muy lindo rescatar temas de Centeya, porque lo vi, lo conocí, y lo canto… esto es el trasvasamiento generacional ¿no?, porque, sí, está bien que haya cosas nuevas, pero también es bueno recuperar el lenguaje de uno, de siempre, de tus padres, de lo que se cantaba, de los músicos y poetas que admirabas.
-Con 85 años de vida, y 60 de música, si tendrás para decir, evocar y cantar…
-Pero claro… decir por ejemplo que empecé a cantar y tocar en un año muy particular como el '64, rodeado de gente del teatro como Tito Cossa, Lizarraga o Mauricio Kartun; actores como Alcón y Alterio… yo convivía con ellos, prácticamente. También con Piglia, con Briante, con Gelman, con Paco Urondo, con David Viñas, con Cristina Banegas, que debe pensar como yo, porque la conocí en el '62, y vivíamos ese contexto. Después los músicos ¿no? Yo soy muy melodista, porque entre otras cosas conservo la melodía que tengo desde siempre, desde que escuchaba la radio de pibe, en una época que era genial. Escuchabas, qué se yo, La Tropilla de Huachi Pampa, Los Hermanos Ábalos, Los Chalchaleros, Eduardo Falú, en folklore; en tango tenías a Di Sarli, a Fresedo, a Pugliese, a D'Arienzo, a Troilo, a Gardel-Razzano, a Magaldi, a Corsini, todo eso mamamos nosotros en la década del cuarenta, en vivo o por radio, en el caso de los que ya no estaban. Después, en la década del sesenta, vinieron el Di Tella y esas cosas, de las que habla todo el mundo y qué se yo, pero la verdad que eran cuatro en Di Tella. Estaba Minujín, que agarraba un globo con pintura y se lo tiraba a un colchón, y esas cosas, pero en esa misma época, por otro lado, estaban Piazzolla, Di Sarli, Rovira, Ramón Ayala… hay que decirlo.
-¿Por qué hay que decirlo? ¿No está dicho, acaso?
-Entonces volver a decirlo, en todo caso, porque justamente venimos de esa gente, y todo eso florece en las canciones que estamos haciendo con Frascoli. De hecho, a los conciertos del Catalinas de La Boca va a venir Kartun para contar algunas cosas de aquellos momentos, mientras yo hago canciones, en una especie de payada entre piezas musicales y textos.
-También vas a tocar en Hasta Trilce y acá entra un caso triste, el fallecimiento inesperado de Tomás Bradley, dueño del lugar y director de la orquesta La Lija.
-Tomás, sí… fue terrible lo que le pasó a ese muchacho, qué dolor tenemos todos. Era un tipo extraordinario desde todo punto de vista. Ideológicamente bien, y profundo. También en la literatura, en la música, en la composición, en las cosas que escribía para ese grupo que armó, y que era una cosa rara, porque no era como Quilapayún, y esas agrupaciones. Más bien había una mezcla en esa agrupación muy linda, latinoamericana pero también muy criolla. Tomás era un paisano, medio gaucho, un tipo extraordinario, muy querido.
-60 años tampoco es poco respecto de lo físico, Tata. ¿Cómo estás con la voz, con las ganas?
-Ando muy bien de la voz, y tengo ganas de cantar. Solo tengo un problemita en la mano, porque me hicieron una operación que no salió muy bien, y me pica un poco a la noche, pero para tocar no tengo problemas. Estoy bien. Y de la voz, bueno, muy bien, también, como dije, porque la estudié y la trabajé mucho, nunca lo digo esto, pero estoy bien entrenado con la respiración y la colocación de la voz. Aparte, yo matizo mucho, pero no de forma amanerada… no canto siempre igual, digamos. No grito tanto, trato de matizar para abajo, de hablar más las cosas al alma, al oído, a la piel… en fin, me siento suelto, y estoy cantando bien. Ojo, no es fanfarronería sino experiencia. Aprovecho a decirlo, además, porque creo que los pibes jóvenes tienen que escuchar esto, y acelerar un poco la experiencia.
-¿Pero es solo una cuestión experiencia? ¿No influyen las ganas, el estado de ánimo siempre arriba que tenés, o del espíritu para llegar así a los 85 años?
-¿No dije que me paso el día cantando? (risas) También tengo muchas ganas, claro. Estoy contentísimo, y laburé mucho este año, de hecho.
-No es poco en este contexto de país, sobre todo en términos de música, de cultura nacional y popular, que es de lo que estuviste hablando palabras atrás.
-Es que justamente en estos momentos es en los que mejor tenés que estar de espíritu, para juntarte, para que estemos juntos. Como dijo Kartun en un reportaje durante un momento parecido a este, en la cultura hay que juntarse, para salvar toda la memoria que tenemos. Como si hubiera una guerra, cuidar a la familia, cuidar a los primos, cuidar a los nenes, cuidar a las gallinas. Cuidarnos y estar juntos, justamente para no entrar en esta locura.