Hay mucha gente apurada, que observa un inevitable rediseño del mapa político. Analistas, consultores y factores de poder especulan o determinan que la inédita continuidad de trompazos sufridos por el oficialismo, en el Congreso, obligan a ver a un Javier Milei en escenario dramático. ¿Cuánto es así, cuánto se exagera y cuánto es una mezcla de ambas perspectivas?

En oportunidad del acuerdo en Diputados para establecer una nueva fórmula en los haberes jubilatorios, entre el bloque unánime de Unión por la Patria y la gama variopinta de los radicales, nos interrogamos aquí si acaso no estaba surgiendo un embrión de frente o conglomerado (relativamente) sólido contra la avanzada libertarista.

Pero era muy difícil imaginar que, apenas unos meses más tarde, se sumaría contra Milei, ¿tan frontalmente?, el despecho de Mauricio Macri. Dejó pasar u ordenó a secciones de su tropa que voltearan los fondos reservados de la SIDE, y que aprobaran en Senado aquél consenso de la Cámara Baja.

Los correveidiles de palacio y de los campamentos tribales dicen que el calabrés terminó de agotar su paciencia cuando, para el 9 de julio, Milei lo hizo volver de sus eternas vacaciones a los solos fines de chupar frío y ser ninguneado por las cámaras oficialistas. Vaya uno a saber si eso es una nimiedad, o la corroboración de que las dimensiones de la política también se miden en términos de venganzas personales, arrebatos anímicos, etcétera.

Lo comprobable es que las transas y “traiciones”, desarrolladas en estos días, merecerían una interpretación de Peter Sellers.

Con unas muy pocas horas de diferencia, tras Macri vociferando que “estoy cansado de que me boludeen” y luego de que varios de sus legisladores sancionaran la reforma de los haberes previsionales, fue el mismo Macri quien tuiteó que la mayoría de los senadores son una “fachada del clientelismo” y de la “corrupción fenomenal”. Y que “por el bienestar de nuestros jubilados y los nietos de los jubilados”, apoya el veto del presidente Milei. Después quiso arreglarla y la embarró peor, a sabiendas o en movida de ajedrez. Infartante.

Ni hará falta decir que la comidilla de estas horas es qué clase de carpetazo le tiraron a Macri los servicios y los trolls, oficiales y “ocultos”.

De lo que se puede publicar, sin mayores riesgos, lo obvio sería que la causa Correo está ahora en la Corte Suprema después de que Ariel Lijo la cajoneara largo tiempo, contra el elemental deseo macrista para lograr absolución. Es el expediente que complica a Macri por defraudar al Estado y perdonar una deuda descomunal a sus empresas.

La ruta subsecuente es que ahora lo carpetearon para que los cambiemitas voten a favor de Lijo como juez de la Corte, a fines de que cumpla con lo que no hizo en su momento. Es un flor de entramado -más bien, todo un jardín botánico- porque hay figuras del kirchnerismo que, por otras razones, también estarían negociando la aprobación a Lijo. ¿O alguien supone que esto es un campeonato de carmelitas descalzas?

Pero tampoco es cuestión de confundirse entre motivaciones principales y accesorias. Están quienes se oponen auténticamente al trazado mileísta. Y están quienes señalan que lo apuntan sólo porque el Presidente y su entorno “son unos inútiles”. A Macri y aledaños los tiene muy sin cuidado que Milei sea brutal en el manejo de la economía. Les preocupa que sea bruto. Lo cual, para insistir, es muy diferente.

El senador José Mayans, cuyo campechanismo a veces demasiado ramplón distrae sus observaciones estructurales, le adjudicó a Milei creerse un sabio económico. Uno capaz de superar a “los veinte zorros” como Domingo Cavallo y Caputo Toto que, entre otros, tiene detrás. Y dijo, con todas las letras, que todos ellos forman parte de un clan. Por supuesto, le refutan que él integra el del populismo prebendario. El de la casta. Pero si fuera o es así, el argumento no alcanza ni por asomo para retrucar que los otros clanes son iguales de existentes.

Como el senador remató su intervención señalando que Milei es apenas un jamoncito, dirigiéndose a Victoria Villarruel en tanto fue ella quien creó el apelativo, la frivolidad mediática se detuvo en ese intercambio humorístico ¿y de “complicidad”? que siguió entre el formoseño y la vicepresidenta.

Sin embargo, el nodo de lo dicho por Mayans no fue ninguna tontería.

En todo caso, la salvedad es que “los zorros” detrás de Milei tienen, a su vez, unas contradicciones de aquéllas. Se las puede juzgar como primarias o secundarias.

