Manuel Álvarez fue por 16 años y 4 Juegos Olímpicos (2008, 2012, 2016 y 2021) el preparador físico de la Selección Argentina de básquet de la llamada Generación Dorada, que con Ginobili y Scola a la cabeza le sacaron el invicto histórico al “Dream Team” de Estados unidos, para lograr el Oro en Atenas 2004, y fueron los protagonistas absolutos del deporte mundial por más de una década. Pero mientras eso ocurría, “el profe Manu” seguía siempre dando clases en su escuela secundaria de La Plata donde hoy es director. “Donde sea que esté nunca me saque las zapatillas del patio de la escuela”, le cuenta a Buenos Aires 12.

“A mí siempre me gusta que me digan que soy profesor en Educación Física, porque amo profundamente mi profesión y la valoro cien por cien. Hace 16 años que trabajo en esos dos ámbitos, la escuela y selecciones nacionales. Antes con Argentina y ahora con Panamá. Pero siempre que me preguntan a qué te dedicas, digo que soy docente”. Manuel tiene 54 años y después de mucho tiempo este año le tocó ver un JJOO desde su casa. “Se sufre mucho porque uno sabe lo que cuesta estar ahí. Pero el sacrificio que hacen los deportistas argentinos es un orgullo inmenso”, comenta.

“Somos facilitadores. Trabajamos para que el deportista crezca y nuestra medalla es ver su crecimiento, desde Ginobili a cualquier adolecente en clase”. El mensaje de Manuel es tan directo como pedagógico. Fue construido por muchos años navegando entre las aguas de lo posible y lo ideal, en partes iguales. El Oro Olímpico, el seleccionado NBA de USA, medallas mundiales y la generación dorada del Básquet argentino, convivió casi toda su carrera con el patio del colegio, la formación de estudiantes secundarios y las “media faltas” de los adolescentes.

--¿Cómo convive la máxima elite del deporte mundial como es participar en 4 Juegos Olímpicos con la realidad a veces fluctuante de dar clase en una escuela secundaria?

--Son dos mundos que se complementan. El objetivo del ideal es interesante tenerlo. Es necesario porque eso te va a ayudar a tener un faro en el horizonte, pero después es cierto y en la realidad que vivimos en todos los ámbitos transversales lo vemos que el contexto te hace tener que ir reconstruyendo y resignificando para dentro de lo posible apuntar a lo ideal. Eso responde también un poco a la idiosincrasia nuestra. Los argentinos somos así, no solo los docentes, de arreglarnos con lo que tenemos. En aquel grupo de La Generación Dorada el ideal estaba bastante cerca, porque había recursos para generar infraestructura acorde, porque había posibilidades por contactos y por rendimiento de poder hacer preparaciones en países distintos y hacer comparativas. Nosotros logramos tener un gimnasio pie de pista en el Cenard que era algo impensado. Eso lo hicimos conjuntamente con Luis Scola que consiguió y donó todas las estructuras para montar en la cancha de Básquet, fuera de lo que es el rectángulo del juego. Ese equipo único nos permitió acercarnos a un ideal, que te da la posibilidad de aspirar a grandes resultados. Pero, así como te cuento esto también está la cuestión de adaptativa. Hemos entrenado en Brasilia un domingo que no trabaja nadie y el muchacho que estaba a cargo nos cortó la luz porque se tenía que ir y nosotros seguimos como si nada porque los jugadores pusieron las luces de sus autos y sus motos apuntando a la cancha. Cosas como esa nos pasaron mil veces.

--En una entrevista Luis Scola habla del peligro de creer que solo con la resiliencia y la capacidad de adaptación alcanza. Es decir, aplaudir al deportista que se la rebusca y después exigirle medallas olímpicas.

