Con Imaginario, Edgardo Scott nos ofrece un libro de relatos que desafía la frontera entre la realidad y el fantástico, mediante una insistencia en el terreno imaginario, que no se expresa tan solo como contrapunto de lo tangible, sino que representa una dimensión que continuamente acecha y se entrelaza con el dominio de lo real. A través de una escritura que pasa de lo cómico a lo trágico y de lo íntimo a lo político, Scott no sólo explora sino que actualiza las vastas posibilidades de la ficción breve.

Los dieciséis relatos que componen el volumen trazan un arco narrativo, que transita por las convenciones del realismo, la distopía y el fantástico, interrogando las múltiples formas en que lo imaginario construye y deconstruye nuestro mundo.

En este sentido, es fundamental el trabajo con el homenaje, la cita y la reescritura que realiza el autor, donde despliega un universo literario que dialoga con escritores como Borges, Hemingway, Miguel Briante, y Horacio Quiroga. Así los temas recurrentes son la traición, la muerte, la enfermedad, y, sobre todo, el poder de la ficción para configurar y desdibujar nuestra comprensión del mundo.

Uno de los relatos más destacados, “La inolvidable historia del Renguito MacGahern y el camino de tierra (Notas sobre la traición en Arlt, Masotta y Borges”, inicia con la frase: "Uno casi nunca escribe lo que piensa, aunque siempre escriba lo que quiere. La escritura nunca es voluntaria. Y con la traición me pasó lo mismo." Aquí, Scott funda una reflexión sobre la escritura y sobre la naturaleza de la traición, y lo hace desde una exploración metanarrativa que convoca las operaciones de Arlt, Masotta y Borges.

La relación con la obra de Borges se refuerza en el último relato, “En el sanatorio”, donde Scott se apropia del imaginario febril de Juan Dahlmann, el personaje de “El sur”, que está internado en un sanatorio y se encuentra con su destino sudamericano. Su deber pareciera ser salir a pelear con un cuchillo, cuya realización queda encriptada en el curso intempestivo del delirio febril, que irrumpe con imágenes de lucha contra malevos que le lanzan migas de pan. Al igual que en el cuento de Borges, el protagonista de Scott se mueve entre la vigilia y el sueño, abriendo un limbo en que se difuminan los contornos de lo real. En este cuento se revelan el escritor y el lector. Scott no solo reescribe “El sur” en una versión actualizada y recontextualizada sino que también ofrece una interpretación novedosa del célebre cuento, una lectura dirigida a movilizar los límites entre la imaginación y lo real.

Desde el comienzo del libro, Scott establece el tono con “Franz Reichelt”, un relato sobre el sastre que, en 1912, se lanzó desde la Torre Eiffel con un paracaídas diseñado por él mismo. La historia es narrada desde la perspectiva de quien autorizó el salto, destacando no sólo el fracaso, sino también la fina línea entre la invención y la locura. "La victoria nace del fracaso y viceversa", sentencia el texto, encapsulando el tono ambivalente que recorre el libro. Scott utiliza este incidente histórico como punto de partida para hablar de la obstinación humana en su búsqueda de trascender los límites físicos, incluso cuando esto implica desafiar a la muerte.

En “Quiroga y la de déchetterie”, se rinde homenaje a Horacio Quiroga, al mismo tiempo que el protagonista critica de forma sutil al cuentista uruguayo. El relato gira en torno a L., un personaje que enfrenta una mudanza mientras reflexiona sobre el clásico cuento “A la deriva”, del libro Cuentos de amor de locura y de muerte de 1917, donde un hombre mordido por una serpiente agoniza en una canoa que desciende por un río. Scott contrasta esta historia con la situación cotidiana de L., y así coloca una especie de ironía sobre el fatalismo de Quiroga al mismo tiempo que presenta una visión alternativa de la relación entre destino y azar.

Otro cuento, “El huevo”, introduce a Gato Malatesta, un baterista chileno cuya vida da un giro cuando descubre un bulto en su espalda. Este crecimiento, que al principio parece inofensivo, se convierte en una metáfora de la carga inevitable del destino. El relato explora cómo este "huevo" se convierte en un símbolo de las circunstancias que, sin previo aviso, moldean nuestras vidas de manera irreversible.

“Velero” es otro de los relatos donde Scott juega con la convergencia entre lo imaginario y lo cotidiano. En él, una mujer enferma se entrelaza con la imagen de un velero, mientras un automóvil cruza un puente emblemático de Argentina. Scott, que reside en París, explora aquí la conexión entre fronteras físicas y emocionales, creando una atmósfera de constante movimiento entre lo familiar y lo extraño.

En “El número AFED”, nos introduce en un relato especulativo donde un protocolo permite conocer la fecha exacta de la muerte de una persona. Sin embargo, la narradora, que es la científica Aimara Urbina, reflexiona sobre la incertidumbre que persiste más allá de la predicción de la AFED (“Anticipo Fecha Exacta de Defunción”), resaltando el misterio insoportable que envuelve el final de la vida. En este sentido, la muerte, un tema omnipresente en Imaginario, se presenta no como un hecho certero, sino como un accidente siempre rodeado de incertidumbres.

El relato “Futbol Total” nos lleva al terreno de la nostalgia deportiva desde la exploración de las glorias y fracasos de la famosa selección holandesa conocida como la “Naranja Mecánica”. Desde su derrota en la final del Mundial de 1974 hasta su caída en Sudáfrica 2010, Scott reconstruye la historia de un equipo que siempre estuvo cerca de la victoria, pero nunca logró alcanzarla. A través de este relato, el autor reflexiona sobre el fracaso como parte intrínseca del éxito, en un eco de las ideas presentes en relatos anteriores, y no deja afuera el histórico 6 a 0 de la Argentina contra el seleccionado peruano en el polémico Mundial 78.

En “Historia del avión”, el autor nos transporta a un escenario distópico donde Argentina ha recuperado las Islas Malvinas. Sin embargo, en lugar de una narrativa patriótica, el cuento ofrece una mirada sombría sobre las implicaciones de este triunfo, y cómo la historia se reescribe en función de la perspectiva del narrador. Las fechas que se sitúan -como el 25 de mayo de 2035- añaden una capa futurista que fusiona una sensible historia reciente con distantes especulaciones y algunos dislates.

Imaginario reúne cuentos como piezas de un rompecabezas más grande y se propone como una exploración literaria y crítica del acto mismo de narrar. El libro parece formular y partir de una pregunta: ¿cómo se cuenta una historia que provoque hiatos en nuestra percepción de la realidad? Desde la reescritura de clásicos literarios hasta la creación de futuros alternativos, Scott invita al lector a perderse en un laberinto de referencias literarias, en una cuadrícula de juegos narrativos y en una galería de personajes que se mueven entre lo tangible y lo onírico. Es en este cruce de caminos donde el autor encuentra su voz, siempre a medio camino entre la parodia y la reflexión seria, la fantasía y la crítica social.

Con Imaginario, Scott no sólo ofrece un conjunto de relatos seductores, sino que también plantea una meditación profunda sobre el papel de la ficción en nuestras vidas. Cada historia es un viaje hacia lo desconocido, donde los recovecos más íntimos se trenzan con las preocupaciones más universales y donde los espacios de figuración y actuación del lector, el narrador y los personajes se desvanecen en un caleidoscopio de posibilidades narrativas.