Pueden ser lo segundo porque todos esos cánidos no tienen objeción alguna respecto del rumbo ideológico de los hermanos presidenciales, ni acerca del salvajismo social de su modelo.

Pero también pueden ser (algo de) lo primero si es que ya comienzan a advertir que el Gobierno podría no dar para más. Los porqués son varios y reiterativos.

Porque no encuentra dólares en ningún lado. Porque las reservas siguen bajando y el dichoso riesgo país no tiene visos de disminuir hasta algún nivel que permita soñar con, y gracias, una soga de financiamiento externo. Porque de continuar el cepo no habrá forma de que lleguen inversiones, por más RIGI que reglamenten. Porque si levantan el cepo se juegan a una estampida cambiaria con el riesgo de que se dispare la inflación y, con ello, el fallecimiento gubernamental. Porque hay choque manifiesto entre los intereses devaluatorios de “el campo”, las corpos ligadas al sector energético-extractivista y una industria dependiente del mercado interno casi desmayada.

Y porque todos esos clanes también quieren confiar en el experimento de Milei, pero resulta que Jamoncito no para de demostrarles que carece de la más mínima capacidad para conducirlo políticamente.

El ministro de Economía, desesperado, les confesó en público que el Gobierno depende de su buena voluntad mientras desde el propio Fondo Monetario le advierten que si no devalúa, y si no levanta las restricciones cambiarias, se olvide de cualquier tipo de ayuda para hacerse de efectivo.

Caputo Toto, en lo que colegas de la mismísima derecha rotulan como un cuento de Las Mil y Una Noches, les pide que aguanten un poco porque tendría la carta de un mangazo a sultanatos árabes. También de mientras, Milei redobla su apuesta por una alineación absoluta con Israel en una muestra, tragicómica, del desquicio que es su gobierno en materia de proyección geoestratégica.

Pero, bueno: si la pareja presidencial no puede sostener ni siquiera cierta concordia entre sus raquíticos bloques parlamentarios, no vamos a pretender que manejen con eficiencia políticas de Estado en condiciones de interpretar la escena internacional.

Milei está preso del personaje disruptivo que creó, demostradamente apto para ganar una elección. Y, según todo parece indicar cada día con mayor elocuencia, acabadamente inepto para gobernar.

De acuerdo con lo que se menta en forma creciente, entre los pasillos del poder real, si las cosas siguen así -más tarde o más temprano- no habría otra salida entre devaluar y defaultear. Salvo, claro, que el Presidente jugara convocar a algún tipo de acuerdo multisectorial, renunciando a su ontología extremista.

El problemita, en tal hipótesis, es que si hiciera eso perdería todos los rasgos de loquito honesto e indetenible que lo llevaron a la presidencia.

Antes de hacer eso, todas las fichas son puestas en que se iría a su casa con rango de víctima de la casta.

Surge entonces el desafío extraordinario de imaginarse qué lo reemplazaría. Tan extraordinario como las variantes que se abren, afiebradas o atendibles.

¿Una Villarruel nucleando a esa suerte de nacionalismo oligárquico, panperonista, que le elogia su compadre Guillermo Moreno? ¿Y eso sería con el apoyo del gorilaje tradicional que se agrupa alrededor de lo que queda del macrismo?

¿O sería, según volvió a pintar esta semana, que hay un arco que va desde el kirchnerismo hasta sectores del Pro, peronistas del tipo Pichetto, radicales del tipo Lousteau, sueltos carismáticos del tipo Massot, lilitos, “republicanistas” con o sin territorio, que empiezan a percatarse sobre eso de una “salida” de “extremo centro”?

Y si fuese esto segundo, ¿cómo jugarán CFK y Axel Kicillof?

Como bien describió este sábado Joaquín Múgica Díaz, en Infobae, el plan de acción que se especula en varias oficinas incluye al peronismo y, dentro de él, al kirchnerismo. “Nadie aceptaría, en este tiempo, mezclarse con los K en un armado político”. Pero a futuro, salvo el peronismo cordobés y tal lo afirmado por el colega, nadie lo descarta por completo porque estamos hablando del “final” del camino y no de la coyuntura.

Para machacar y si es por tomar nota de lo que ocurre, hagamos todas las preguntas siempre y cuando se comprenda que es asunto de lo que efectivamente pasa, se presume, se rosquea, se proyecta. Y no de lo que a cada quien le gustaría que pase.

Por lo pronto, la realpolitik le mostró los dientes y algo más al adolescente tardío que ejerce de Presidente.

Es decir, nada menos que la diferencia entre política y poesía contestataria.