El escándalo por la visita de seis diputados oficialistas a los genocidas presos en la cárcel de Ezeiza está subiendo hacia la cúpula de La Libertad Avanza (LLA). Lilia Lemoine, que suele funcionar como un alter ego de Javier y Karina Milei, buscó que quede claro que en la Casa Rosada responsabilizan por la excursión a Victoria Villarruel, que no se ha pronunciado sobre la situación. A la vicepresidenta, conocida por su militancia negacionista, la acusan de tener una agenda propia, de coquetear con otros sectores políticos y de tener puesta su mira en el área de inteligencia –donde el gobierno perdió la conducción de la comisión bicameral que fiscaliza lo que sucede en la SIDE y está a la espera de qué sucede en el Senado con los fondos reservados.

El vínculo entre Milei y Villarruel se va deteriorando en tiempo récord. La Casa Rosada solo cosechó derrotas legislativas en la semana que pasó y tiene al bloque de diputados en plena ebullición. El detonante fue la visita del 11 de julio pasado a Alfredo Astiz y otros represores. El viernes, le preguntaron a Milei si pensaba que su vice había maniobrado con este tema: “No sé, habrá que investigar”. Los dichos del Presidente estuvieron lejos de apaciguar los ánimos.

Por si quedaban dudas sobre las sospechas, Lemoine, que funge como vocera no oficial de los hermanos Milei, salió a atizar el fuego. “Si uno piensa ‘lo organizó Victoria Villarruel’, te podría llegar a creer porque es su ideología, porque los diputados que fueron son de derecha católica y fueron siguiendo el pedido de un cura católico”, dijo Lemoine en un programa libertario que se transmite por Radio Zónica.

El cura mencionado por Lemoine es Javier Olivera Ravasi, un sacerdote de ultraderecha que es amigo de Villarruel. Ambos son parte de la familia militar. Olivera Ravasi es hijo del represor Jorge Olivera Ravasi, condenado por crímenes de lesa humanidad en San Juan. Milei no siente simpatía alguna por el cura: dijo que solía atacarlo por YouTube. Olivera Ravasi organizaba reuniones en un edificio de Montevideo 871 para tratar la situación de los represores.

“Yo investigaría no a los diputados sino si de verdad querían trabajar en un proyecto de indulto”, sugirió Lemoine. “No por una cuestión legal, sino para saber cuál es la verdadera agenda que tiene la vicepresidente. Aunque claramente si le cuesta políticamente, la va a abandonar. Lo lamento por las personas que confiaban en ella para eso”, lanzó.

En otras palabras, Lemoine sostuvo que Villarruel estuvo detrás de la visita y que es ella quien maniobra para conseguir la impunidad para los genocidas. También sugirió que Villarruel no va a inmolarse por la causa y que habría hecho promesas al sector que reclama la libertad de los represores de la dictadura. En enero, un grupo de mujeres –esposas, amigas, madres—de genocidas le habían reclamado al gobierno que cumpliera con sus promesas de campaña. En ese momento, Cecilia Pando había reconocido que hubo contactos con el entorno de Milei y con Villarruel para que resolvieran la situación de los condenados por crímenes de lesa humanidad.

“Ella tiene que trabajar como vice, no como presidente. Ella no es la jefe política del movimiento. Ella quizá sea la referente ideológica de una parte del electorado a quien traicionó”, siguió Lemoine. “Cuando ocurrió lo de la visita al penal –ya hace un mes– los diputados que fueron al penal son los que responden a su ideología”, dijo en Radio Mitre

Según la diputada, Villarruel dejó de atender el teléfono a amigos y a personas con las que tenía compromisos. Dijo que pasó eso con un asesor que fue su armador en 2021. Posiblemente se refiera a Guillermo Montenegro, uno de los legisladores que fue parte de la comitiva a Ezeiza y con quien la vicepresidenta se distanció a principios de año.