--Hace relativamente poco hice una especie de descargo con respecto a esto que vos decís. Vi publicado en una nota “las Leonas van por el por el premio consuelo” y me dolió mucho, porque a veces hay una mirada muy exitista que no ve que ya solo ir a un Juego representa un premio muy importante. No ir es muy doloroso cuando vos venís sistemáticamente participando, pero está dentro de las posibilidades. Por eso el solo hecho de estar en los Olímpicos es realmente algo para elegidos. De hecho, nosotros tuvimos tres medallas, con lo cual estamos hablando de un objetivo muy difícil de cumplir en nuestra realidad con los bajos presupuestos que se manejan o con la escasa o nula infraestructura para los deportes en general. El deporte en Argentina lo sostienen los clubes, y acá está desarticulado el sistema educativo con el deportivo, totalmente, a diferencia de otros países. Entonces, vuelvo a los que dicen que es “un premio consuelo una medalla o participar por una medalla”, me pareció una falta de respeto por lo que cuesta eso en Argentina. Sé del sacrificio que se hace en todos lados. Tenemos que tener un poquito más de cuidado a la hora de opinar porque la realidad de nuestro deporte está atravesada por miles de factores. Y realmente tenés que ser un artesano para llegar a poder competir.

—¿Cómo se trabaja el deporte en su plano pedagógico en una sociedad tan exitista?

--Es que no entender que se pierde más de lo que se gana. Como alguna vez dijo Manu (Ginobili), es no entender la esencia del deporte, por eso hay que tener mucho cuidado. Sobre todo los protagonistas tienen que ser muy cautos, cuando hacen declaraciones, y no caer en la trampa que el segundo no sirve. Una de las cosas que vos tenés que pregonar como valor es ir a jugar sin tener el miedo a perder, porque perder está dentro de las posibilidades y son muchas, hagas lo que hagas. Pero para eso vos tenés que tener gente preparada desde lo pedagógico. Hay que ser muy medido y me preocupa mucho la discursiva en las edades formativas, por eso es clave la formación de quienes llevan adelante a un grupo de chicos y sobre todo en la etapa de pre-adolescencia y adolescencia. Creo que se ha dado un salto de calidad en esto con la Escuela de Entrenadores de Básquet a nivel nacional porque vos hoy para ser entrenador de una escuelita tenés que tener el curso hecho. Eso no te garantiza que no tengas un irresponsable o un exitista, pero al menos hay una preparación de muy bajo costo. Creo que ese es el punto, de formar más allá de las cuestiones técnicas o tácticas e inculcar valores. Creo que por ahí va la historia.

--¿Y ese es un trabajo de toda la vida, más allá de quien tengas en frente?

--Cada vez que tengo la posibilidad de dar una charla, digo que nosotros, los entrenadores y profesores, somos facilitadores. Yo me considero un facilitador de un proceso, o sea, poner todo de mí de mi conocimiento, para facilitar que vos logres tu mejor versión, que puedas ser mejor que ayer y ahí voy a estar yo desde mi lugar. Un lugar que no es protagónico, ni mediático. Yo no me puse la medalla dorada, porque no me gustan esas cosas. De hecho, y eso es algo que el Juego Olímpico lo enseña porque cuando ganás una medalla la ganan los jugadores, ni el entrenador principal se le da la medalla y me parece muy bien. Por eso digo que los que estamos en la docencia tenemos que entender que nuestra misión es facilitar para que el otro se desarrolle. Nada más y nada menos. Ahora, cuando vos te crees que sos parte orgánica funcional y protagónica y bueno, no sé, me genera cierta duda.

--¿Alguna vez pensaste en dejar la docencia ante la exigencia del deporte de elite?

--Si se me pasó por la cabeza lo descarté enseguida. La verdad es que siempre pude articular las dos actividades. Cuando llegué a la selección mayor me pasó algo muy particular en la escuela. Si bien se venían tiempos donde yo tenía que irme por un par de meses, lo que implicaba un problema en el rol del aula, en vez de enojarse, se pusieron contentos. Entonces, si yo crecí fue también gracias una escuela que a me dejó crecer y eso lo tomé como un acto de reciprocidad al que yo no podía defraudar. Pero más allá del agradecimiento la verdad que son dos grandes pasiones ligadas al entrenamiento deportivo y a la docencia. Y tuve la suerte de poder conjugarlas, ¿por qué no lo iba a hacer si era feliz en los dos lugares? Siempre me tiró estar acá (la escuela) Nunca me saque las zapatillas del patio del colegio, esté donde esté. De hecho, luego me convertí en director de un establecimiento educativo, pero nunca me alejé del vínculo con los alumnos. Ahora que estoy transitando mi proceso de jubilación, pienso que estuve más de treinta años en esto y fui muy feliz en los dos lugares. Pero para cerrar la pregunta la verdad que no lo pensé nunca seriamente porque lo vivo con mucha naturalidad. Yo entré al sistema educativo a muy temprana edad y sabía que era mi lugar en el mundo

--¿Qué te dio el patio del colegio para el alto rendimiento y viceversa? ¿Qué sentís que te sumó ambos mundos?

