Israel aseguró que frustró este domingo con más de 100 aviones de combate un ataque a gran escala de Hezbolá con bombardeos en el Líbano, mientras que el movimiento islamista dijo que logró lanzar 340 drones y cohetes contra posiciones israelíes en represalia por el asesinato de uno de sus líderes. Hamas, que libra una guerra contra Israel en Gaza desde hace más de 10 meses, celebró la "fuerte respuesta" de Hezbolá y consideró que era una "bofetada" al gobierno israelí. Las delegaciones de Israel y Hamas abandonaron El Cairo tras una reunión con los mediadores de Qatar, EE.UU. y Egipto sin avances para alcanzar un alto al fuego en la Franja de Gaza donde, según las autoridades locales, ya murieron unas 40.400 personas.

Venganza por el asesinato de Shukr

Hezbolá, armado y financiado por Irán, había amenazado con represalias tras la muerte el 30 de julio de uno de sus jefes militares, Fuad Shukr, en un ataque israelí en la periferia sur de Beirut. Junto con Irán y Hamas amenazó también con responder al asesinato en Teherán del exdirigente de Hamas, Ismail Haniyeh, el 31 de julio. Ese último ataque fue atribuido a Israel.

La Fuerza Aérea israelí, tras recibir informaciones sobre el ataque de Hezbolá, lanzó "una operación compleja en la cual un centenar de aviones golpearon miles de lanzacohetes dirigidos hacia el norte de Israel en 40 zonas de tiro del sur del Líbano", declaró un portavoz militar, el teniente coronel Nadav Shoshani. Un funcionario estadounidense indicó, bajo condición de anonimato, que Estados Unidos "no participó en los ataques preventivos de Israel" pero que proporcionaron ayuda "en términos de seguimiento de los ataques entrantes" de Hezbolá.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, advirtió que Israel no había dicho su "última palabra" con los bombardeos. "Que sepan que este es otro paso en el camino para cambiar la situación en el norte y devolver a nuestros residentes sanos y salvos a sus hogares. Lo que pasó hoy no es el final del versículo", avisó Netanyahu durante el Consejo de Ministros, donde elogió a las Fuerzas de Defensa de Israel por los últimos golpes propinados a Hezbolá, como la eliminación de uno de sus principales comandantes en Beirut.

"Primera fase" de la respuesta

Los disparos de Hezbolá formaban parte de un "ataque planificado de mayor envergadura y pudimos frustrar gran parte", aseguró el teniente coronel Nadav Shoshani. Por su parte Hezbolá aseguró que el ataque fue un éxito e indicó que apenas era la primera fase de la respuesta a la muerte de Shukr. Su líder, Hasan Nasralá, desmintió las "afirmaciones engañosas" de Israel, que afirmó haber destrozado "miles de lanzacohetes" e interceptado "miles de cohetes".

El movimiento islamista, políticamente muy influyente en el Líbano, indicó que lanzó "un gran número de drones" contra territorio israelí y "más de 340" cohetes Katiusha contra 11 bases militares en Israel y en los Altos del Golán sirio ocupados por Israel. Nasralá declaró que el "objetivo principal de la operación" era "la base de Glilot, la principal base de la inteligencia militar israelí" a "110 kilómetros de la frontera" con el Líbano.

"Controlamos nuestra respuesta de forma que el objetivo no fuera civil ni infraestructura perteneciente al enemigo, y de forma que el objetivo fuera militar y tuviera una conexión con la operación de asesinato" contra Shukr, destacó Nasrala durante su intervención. Según el ejército israelí, Hezbolá disparó "más de 150 proyectiles", de los cuales varios fueron derribados. Al final de la tarde del domingo la misma fuente indicó que un soldado de la marina cayó en combate en el norte, sin precisar si había relación con el ataque. 

"Preservar la estabilidad"

En el sur del Líbano las autoridades informaron de tres muertos en los bombardeos israelíes. Se trata de tres combatientes, según Hezbolá y el movimiento aliado Amal. El primer ministro libanés, Najib Mikati, llamó a poner fin a la escalada y el presidente egipcio, Abdel Fattah al Sisi, subrayó a su vez la "necesidad de preservar la estabilidad del Líbano". El jefe de la diplomacia británica, David Lammy, instó por su parte a evitar "a toda costa" una conflagración en Medio Oriente.

La misión de la ONU en el Líbano y los Cascos Azules urgieron este domingo a Israel y a Hezbolá que acuerden una tregua y se abstengan de "nuevas acciones que intensifiquen la violencia", después del intercambio de ataques a gran escala de ambos bandos. "El único camino sostenible para avanzar es el retorno al cese de las hostilidades, seguido de la aplicación de la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas", indicó un comunicado conjunto de la coordinadora especial de la ONU para el Líbano, Jeanine Hennis-Plasschaert, y el comandante de los Cascos Azules en el Líbano, el general español Aroldo Lázaro.

Una tregua cada vez más lejana

El fuego cruzado entre Israel y Hezbolá se intensificó desde el estallido de la guerra en Gaza entre Israel y Hamas. El Cairo acoge una nueva ronda de conversaciones desde el jueves, a la que participan los jefes de la inteligencia israelí, estadounidense, qatarí y egipcia. Pero este domingo en un comunicado, Hamas reiteró su rechazo a las nuevas condiciones israelíes: la presencia de fuerzas en la frontera egipcia y su apoyo al borrador del 2 de julio auspiciado por EE.UU. entre otras.

"La delegación de Hamas destacó la posición del movimiento de que cualquier acuerdo debe incluir un alto el fuego permanente, una retirada completa de la Franja de Gaza, la libertad de retorno de los residentes a sus áreas, ayuda y reconstrucción, y un acuerdo de intercambio serio (de rehenes por presos)", pidió una vez más el grupo islamista. La delegación negociadora israelí, encabezada por el jefe del Mossad, David Barnea, y el jefe del Shin Bet, Ronen Bar, emprendió el retorno a Tel Aviv tras unas negociación calificada por Egipto como "estancada".

Según dijo a la agencia EFE una fuente de seguridad egipcia de alto rango, Egipto mostró su rechazo a la propuesta de Israel de permanecer en el Corredor de Filadelfia (que separa la Franja de Gaza del país árabe) y en el de Netzarim (que divide el enclave palestino por la mitad) de la misma forma que lo hizo días atrás el grupo islamista Hamas. Benjamin Netanyahu repitió en varias ocasiones la semana pasada que Israel no abandonará la divisoria egipcia, que considera un "activo estratégico" para que Hamas no se rearme. 

El conflicto en Gaza estalló el 7 de octubre cuando combatientes del movimiento islamista palestino atacaron el sur de Israel y mataron a 1.199 personas, en su mayoría civiles, según un balance basado en cifras oficiales. También tomaron 251 rehenes, de los cuales 105 siguen en Gaza, incluidos 34 que los militares israelíes declararon muertos. En respuesta Israel prometió destruir Hamas y lanzó una feroz represalia que ya deja 40.405 muertos en Gaza, según el ministerio de Salud del territorio, que no detalla cuántos son civiles y cuántos combatientes.