Lacan en la Nota sobre el niño nos deja orientaciones clínicas muy claras para el trabajo analítico con niños. En primer lugar, ubica a la familia como el residuo de todo lo que fracasó de los sistemas comunitarios. En lo comunitario hay algo de lo singular que queda por fuera. En ese sentido la familia es una estructura mínima que transmite a través de las funciones materna y paterna, por un lado, la dimensión de la falta por la vía del deseo y por el otro, un modo de goce que guía, que enseña un camino posible. Al mismo tiempo que enuncia una ley. Dichas funciones sólo son posibles de transmitir encarnándose, en el sentido de poner el cuerpo.

En el trabajo analítico con niños esas funciones encarnadas se presentan en nuestros consultorios trayendo a sus hijos a consulta. Es así, que recibimos lo que ha hecho síntoma resultado de esas funciones. El niño viene al mundo como el objeto desecho del deseo de los padres, es la representación de una verdad, es nuestro trabajo como practicantes poder escuchar cual sería esa verdad. ¿Qué lectura hacemos?

Lacan nos propone, en este mismo texto, dos modos en que el síntoma del niño responde a ese malentendido inaugural. Como representante de la pareja parental o como síntoma de la subjetividad de la madre y lo que queda capturado ahí en la relación fantasmática entre el niño y la madre.

¿Qué pasa entonces con la función del padre? Lacan propone que, si la función del padre no hace una mediación, el niño puede quedar capturado por el fantasma materno. Aquí también está en juego lo sintomático del padre, no es únicamente mediar por medio de la prohibición, diciendo no. Es también enseñar cómo se hace con la prohibición y la ley, transgrediéndola. Hace de la madre una mujer y de ese modo prohíbe y transgrede en un mismo acto. Para esto es necesario que la madre haga un lugar al padre, que no todo se vuelque en su ser madre.

La clínica con niños incluye al goce femenino de un modo menos velado. Asistimos a ese momento en que el sujeto está constituyéndose y esas funciones parentales están jugando su partida. Sin duda eso nos permite escuchar esos cuerpos que hablan. Debemos estar entonces atentos a cómo posicionarnos en nuestra práctica. Cómo hacer presencia siendo un objeto que causa la subjetividad y no cristaliza la posición de objeto del niño. Eso incluye necesariamente el trabajo con los padres.

 

*Psicoanalista en Ciudad de México, miembro de la AMP y de la NELcf. Fragmento escogidos de su respuesta a la pregunta sobre el niño en Laboriocio 4.