Lemoine ya había reclamado días atrás que Villarruel se responsabilizara por el tour a la cárcel de Ezeiza. “Me rompe soberanamente las bolas por qué carajo Victoria Villarruel no saltó. Fue su leitmotiv de campaña”, había dicho la diputada libertaria. “Yo creo que los diputados tienen derecho a ir a visitar un penal. Tienen derecho de formar parte de un grupo de amistad con Rusia, como hizo (Marcela) Pagano, a hacer lo que quieran. Pero no es el leitmotiv de los libertarios. Nosotros estamos preocupados por la pobreza, por la inflación, por la seguridad, porque aparezca Loan, porque no haya violadores sueltos en la calle. Y un grupo de diputados que responde a Victoria Villarruel fue a visitar a (Alfredo) Astiz. ¿Y qué dice Victoria al respecto? ¿Dijo algo? Porque yo no la vi pronunciarse”.

Villarruel viajó al norte para participar del aniversario del Éxodo Jujeño. Y prepara para el martes un evento en el Senado para las víctimas del “terrorismo”. No dio detalles acerca de la actividad, solamente recomendó estar pendientes de las redes sociales de la Cámara alta.

Un sector del oficialismo no solo le recrimina su silencio frente a la visita a los genocidas sino también el chiste sobre “jamoncito” que hizo con José Mayans, jefe de la bancada de Unión por la Patria (UxP), durante la sesión del jueves en la que se aprobó una nueva fórmula jubilatoria que será vetada por Milei. No cayó bien tampoco que haya dicho que Ariel Lijo no tiene pergaminos para la Corte un día antes de que fuera a defender su pliego en el Senado. Y en la Casa Rosada todavía no cede la indignación porque Martín Lousteau se quedó con la bicameral de inteligencia. Los Milei y el asesor Santiago Caputo querían que la comisión quedara en manos de Edgardo Kueider mientras que Villarruel impulsaba a Martín Goerling Lara, un senador del PRO con vínculos con Patricia Bullrich.

Ahora preocupa qué pasara en el Senado con el DNU que otorgó 100.000 millones de pesos en fondos reservados a la SIDE, que acaba de ser rechazado en Diputados –con el apoyo del PRO. “Que no facilite jamás nada que pueda ocasionar que nos quedemos sin un servicio de inteligencia que no permita defender al Presidente del Estado totalitario de Irán”, le recomendó Lemoine a Villarruel.

Un vínculo roto

Lemoine le reclamó en su cuenta de X a la vice que mate el ego y se ubique. Antes le había dicho que la habían aprendido a querer. “Incluso los libertarios te queremos”, sostuvo. Es un cariño peculiar el que sienten.

Según contó Lemoine, ella la conoció en 2019. “El mismo día que conocí a José Luis Espert y al Presto”, precisó. Para entonces, la derecha tenía dos candidatos presidenciales: Espert y Juan José Gómez Centurión, el ex carapintada que había sido funcionario de Mauricio Macri.

De acuerdo con el relato de Lemoine, ella se reunió con Espert y El Presto –un influencer de ultraderecha– en el Abasto. En ese encuentro también participó Álvaro Zicarelli, un politólogo que también es parte de la “batalla cultural” ultraconservadora. Zicarelli aparentemente sugirió un encuentro con Villarruel, que para entonces presidía el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv) y participaba de programas televisivos para proponer su versión sobre la dictadura.

Lemoine hizo hincapié que la conoció con El Presto. Los dos solían visitar al dictador Jorge Rafael Videla. El Presto no esconde sus fotos con el principal responsable de la dictadura. Villarruel, en cambio, debió reconocer que lo visitó, pero se justificó diciendo que lo hacía para un libro que estaba escribiendo.

La diputada le factura a Villarruel que el año pasado fue al acto que organizó en la Legislatura porteña y terminó rociada con combustible. Según ella, Villarruel nunca se solidarizó ni se preocupó por cómo estaba. Desde el ecosistema que responde a la vicepresidenta salieron a mostrar un tuit en el que Villarruel decía que esperaba una respuesta contundente por parte de la Justicia.