Los chicos que sufren... yo he sido uno de ellos. No se está bien allí dentro. El mundo es oscuro y las paredes rojo sangre. El sol no sale a ninguna hora del día. La noche siempre es cansancio y tedio y ansiedad y uno vive amenazado. Yo he sido un chico triste. Después fui un muchacho. Hasta llegué a ser un hombre triste. Después me cansé. Como quien apaga una película porque le resulta una pérdida de tiempo. Me bañé y me cambié de ropa. Y dije una oración para mis adentros. Era algo así como: soy fuerte, soy grande, soy un hombre. Funcionó. El sol empezó a salir. Y la noche llegó cuando fue la hora de la cena. Perdí mucho tiempo siendo un hombre triste.

JAMÁS ME DEJARÁ SOLO

Yo persigo una estrella. O una estrella me persigue a mí. Porque no he muerto ni me han matado. He cruzado ciudades y lugares estrechos. Angostos como la angosta angustia. El pecho apretado y pesado como una piedra de acantilado. Y sin embrago, yo persigo una estrella. O una estrella no me abandona. A algún lugar llegaremos. Es más, creo que ya hemos llegado. Se siente bien. No hay demasiado. Es un mundo de sueños. Sueños de todo color y todo tipo. Y se puede soñar despierto y sin importar las circunstancias. Puedo soñar mil cosas sin vergüenza y hasta el disparate. Yo persigo una estrella o una estrella jamás me dejará solo.

NO SE PUEDE

La medicación me está volviendo un pelotudo. Se parece mucho al alcohol. Tomar para que las cosas no te peguen. La vida hoy por hoy está pegando duro, lo sé. ¿Pero voy a estar como un frenético con las pastillitas antitanáticas? ¿No es mejor una bolsa de boxeo? ¿No es mejor un baño caliente o helado? ¿No es mejor llorar un poco? El mundo no se va a caer. No se cayó con la guerra de Vietnam ni con la de Malvinas. Tampoco se cayó con el incesto ni con la denuncia. Tampoco se cayó con la soledad. Siempre siguió con los semáforos y las palomas come migas. Con los tiburones y los mosquitos. Con la gente que pelea por un trozo de amor. Las pastillas y el alcohol matan a los poemas. Y no se puede ser un hombre sin poesía.

MI HERMANA SUICIDADA

Mi hermana todo lo que quiere es vivir aunque se haya suicidado. Quizás por haberse suicidado quiere vivir. Por eso me usa a mí como médium. Es una hermana hermosa, se suicidó porque fue prostituida. Los dos fuimos prostituidos. Por eso nos entendemos bien. Me da muy buenos consejos, como que cuide a mi novia y que use ropa de algodón que es más agradable para la piel y los abrazos. Me recuerda que el alcohol es mi perdición y que si bebo a ella también la abandono en un Cielo sin estrellas. Y que sin mí ella no puede pasear por el barrio o contar cómo fue su existencia tan dolorosa y precoz. Me necesita. Nos necesitamos. Es hermoso tener una hermana.

LOS GRANDES PIBES

Siempre estate en tu mambo. Sostenelo al máximo. Así se caiga el mundo. O se derrumbe el planeta. Subite a tu bicicleta. Y pedaleá por la avenida. Llevate puesto un auto y no pidas disculpas si se te cae una sonrisa. La alegría es cosa grande. Sea donde sea, siempre se puede, hacer un chiste. Y no te olvides que los grandes pibes: lloran. Y no te olvides que los grandes pibes: aman. Y no te olvides que los grandes pibes, por más pequeños que sean, pelean, hasta lo último, por sus sueños.

Portada del libro publicado por Paisanita Editora

Diego Capra nació en Mar del Plata, en 1991. Es un varón trans sobreviviente de abuso sexual en la infancia. Publicó el libro de poemas Chinito (Abduciendo Ediciones), es autor –junto con Antonella Marín– de la obra de teatro Ensayo sobre el amor, o como amar en tiempos brutales, y su relato “¿Alguien quiere ser mi mamá?” forma parte de la antología Ahora sí nos leen, editada por la Biblioteca del Congreso de la Nación. Estos poemas forman parte de Ladrillos en el cielo, que acaba de publicar Paisanita Editora.