América Latina y el Caribe es una de las regiones con más desigualdad en el mundo, no sólo por su pasado colonial sino también por su presente: en la actualidad, el 50 por ciento más pobre de la población recibe el 10 por ciento de las riquezas. Mientras el 10 por ciento más rico se lleva el 55 por ciento de las riquezas.

Los Estudios Latinoamericanos propios de nuestra región tienen una profunda tradición que, en diversos momentos y desde una enorme riqueza de propuestas, ha dado cuenta crítica de esta complejidad. No se trata entonces apenas de estudios regionales, sino de apuestas analíticas críticas que emanan de nuestra propia región, que se sustentan en la interdisciplinariedad y trayectorias comprometidas con el cambio social relativo a los problemas, tensiones y contradicciones de nuestras sociedades.

A la necesaria comprensión y caracterización de propuestas de la dependencia económica, el ejercicio de poder de las viejas oligarquías, las instituciones y a la constitución de las múltiples identidades de nuestros pueblos, hay que sumar las propuestas que provienen del estudio de nuevos procesos que impactan en todos los rincones del planeta, como la crisis ambiental y política, así como las luchas de las mujeres por la igualdad y las luchas por la democracia. De todos estos temas habla en diálogo con Las12, Ana Rivoir, socióloga uruguaya, coordinadora académica del Diploma Superior en Estudios Latinoamericanos y Caribeños de Clacso.

¿Cómo conviven los procesos sociales, políticos, económicos y culturales más antiguos con las nuevas problemáticas y fenómenos que creíamos históricamente superados como la aparición del negacionismo de las dictaduras y las críticas a los feminismos?

--Actualmente, América latina está pasando por procesos críticos de carácter contradictorio y convergente. Así tenemos una reinserción en el sistema capitalista global que se ajusta a la nueva dinámica donde los actores hegemónicos se han ido modificando. La concentración de capital en grandes conglomerados multinacionales, la influencia de los grandes capitales del submundo del narcotráfico, la consolidación de potencias como China, hacen que se consoliden algunas determinantes sistémicas dentro de las cuales hacen dificultosos los procesos de cambio profundo. A su vez, lo relativo al cambio climático y todo el desequilibro ecológico que se produce a partir de una forma de explotación nociva del ser humano de su entorno vital, afecta en particular al continente. Esto en un contexto y en interacción con las desigualdades sociales y la violencia en la que viven las personas en América latina, constituye cócteles explosivos que han derivado en distintos tipos de salidas. Por un lado, a pesar del alto nivel de consolidación formal de las democracias, también se ha consolidado su vulnerabilidad y cuestionamiento a su validez. La corrupción, el poder del narcotráfico y la falta de soluciones a los principales problemas de la población derivan en un descreimiento a las salidas democráticas. Así han emergido liderazgos autoritarios y otros directamente cuestionadores del sistema democrático como tal y de derechos de las personas que ya se creían comprendidos e instalados en el siglo XXI.

¿Estos fenómenos son mundiales?

--Parte de estos fenómenos no son específicamente latinoamericanos porque también se han consolidados en otras latitudes. También hay que tener en cuenta que a esta dimensión de la realidad latinoamericana se suman muchas iniciativas, proyectos sociales, organizaciones sociales que construyen, proyectan y practican formas de vida diferentes y alternativas a la dominante. A la vez resisten y combaten las acciones y estrategias neoliberales, de necro política y genocidas en los distintos niveles: local, nacional, regional y global. Por otra parte, existen también diversidad de gobiernos que buscan construir estrategias y acciones de carácter progresista y de izquierdas colocando la vida en el centro, con diversidad de enfoques y visiones. Es clave analizar estas iniciativas para su evaluación pues en estos también se registran, más allá de los relatos, acciones de carácter autoritario y de no respeto de los derechos humanos, de no cuidado socio-ecológico y diversos problemas en las formas de gobierno y gestión que no excluyen la corrupción. Finalmente, el mundo en el que vivimos nos interpela a partir del acelerado desarrollo tecnológico. Nos coloca la pregunta de cuándo y cómo se puede contribuir a mejores condiciones de vida de la población, disminución de las desigualdades, construcción de formas de vida, convivencia y creatividad humana en diálogo, cuidado y amoroso con otros, otras y otres, y con nuestro entorno vital y otras especies.

¿Cómo se entiende hoy la dependencia económica, el ejercicio del poder de las viejas oligarquías?

--Esta es una discusión importante, pues a partir de la reestructuración económica global intensificada en los 80, el proceso de globalización facilitado por el desarrollo tecnológico informacional, todas las estructuras de poder económico y político han experimentado transformaciones. La concentración económica global con el creciente peso del capital financiero internacional y allí también la presencia de la economía oculta (narcotráfico, armamentista, trata de personas, etc.) hacen que las multinacionales conformen actores actuando a nivel global y con ellas la explotación del trabajo o sea de las personas, la expoliación y destrucción ecológica, social y cultural con sus implicancias devastadoras, y su enorme poder de control sobre la realidad por sobre la poblaciones y sus gobiernos. Esto reconfigura las relaciones con las oligarquías tradicionales y los poderes e instituciones a ellas ligados. Y emerge en su conjunto como problemas y dilemas importantes gobiernos progresistas, pues los márgenes para los cambios y transformaciones tienen importantes constricciones.


¿Qué puede aportar a estos nuevos tiempos la academia?

--Pensar, debatir e investigar para construir caminos y mundos diferentes parece algo fundamental en este mundo tan complejo y cambiante en interacción con viejas desigualdades. Este aporte se puede realizar desde la academia, sin dudas. También implica un importante camino de trabajo desde distintas perspectivas y que interpela el tipo de conocimiento que generamos, cómo lo producimos y qué tipo de producción son reconocidas por nuestras instituciones. Así es que implica la confrontación y la puesta a prueba de diferentes perspectivas epistemológicas y metodológicas, producción teórica y empírica. Los cambios en las sociedades contemporáneas no demandan resultados en menor tiempo a la vez que sean aportes fundados en términos científicos que muchas veces no pueden cumplir con las demandas sociales de los mismos y menos con los mediáticos y de redes sociales digitales. Por último, es importante que este trabajo académico sea en diálogo con los demás actores sociales (organizaciones, instituciones políticas, movimientos sociales, etc.) y esto puede experimentarse bajo diversas formas que pueden incluir la coproducción de conocimiento o simplemente la difusión del mismo en la sociedad.