Existe en la actualidad, a nivel global y en Argentina particularmente, un relato que aloja y promueve discursos donde se proclama el individualismo y la violencia como una de las formas aparentes de resolución de conflictos. Hace tiempo el país viene caminando la senda del “sálvese quien pueda” que tensa las relaciones interpersonales en la calle y en el barrio con consecuencias impredecibles que a menudo se cuentan en las páginas policiales. En este marco de situación, volver a abonar el diálogo voluntario para solucionar las diferencias interpersonales, más que una utopía parece ser un urgente y necesario cambio de mentalidad social y cultural. La semana pasada la directora de Mediación municipal, Clara Lombardo, fue citada a la reunión de la comisión de Control, Convivencia y Seguridad Ciudadana del Concejo para dar cuenta del trabajo que viene realizando el espacio en el ámbito del gobierno municipal donde indicó, entre otras cosas, que se efectuaron en el último tiempo unas tres mil quinientas audiencias, setenta por ciento con resultado positivo. Ante esta realidad, Rosario/12 entrevistó a la funcionaria para ampliar el estado de situación del área que dirige donde, de forma cotidiana, emerge el conflicto pero también la búsqueda de solución a través del diálogo interpersonal.

“Nuestra herramienta es la escucha, el contacto físico, el contacto visual, el contacto humano”, cuenta Lombardo apenas abre las puertas de su despacho ubicado en el segundo piso del Palacio Municipal. “Damos un espacio confidencial y ameno porque estamos convencidos de que es dignificante y eso puede ocurrir en una oficina de distrito o en el territorio, pero siempre hay una calidad humana, es estar presente, prestar atención al vecino para tratar de encontrar una solución”, agrega.

Este espacio municipal existe desde hace veintidós años primero como programa y más tarde como Dirección. Lombardo hizo carrera en este lugar hasta asumir, a finales de 2023, como directora y lo hizo con una idea y una ideología férrea que es la de cercanía. “A nadie le gusta vivir en el conflicto y muchas veces va sintiendo que escala, y es muy incomodo estar con un problema diario y cotidiano. Nuestra función es acercar la solución”, comentó al tiempo que destacó que su proyecto como directora es ahondar en el paradigma del Estado de cercanía.

“Quiero que el vecino vuelva al Distrito, que sienta que el Estado es cercano y no sólo para que el vecino acuda a buscarlo sino para que el Estado llegue a su territorio y se vuelva a meter en la trama”, contó Lombardo argumentando que la mediación “no es solamente solucionar el problema del que te estaciona en la puerta, es mucho más profundo: Es preventiva, es volver al contacto con el otro”.

Mientras repasa su trayectoria de más de quince años de trabajo en esta materia que incluye experiencias de formación en España y trabajos de campo en la ciudad,  Lombardo parece emocionarse con la potencia de lo común e insiste cada tanto en la fortaleza de los equipos que la acompañan. Habla de la vocación y que la mediación “es una disciplina independiente de las profesiones clásicas” y la conversación emerge hacia una pregunta compartida con este cronista: “¿Mediador se hace o se nace?”.

“Tenés que tener una vocación de servicio, de acompañamiento, una vocación de justicia, de entender las angustias que tiene el ser humano cuando entra en conflicto con otro, hay gente que naturalmente es conciliadora pero la realidad es que hay que formar de manera permanente”, respondió.

Y sobre los casos que atienden a diario señaló que “cuando a las personas se las trata con honradez y honestidad, sacás lo mejor de ellas. Es volver a darnos esa oportunidad de construir, de mostrar que no sos un mal tipo, que a lo mejor tuviste un mal entendido con el otro, a tratar de restablecer los vínculos. Yo soy una convencida de los vínculos vecinales y a mí me gusta volver a eso. Acá no hay jerarquía de conflictos. Todos tienen la oportunidad de sentarse, de redactar, de firmar lo simbólico del acuerdo, lo ritual. Y nuestra función en la mediación es una de resolución de conflictos, preventiva, es hasta educadora sí se quiere porque siempre algo queda de esta experiencia cuando las personas se juntan a dialogar. La Dirección de Mediación cumple una función que es muy de base, es sentar las bases de una cultura de la comunicación, de la cultura de la paz”.

