Un camino propio
Frente a tanta cafetería de especialidad replicada al infinito, con una falta de ideas relampagueante, lo de Pampa Café es mucho más que una bocanada de aire fresco. Es la aguja en el pajar que recorre un camino tan propio como delicioso. Detrás de esta novedad abierta en el bajo de Belgrano hay dos tipos que saben, Lucas Canga y Tomás Couriel, que ya vienen trabajando juntos en Piedra Pasillo, restaurante en Núñez recomendado por la Guía Michelin. Esa búsqueda de sabores particulares llega a Pampa Café en una versión apta todo público, con precios llamativamente amigables.
El lugar: la planta baja de un edificio ubicado sobre la calle La Pampa, frente a los bosques de Palermo. Una terraza amplia, un interior moderno y algo frío (no ayudan esas paredes vidriadas que recorren todo el salón), pero que gana calidez gracias a un mobiliario precioso: frente a tanta silla incómoda, acá responden con sillas y mesas que dan envidia, de madera maciza y pesada, para quedarse la tarde entera. En el medio, está la barra donde se despacha la cafetería; en un costado se expone la repostería y bollería.
Más allá del café, en Pampa Café se come muy rico. La carta enumera raciones (palta con aceite de hierbas y verdes a $3000, trucha curada a $4500, huevos revueltos a $3300, unos hashbrowns de papa a $3000) y sándwiches como el de jamón de cerdo Duroc y queso ahumado a $7500 o el de pollo y cheddar inglés ($9000). Se suma un menú especial con doce platos que cambian cada día: de pronto un perfecto arroz frito con harissa, crema de tofu y hierbas, una carne al kamado, unos papines con huancaína, una french toast con paté y avellanas. Todo se hace en casa, hay opciones sin gluten, hay opciones veganas, y hay una bollería estupenda: medialunas ($1200, y $2200 rellenas de jamón y queso), cookies ($2800), torta vasca de matcha a $5500, alfajores a $3200. Ricos tés de Tealosophy, café muy bien servido en vajilla preciosa (espresso $2200, Flat White $3400).
¿Es Pampa Café la mejor cafetería hoy de Buenos Aires? La pregunta queda abierta.
Pampa Café queda en La Pampa 1117. Horario de atención: martes a domingos, de 9 a 20. Instagram: @pampacafe.ba.
Retro moderno
Lo de La Kitchen es fenomenal: abierto en pandemia en el barrio de Saavedra, logró no sólo hacerse un nombre codiciado sino además convertirse en ejemplo a seguir, con una propuesta de corte retro moderno justificada por el saber hacer y la muy alta calidad de materias primas. Un ejemplo de esto, su mentado fosforito, que le valió notas de prensa, viralizaciones en redes y colas de clientes desesperados en la puerta: un fosforito de tamaño extra large hecho con hojaldre de pura manteca, relleno con una generosa cantidad de buen queso y de buen jamón, una delicia.
Al éxito obtenido, La Kitchen responde ahora con una segunda sucursal, en Villa Ortúzar, barrio que defiende a muerte su paisaje de casas bajas y que hoy cuenta con varias aperturas gastronómicas en pocas cuadras a la redonda. Además de nuevo, este local es más grande y cómodo, un salón amplio y espaciado, con una barra de despacho que lo recorre por uno de los costados. Siempre con gente en los días de semana, los sábados y domingos gana aires festivos, incluso con DJ amenizando la tarde.
La Kitchen es canchero, hípster en su propuesta y clientela, pero sin nunca perder vocación de servicio y una idea rectora: todo es casero, hecho por ellos mismos. A modo de versión contemporánea de una confitería tradicional, hay bastante para elegir. De los clásicos, ahí están sus fosforitos ($7500), sus pletzajels con pastrón ($7500), la adictiva chipá ($3900). El sándwich de pollo pastoril con queso tybo, rúcula, pickles y lactonesa de jalapeño es muy rico ($9200), lo mismo el croissandwich con queso cremoso de cabra, zanahorias asadas, huevo y Sbrinz ($9900). Los laminados son marca registrada de esta casa: medialuna ($1900), roll de canela ($3900), croissant relleno ($4800), danesas de pera ($4200). Se suman tortas, budines, pepas de pistacho y frambuesa ($5400), cookies, alfajorcitos y varios etcéteras. Café rico (espresso a $2000, Flat White a $3600), vinos modernos, vermú. Uno de esos lugares que entendieron y se ganaron su lugar en el mundo.
La Kitchen está en Roseti 1360 (sucursal original en Nuñez 3400). Horario de atención: todos los días de 9 a 20. Instagram:@lakitchen.ba.
Vuelta al ruedo
No se vive casi un siglo sin cambios ni crisis. Menos en gastronomía. Menos en Argentina. Así debe leerse la feliz reapertura de Café Thibon, bar notable abierto en 1938, nacido como almacén con venta de café tostado, luego de licores, que en los 2000 se renovó como cafetería. Durante las últimas décadas el lugar estuvo en manos de Federico Thibon (hijo del fundador original), hasta que, en 2023, anunciaron por redes sociales que debían cerrar las puertas: la pandemia había sido la estocada final. Por suerte, esto no pasó: las nietas de Federico buscaron quién podía comprar el fondo de comercio, con la condición de mantenerlo como bar, con sus vitrinas, su piso en damero, sus estanterías de madera. El comprador apareció: la misma familia detrás de Gato Negro (el bar sobre Av. Corrientes) tomó el espacio, para mantenerlo tan vivo como presente.
Con cambios y renovación necesarios, Thibon sigue tan reconocible como siempre. Ya no ofrece esa enorme cantidad de licores de aires vintage, pero sí una oferta de especias y de tés en hebras que se suman al café tostado. Abierto desde las 8, el lugar se adapta a las necesidades del barrio. Para el almuerzo salen sándwiches muy generosos en tamaño, como el de milanesa completa a $12000 o el más original de pollo al curry con akusay, tomate, cebolla encurtida y queso Gouda ($9500). Se suman platos de fondo: un osobuco braseado con arroz cremoso a $11000, unos ñoquis de calabaza con crema de queso azul y jamón crudo a $11000, son dos buenos ejemplos. Y, para no aburrir a una clientela que suele ser fiel, tientan con platos del día: si hay sopa de cebolla, vale la pena pedirla; lo mismo la humita en olla.
El resto del día, Thibon recupera su esencia cafetera, servida al modo porteño, con opciones de dulces modestos que tienen lugar para mejorar: medialunas a $1000, scones a $1250, budín de banana, nueces y chocolate a $2900, entre otros.
Sentarse en una de las mesitas de Thibon, en un salón algo escondido detrás del local, es un refugio al paso del tiempo y al ruido del centro. Una definición de café notable hecha realidad.
Café Thibon queda en Montevideo 723. Horario de atención: lunes a viernes de 8 a 18. Instagram: @cafethibon.