El teatro no puede ser filmado porque es un hecho vivo. Contra ese y muchos otros prejuicios tuvo que batallar Mirta Romay, creadora de Teatrix, desde los inicios de esta plataforma de streaming que hace una década ofrece versiones filmadas de producciones teatrales nacionales e internacionales tanto del circuito comercial como alternativo. Página/12 asistió a una presentación para la prensa donde se compartió parte de la historia de Teatrix, las experiencias en el mundo del streaming en medio de la competencia por la atención del usuario, los nuevos desafíos en un contexto que cambia vertiginosamente y las novedades del catálogo.
Los inicios de la plataforma se remontan al 2014. En aquel momento apareció con fuerza el modelo de negocios conocido como D2C (Directo al Consumidor) y se generó una demanda inédita de material audiovisual. Teatrix se ubicó allí con una mirada novedosa que proponía rescatar el potencial audiovisual de la creación teatral en un escenario donde otras producciones audiovisuales empezaban a estandarizarse cada vez más. El primer desafío que enfrentaron fue legal: para poder ofrecer obras filmadas era necesario establecer acuerdos previos con las sociedades de gestión colectiva de derechos (ARGENTORES, SAGAI, SADAIC, AADET).
Romay reconoce a Sebastián Blutrach como una de las figuras claves en esa transición porque aportó mucho y "entendió que esto le suma a su negocio". La premisa que siguió el dueño de El Picadero fue traducir lo acordado en el bordereau presencial a la virtualidad, donde la cantidad de visualizaciones sustituye las entradas vendidas. El proyecto suele generar ciertas reticencias: algunas están basadas en una defensa genuina de la esencia del rito teatral –lo vivo, fugaz e irrepetible del encuentro entre actores y espectadores– pero otras responden al temor de perder espectadores en un mercado que se achica y cambia todo el tiempo al ritmo de las nuevas tecnologías. En esas disputas de poder intervienen aspectos artísticos pero también económicos.
¿Qué determina lo teatral en el ecosistema del streaming? Esta es una pregunta fundamental porque otro de los grandes desafíos a la hora de crear la plataforma fue pensar cómo generar un lenguaje audiovisual para el teatro. Se trata de una expresión artística con sus propias particularidades que no puede ser pensada en los mismos términos que la cinematografía porque demandan cosas muy diferentes en relación a la edición y el montaje. Romay está convencida de que es necesario filmar las obras con público, en alta calidad pero sin tanta asepsia, con las desprolijidades propias del vivo que permitan conservar algo del espíritu del convivio.
La pandemia marcó un quiebre en los consumos on demand: proliferó la oferta, el mercado se fragmentó y se desató una competencia voraz por la atención del usuario. Este aspecto es uno de los más interesantes para pensar una plataforma como Teatrix porque el perfil del usuario tiene características distintivas que lo diferencian de otros: se trata de interesados por las artes escénicas un poco agotados de otros streamings. En este escenario, Teatrix se presenta como una oportunidad para que los espectadores más alejados geográficamente de los centros de producción artística en las grandes urbes puedan acceder a obras que no giran, y también como una vía para tomar contacto con creaciones de otros países y otras épocas.
Actualmente Teatrix cuenta con más de 400 contenidos nacionales e internacionales: 340 provienen de Argentina, 20 de México, 14 de Uruguay, 11 de España, 10 de Broadway, 3 de Perú, 2 de Corea y 1 de Colombia. Esa diversidad permite explorar teatralidades de otras latitudes que no llegan en giras o festivales. Hay un ritmo de cuatro estrenos mensuales y existen diversos acuerdos para tener presencia en la mayor cantidad de espacios. Teatrix tejió alianzas con cableoperadores, sistemas de telefonía celular y señales fast, pero también apuesta a la venta de contenidos (Flow o PlutoTV) y, a su vez, estableció acuerdos de contenidos con productores internacionales como Radio y Televisión Española (RTVE), Teatro Real (Madrid), Broadway HD o Canal 22 (México).
El catálogo está dividido por géneros (comedias, unipersonales, dramas, musicales, infantiles, documentales), pero también hay una selección por circuitos y países. En las solapas "Vintage" o "Memoria artística" se ofrecen rescates valiosos como el ciclo Alta Comedia, obras recuperadas y otras protagonizadas por actores fallecidos como Alfredo Alcón o Fernando Peña. Además, los amantes de la ópera podrán disfrutar de la Temporada Lírica desde el Teatro Real de Madrid y los fans de Broadway podrán acceder a una decena de puestas que incluyen clásicos como Romeo y Julieta o Cyrano de Bergerac, textos de Arthur Miller o Sam Shepard y obras escritas por autores contemporáneos como Paula Vogel o John Patrick Shanley.
En un recorrido por la plataforma aparecen obras emblemáticas del off como Trastorno (con el magistral Pompeyo Audivert), La omisión de la familia Coleman (de Claudio Tolcachir) que este año cumple dos décadas, El loco y la camisa (de Nelson Valente) o el unipersonal Delia (de Sebastián Suñé, interpretado por Leticia Siciliani); también hay éxitos de calle Corrientes como Brujas (con Moria Casán, Nora Cárpena, Graciela Dufau, Thelma Biral y María Leal), La última sesión de Freud (interpretada por Luis Machín y Javier Lorenzo), Un rato con él (de la dupla Suar/Chávez) o Bajo terapia (con Mercedes Scápola, Carlos Portaluppi, Manuela Pal, María Figueras, Darío Lopilato y Héctor Díaz).
Entre los musicales hay obras que fueron furor en el off como La desgracia (de Juan Martín Delgado), otras más mainstream como Regreso en Patagonia (con Fer Dente, Franco Masini y Nahuel Pennisi) y producciones de la histórica dupla Cibrián/Mahler (Drácula, Otelo, Las mil y una noches, Dorian Gray). Entre los documentales hay homenajes a Agustín Alezzo y Alejandro Romay, además de exploraciones sobre el trabajo de autores como Griselda Gambaro o Javier Daulte. En su presentación, Romay recordó el rol de su padre como empresario teatral, habló de aquella época en la que el diálogo teatro-televisión era más fluido y recordó ciclos memorables como Teatro como en el Teatro, de Darío Vittori.
Entre las novedades figuran Cinco horas con Mario, pieza de Miguel Delibes en la piel de la actriz española Lola Herrera, un musical coreano basado en el Werther de Goethe protagonizado por la estrella del k-pop Kyuhyun y Hotel Voyeur, una serie mexicana que en cada uno de sus episodios explora los vínculos de poder. Otra novedad es MicroTeatrix, teatro en pequeñas dosis que funcionan como una suerte de "bocadillos" o cápsulas con sentido en sí mismas, escenas breves aisladas para consumo ligero.
*La suscripción es de $6700 (con un descuento del 50% en el primer mes).