El conductor de televisión Alejandro Weibe, mejor conocido como "Marley", fue denunciado ante la Justicia por segunda vez en lo que va de la semana: esta vez, fue acusado por abuso sexual por un hombre oriundo de Entre Ríos. La primera denuncia en su contra es por corrupción de menores y fue realizada por Adrián Alfredo Molina, de 44 años, quien al momento del presunto delito tenía 17 años.

Al igual que Molina, el nuevo denunciante reclama un juicio por la verdad, debido a que los delitos por los que se lo acusa a la celebridad prescribieron, por lo que no se puede llevar a la acción penal.

El segundo denunciante, oriundo de Paraná --pidió resguardar su identidad--, contó en el documento que presentó ante la justicia que el presunto abuso ocurrió en 2008, hace 16 años.

"Mi memoria puede fallar en las fechas y en algunos datos, pero no olvidaré jamás el hecho de abuso", afirmó. En aquel entonces, indicó, era un pianista emergente.

"Vivía en la casa de mi abuela, daba conciertos, deseaba que mi carrera artística despegara", explicó, a lo que agregó que por ese motivo se puso en contacto con "varios periodistas, diarios, revistas, conductores de televisión local, provincial y nacional para presentarse". Entre ellos, estaba Marley.

Con el objetivo de dar a conocer "su pasión" por la "música clásica" en todo el país, accedió ir al domicilio del reconocido conductor, con quien pensó que tendría una oportunidad de mostrar su talento profesional. Según cuenta, Waibe le compró un pasaje de avión y lo pasó a buscar en un auto de lujo para llevarlo hacia su casa.

El denunciante aportó varios detalles de su recuerdo de la casa y el comportamiento de Marley --que no van a ser reproducidos para no revictimizar al denunciante-- en su presentación ante la justicia, para poner en valor la veracidad de su palabra.

"Me sentía sucio, sentía asco. Fue en terapia que tuve que tratar todo esto", explicó el hombre. Además, quiere que Facebook lo ayude a abrir su vieja cuenta para mostrar los chats. También solicita pericias psicológicas y psiquiátricas.

Seguí leyendo: