En su editorial, el periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, cuestionó la decisión de Javier Milei de vetar el aumento aprobado en el Congreso para los jubilados y la rosca que se suscitó en los últimos días con el exmandatario Mauricio Macri alrededor de esta decisión que pone en una situación aún más frágil a un sector muy golpeado por el ajuste.

El editorial de Víctor Hugo Morales

La diferencia son 13 mil pesos. Una mínima miserable: 317 mil pesos. Eso es lo que tenemos en discusión. Pero ahí está el primero de los éxitos del sistema: ponerlo sobre la mesa para que los diputados y senadores se saquen los ojos.

Los diarios de la mafia, empezando por Clarín, no titulan ni ilustran sobre el monto del aumento. Hablan de los líos entre los diputados. No desmienten la estulticia de Milei, la idiotez profunda de los 370 mil millones de dólares. La dejan pasar. Si pasa, pasa.

El asunto no es Milei, que es un pobre gerente de la Casa Rosada. Es el establishment, el mismo que hace años va contra las moratorias y los aumentos a los jubilados, el que da la batalla cultural. Y el que ahora marcha a la cabeza de la defensa de Milei, acorralando poco a poco a los diputados para que permitan el veto.

Y eso mientras al mismo tiempo que cinco millones de jubilados están debajo de la línea de pobreza. La canasta básica de un jubilado está en 800 mil pesos y les niegan 317 mil de mínima. Casta de la crueldad y la mentira, vil raza dañada, rigolettos y duques de una historia de opereta.

Dan vergüenza ajena. Ese Macri que vota con sus diputados y luego los critica asquerosamente. Que le dice a Milei "quedate tranquilo, yo te lo arreglo", y que saca un comunicado y le responde con otro. Y Milei que le dice "bueno, quedamos así", pero después lo estupidiza aún más a Macri.

Villarruel, y los genocidas que defiende. Lemoine, que le tira desde la ventana de Milei. La chica del patito que sale de la fila libertaria. Y Clarín siempre destruyendo y distrayendo, jugando la suya, que es robarse todo de verdad. El tema no es cada uno de ellos, sino quiénes, cómo y por qué los instalaron a Milei y a los demás en nuestra vida.