Un idiota es aquella persona que se desentiende de la política. No lo digo yo: lo dice la etimología de la palabra. Y la etimología no miente. La palabra idiota viene del griego (idiotes) que significa exactamente eso: persona que sólo se ocupa de lo suyo, que se desentiende de lo común, es decir de lo público, es decir de la política, es decir, de lo que nos pertenece a todos. Hasta aquí, la etimología.

Los que dejan que la vida pública la hagan los "otros" no saben que la vida pública también forma parte de la privada, porque lo que atañe a todos también nos atañe a cada uno, simplemente porque los otros forman parte de nosotros. Lo que no sabe el "idiota" es que, si no hace política, te la hacen, y que, si dejas que te la hagan, lo harán los peores, los más ineptos, los más corruptos, los más sinvergüenzas. La democracia no es el hecho que gobierne la mayoría después de hacer el recuento de votos, es el Estado social, el hecho de que quienes no poseen la riqueza cuenten en la vida publica y tengan el modo de hacerlo.

En estos tiempo tan deshuesados se ha dejado de pensar en los pobres (algo que ya no moviliza a nadie) para pensar en los ricos, en su modo de vida, en sus deseos, en sus ideas. Como esa idea para millonarios que es la privatización del fútbol argentino. ¿De verdad la conversión de los clubes de fútbol en SAD (Sociedades Anónimas Deportivas) resulta algo prioritario en los problemas de la gente? A pie de calle están los ciudadanos cargados de dificultades, gente desesperada que tiene la costumbre de comer tres veces al día y que considera una hazaña llegar a fin de mes. Nos dicen que las SAD nos hará libres. Tal vez esto no pague las expensas, pero que ilusión nos hace. Es que los ricos nos fascinan cada día más. "–¡Papá, es que no hay nada en la heladera! –Qué más da, vení, que empieza el partido, y el jeque compró un nueve en las Islas Caimán que la rompe". Qué emoción. Un cinismo ideológico que recurre a la "libertad" como concepto totémico a falta de otros argumentos que contenga un mínimo de racionalidad. ¿Qué significa la palabra libertad en boca de quienes celebran una libertad avasalladora que ignora la fragilidad del otro? ¿Qué significa establecer derechos de libertad cuando esos derechos son abstracciones inaccesibles?

Una parte del universo futbolístico, entregado al gobierno, ha reunido un importante grupo de "idiotas" destacados, con capacidad de metralla, de destrucción. La apertura a la privatización del fútbol argentino no es un hecho menor. Las SAD responden a un modelo ideológico. Si salen adelante será un sinsentido consentido. Un fracaso de todos, de la sociedad en su conjunto. Y seremos observadores de una fiesta a la que nunca estaremos invitados a no ser como comparsas, detrás del alambrado, con la fascinación de esos siervos que aspiran dócilmente el favor de sus señores.

Poco a poco el presente se va volviendo inaceptable. Lo que predomina es la sensación de fatalidad, de cansancio, de una angustia inoculada en los pormenores de la cotidiano. En un país donde la economía es un drama profundo, no es raro que el bufón más exitoso sea un economista enajenado. A falta de esperanza nos queda el arrepentimiento del padre anterior que le riñe a su hijo por que está escuchando en la tele a un Milei enfurecido. "¡Ustedes también lo han escuchado!", se queja con razón. "¡Ya, hijo, pero nuestras vidas ya están destrozadas".

(*) Periodista, ex jugador de Vélez, clubes de España y campeón mundial 1979.

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