--Siento que el patio del colegio me dio empatía y capacidad de escucha. Me dio la modestia en cierto modo. La modestia del tipo anónimo y silencioso al servicio de un objetivo. Eso me lo dio la escuela, sin duda. Aprender a poner al servicio del otro la capacidad de escucha, eso lo use muchísimo en la elite. Es algo clave para aquellos que formamos parte un equipo de trabajo y para saber escuchar también tenés que ser una persona modesta, porque el que escucha entiende y está a la espera de un aprendizaje, ¿no? Y al revés, yo creo que el deporte de alto rendimiento y sobre todo en el contexto de los equipos de laburo que estuve y hablo de jugadores y cuerpo técnico, me han dado un nivel de profesionalidad, me han dado metodología. El deporte te organiza y el deporte te pone en un lugar. No todo va a salir como vos lo planificas y eso tiene que ver mucho con la vida institucional, pero yo creo esos dos mundos se retroalimentaron y eso es increíble. Nunca me han hecho esta pregunta, pero entiendo de que de que por ahí va la cosa.

--Estuviste en aquel Beijín 2008 con nuestro bonaerense preferido, Diego Armando Maradona. ¿Cómo fue esa experiencia?

--Inolvidable. Su presencia fue espectacular, tenerlo en el vestuario, escucharlo hablar. Era un tipo que entendía perfectamente la esencia del deporte, de qué sentía cualquier deportista. Para todos los que pudimos compartir esos días con él y verlo en la Villa Olímpica como uno más fue un sueño increíble. Recuerdo un día que Argentina jugaba contra Brasil un partido definitorio en futbol (que estaban Messi y Ronaldidnho entre otros). Había mucha gente, pero de repente vemos un mar de personas que se asomaban, era que salía él por otra puerta y parecía que su sola presencia movía toda Asia y el resto (aunque fueran Messi y Ronaldinho) quedaba chico. Eso era convivir con él.

--¿Luego de un nuevo desafío olímpico, como ves al deporte argentino hoy?

--Mira, lo primero que tengo para decirte es que hay que generar un programa llamando a todas las partes del colectivo del deporte y definitivamente involucrar al sistema educativo. En la Provincia de Buenos Aires tenemos los Torneos Juveniles Bonaerenses, pero está claro que no alcanza, más allá que es un lugar muy interesante. Yo retomaría seriamente los intercolegiales, que sería una manera también de fomentar la práctica del deporte y sin lugar a dudas intentar tener un presupuesto acorde para generar infraestructura a niveles regionales, a lo largo y a lo ancho de nuestro país. Creo que le está faltando un horizonte al deporte. Creo que la convocatoria de un colectivo que se haga escuchar desde abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo, de izquierda a derecha, derecha a izquierda, es determinante para tener un programa serio y creo que ese presente que debería ser, insisto, un presente que nos permita hacer una autocrítica de un diagnóstico. Si no hay diagnóstico de situación es muy difícil tener una buena intervención, entonces hay que partir por eso y entender que los resultados a partir de un programa se van a ver a largo plazo, hacerlo público, utilizar todos los medios, redes sociales para comunicar este programa y sobre todas las cosas en el contexto actual ayudar a nuestros clubes a tener instalaciones que estén acorde a la demanda de cada deporte. Pero si nosotros no logramos una buena mesa de discusión y un acuerdo, un consenso plasmado, digamos, en lo real y vamos a estar muy complicados, vamos a depender de la virtuosidad de que nazcan 7, 8 deportistas buenos en determinado deporte y bueno, y gozar de eso durante un tiempo. Pero la falta de programa creo que es lo más dañino que tiene hoy nuestro deporte a nivel nacional.