Formada en la Universidad Carlos III de Madrid, cuyo primer decano fue el famoso constitucionalista Gregorio Peces-Barba, Lombardo contó que su pasión se orientó a la mediación intercultural y en ese sentido en España encontró el horizonte perfecto a partir de la enorme tradición intercultural, de inmigración y diversidad comunitaria. Allá trabajó en un barrio obrero madrileño pionero en la descentralización.

“Cuando volví de España lo hice fascinada con ese Estado de cercanía y presenté un proyecto al Presupuesto Participativo que se llamó `Como solucionar conflictos entre vecinos´. Venía de fuera de la política pero en ese entonces milité la idea y salió aprobada en el Distrito Centro con más de 600 votos de vecinos. Eso llevó a que el distrito lo quisiera y así comenzó un trabajo territorial en el barrio Latinoamérica, que es uno de los complejos más grande que tiene ese distrito”, recordó.

“Entonces lo que buscaba era la conciencia del cuidado de los espacios comunes”, contó la hoy directora de Mediación municipal al tiempo que destacó: “la próxima semana volveremos a entrar en territorio en los barrios Curva Tucumán, República de la Sexta, en Grandoli y Gutiérrez donde tenemos un punto Cuidar, en los Centros Crear donde tenemos asesoramiento jurídico pero también quiero entrar con eso en los complejos habitacionales que se están por mudar. La idea es ir acompañando a esos vecinos para fijar las normas de convivencia y estar cerca”.

La mediación promueve la toma de conciencia de los principios republicanos llevando el ejercicio práctico del derecho al territorio: “Cuando un señor que en el pasado tenía escasos recursos simbólicos y resolvía sus conflictos por medio de la violencia llega a un acuerdo, a un contrato, con quien lo está perjudicando, ahí entendiste el derecho, ése es el derecho romano. Ahí llegamos al territorio, ese concepto simbólico y abstracto es re importante”, recordó la funcionaria.

El diálogo devuelve la posibilidad de pensarse como personas pensantes y no con los códigos de la violencia. “En lo que nos centramos es en la cultura de Paz, frase muy amplia pero que tiene que ver con darle la oportunidad a los vecinos para que regulen la convivencia”, resumió al tiempo que contó que la metodología de su equipo de trabajo es escuchar y nunca subestimar porque “existen conflictos que escalan muy rápidamente”. Y ahondó: “Hay casos que nos deriva el Ministerio Público de la Acusación que cuando lo leemos creemos imposible de mediar pero después logramos que denunciante y denunciado están dispuestos a mediar y acercarse. Eso es consecuencia de trabajar con la función preventiva y la cultura de paz”.

En 2002, cuando nació esta dirección entonces como un programa municipal, la desocupación en Rosario alcanzaba el 24.3%, todavía lejos de lo que se vive en la actualidad. Consultada por los cambios en el entramado comunitario desde su llegada al área en 2009 y los conflictos a lo largo de estos años en períodos de aumento de crisis económicas, la funcionaria fue tajante: “La situación macroeconómica recontra influye. Para el Estado debe ser inherente estar en el territorio. Y sí ahora volvemos con mucha fuerza es porque creemos que estando presentes los conflictos se empiezan a desarmar”.

 

Para aportar a la pacificación de Rosario en un contexto histórico de vulnerabilidad y donde la violencia viene deteriorando el entramado comunitario, la propuesta de la dirección municipal es volver al territorio para hacer un Estado de cercanía. “Estoy convencida -cerró Lombardo- de que los seres humanos tenemos la capacidad de resolver nuestros problemas, y aunque no sirva para todos los casos, con la mediación, las personas se acercan, se escuchan y se humanizan”.