No abunda en el mundo pero Argentina es uno de los pocos lugares donde se podrá encontrar esta joya relacionada con las pasiones. Con su color rojizo, es vinculada al amor desinteresado y cualidades como el coraje, típicos en el ímpetu del argentinismo cuando se halla en medio de una cruzada. Por ello es que a la rodocrosita se la acepta como carta de presentación, dando la talla de gema nacional, al ser semi preciosa y singular como la oportunidad que encontró a Franco Colapinto listo para dar el sí. Las situaciones propiciaron un escenario para el que este argentino de 21 años se preparó, sin estar seguro de que alguna vez llegaría. Incluyendo la valentía de los regentes de la academia de desarrollo de pilotos de Williams ante su primera chance real de demostrar que son capaces de pulir el talento y elevarlo a la Fórmula 1.

Las personas indicadas con movimientos precisos y haber hecho las cosas bien a cada paso llevaron a que se apueste por la jugada más arriesgada. A un lado las relaciones con Mercedes y la experiencia de 43 Grandes Premios en Mick Schumacher (hijo del 7 veces campeón) y un stop al diálogo con Red Bull para que cedan a Liam Lawson, que tuvo un puñado de carreras el año anterior en lugar de Daniel Ricciardo. La butaca que se decidió reemplazar en Williams Racing luego de rebalsar el vaso con la innecesaria destrucción de un coche lleno de mejoras, el último sábado en Zandvoort, en manos de Logan Sargeant se determinó desde otro punto de vista. Demasiadas horas de trabajo e inversión para limar unas centésimas se pulverizaron en un accidente sin sentido. En favor de Colapinto, primó la intuición, se refrendó con los datos que dejó en los hiper tecnológicos simuladores de manejo y, públicamente, se apreció en los impecables ensayos sobre un vehículo real en la práctica del GP de Silverstone. James Vowles, jefe del equipo inglés, decantó por Franco para correr las últimas nueve competencias, comenzando este fin de semana en el GP de Italia en Monza, viendo su crecimiento deportivo e impresionado con un sobrepaso infartante para ganar en Imola con la Fórmula 2, además de las reuniones que se triangularon en Argentina y Europa.

Por supuesto, hubo que avalar pagos para convencer a los inversores del equipo. Recibirán dinero y esperan multiplicarlo con los resultados, pues cada posición ganada en la tabla de puntos del campeonato de constructores representa millones de euros a favor. Por ello se trabaja tan fuerte para avanzar en puestos que no son los del podio. De hecho, Williams Racing viene de ser 9° entre los 10 equipos del año 2023 pero, con mejoras, tiene el objetivo de descontar al menos un punto en cada carrera que queda en 2024 respecto de Alpine, para avanzar del P9 al P8 de la tabla y beneficiarse con una caja extra de, aproximadamente, diez millones más a fin de temporada. Nada mal si se logra junto a un piloto de divisiones inferiores, en el que han inyectado dinero para solventar parte de sus temporadas en F3 y F2, brindando tiempo e información clasificada. El ciclo cierra sin pérdidas comparado con la fortuna que costó, en contratos y reparaciones, el piloto saliente de la escuadra. Este panorama se planteó desde Bullet Sport Management, la firma que representa al piloto de Pilar con María Catarineu y Jamie Campbell-Walter, lanzando la bola de nieve para conseguir la extensión del apoyo de capitales privados de Argentina, cuando llegó la oportunidad y no se podía dejar pasar, pues el 2025 tendrá a Carlos Sainz y Alex Albon en el equipo y en 2026... ya se verá. 

Desde hace cinco años, cuando Fernando Alonso incluyó a Franco en su equipo de F4 Española, hasta el apadrinamiento actual, se apostó fuertemente. La Fórmula 1 es para pocos y luego de que los equipos repitieran formación de pilotos, el cambio de Colapinto por Sargeant es el único del 2024 y Williams Racing podrá demostrar que su escuela tiene la capacidad de pulir la rodocrosita argentina y brillar con el rojizo ardiente en el pecho de un egresado de su fábrica de pilotos de F1.