“¡Orale!”, “¡Qué chido!”, “No mames”. “Alberca”, “playera”, “aguacate”, “chela”. Todas expresiones o palabras que forman parte de la cultura mexicana, y que resuenan muy lejanas a las costumbres lingüísticas argentinas. Algo similar sucede con el uso del lenguaje neutro, como “dulce” para referirse a “caramelo”, “bus” para hablar de “colectivo”, o “chaqueta” para hablar de “campera”. Ninguno de esos términos representan a los y las argentinas. Sin embargo, habrá que hacer un curso acelerado de modismos mexicanos y neutros, ya que la TV Pública intervenida por Javier Milei acaba de estrenar dos telenovelas mexicanas -producidas por Televisa- diarias en su pantalla, que en la actualidad no emite ninguna ficción de producción nacional. Una decisión que, además, es financiada “con la nuestra”. Página/12 se comunicó en reiteradas oportunidades con la Gerencia de Medios Digitales y Relaciones Institucionales de RTA para conocer los detalles del acuerdo con el gigante mexicano pero, pese a las promesas, no tuvo respuesta favorable.

La llegada de Marea de pasiones (lunes a viernes a las 15) y La desalmada (lunes a viernes a las 22) es otro golpe más a la TV Pública. Lejos de promover la producción nacional y el talento de los artistas argentinos, la intervención nacional en Radio y Televisión Argentina S. E. (RTA) ahora redobló su ataque a la cultura nacional, estrenando dos culebrones mexicanos que se transformaron en las únicas opciones de ficción en la pantalla estatal. En sus estrenos, los y las argentinos le dieron la espalda: Marea de pasiones promedió 0,1 puntos, mientras que La desalmada midió 0,3 puntos, quedando ambas telenovelas como los programas menos vistos de la TV abierta argentina en su franja (incluso detrás del ignoto NetTV).

De que la programación de dos telenovelas mexicanas es una provocación a la cultura local no hay ninguna duda. Se trata de producciones que no promueven el lenguaje, la identidad ni las raíces argentinas, cuestiones que se supone un medio público debería tener en cuenta a la hora de emitir contenidos. Ni hablar la TV Pública argentina, que posee un vasto archivo audiovisual con producciones nacionales de ficción de todos los tiempos, cuyas repeticiones además le permitirían a actores, autores y directores cobrar algunos pesos en concepto de uso de propiedad intelectual a través de las distintas sociedades de gestión que los agrupan.

La programación de Marea de pasiones y La desalmada en la TV Pública es la consecuencia de un “acuerdo sin precedentes” (así lo informaron a través de la comunicación oficial) que RTA alcanzó con TelevisaUnivisión, uno de los más importantes conglomerados de medios de comunicación y entretenimiento dirigidos al público hispanohablante del mundo. Si bien el acuerdo debería ser público y estar a disposición de la ciudadanía, extrañamente el mismo se encuentra bajo cuatro llaves: no está publicado en la web de radioytelevision.ar, donde sí figuran otras contrataciones y licitaciones realizadas por la actual gestión desde diciembre a esta parte.

Desde el lunes, Página/12 se comunicó en distintas oportunidades con la Gerencia de Medios Digitales y Relaciones Institucionales de RTA para solicitar información sobre el “acuerdo sin precedentes”. Sin embargo, pese a las promesas de acceder al contrato suscripto entre RTA y TelevisaUnivisión, el documento nunca fue enviado ni mostrado a este cronista. De igual manera, tampoco ningún funcionario de RTA se prestó a comunicar los detalles del contrato rubricado, como la duración del mismo hasta saber cuál fue el monto de dinero que el Estado Nacional erogó para poder contar con esas dos “latas extranjeras” en su grilla. Todo eso pese a que se trata de información que debería ser pública y accesible a todos los argentinos.

Vale recordar que RTA (que nuclea a la TV Pública, Radio Nacional y Contenidos Públicos) fue intervenido por el gobierno nacional, quien en un inicio designó para esa tarea a Diego Chaher y Diego Marías. Tras la abrupta eyección del segundo y la reestructuración del organigrama en el área de medios públicos, en julio pasado finalmente asumió la intervención Eduardo González. De esta manera, el directorio de la empresa estatal -en donde estaban representadas las minorías parlamentarias y representantes distintos organismos de la actividad- quedó disuelto en sus funciones, por lo que el gobierno nacional puede hacer lo que quiera sin rendir cuentas a nadie. Por ejemplo, rubricar un contrato en miles de dólares sin más que la firma del interventor.

Ante el silencio de la intervención y de los funcionarios de RTA, y la imposibilidad de acceder al contrato, Página/12 consultó con diferentes productores del mercado audiovisual sobre el costo que tienen las novelas mexicanas de TelevisaUnivisión en el mercado internacional. Según los consultados, cada episodio de una novela relativamente nueva (Marea de pasiones es de 2024, La desalmada de 2001) cotiza en el mercado audiovisual mundial entre los mil y los dos mil dólares, en un valor que oscila según el volumen del mercado para el que se la adquiere y las características de adquisición del acuerdo. Al tratarse de una venta a un canal público, muchos señalaron que el valor “pudo haber sido menor” al que suele comercializarse entre privados. La única certeza es que, en todos los casos, la adquisición de las dos temporadas de los culebrones mexicanos demandó de una erogación en miles de dólares de parte del comprador. Esa sí que no la vio nadie.

En los '90

El "precedente" de Sofovich

El “acuerdo sin precedentes” del que RTA se jacta de haber firmado con Televisa/Univisión no hace más que transportar a esta Argentina a la década del '90. Mas específicamente, al momento en que el viejo ATC fue intervenido por el gobierno del presidente Carlos Menem, quién en junio de 1991 dispuso que asumiera como interventor su amigo y productor audiovisual Gerardo Sofovich. Es que en aquel entonces Sofovich también había firmado un acuerdo con el gigante mexicano, que incluyó la transmisión de noticias producidas por la cadena informativa ECO (Empresa de Comunicaciones Orbitales), perteneciente a Televisa. De hecho, hasta un noticiero -conducido por Juan Carlos Pérez Loiseau- llevaba el nombre de la cadena de noticias, cuyas transmisiones finalizaron definitivamente en mayo de 2001. Incluso, bajo el slogan “Ahora también competimos", por aquél entonces en las tardes de ATC se transmitían distintas telenovelas de origen mexicano, como Mi pequeña soledad, con Verónica Castro. Sofovich tuvo que renunciar apenas un año después de haber asumido, acusado de defraudación, causa por la que años más tarde fue sobreseído.