Por su peso artístico y, por qué no, por las lagunas con las que termina de reflejar la época de su creación, Mujeres argentinas es una de las obras conceptuales más importantes de la música local. Hace tiempo que la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto la incorporó a su repertorio en la excelente versión de Pablo Fraguela, que es la que se presentará el viernes 30 a las 20, en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner. Bajo la dirección de Ezequiel Silberstein, la Filiberto contará con Bruja Salguero como cantante invitada y la participación del Ballet Folklórico Nacional. La entrada es gratuita y se pueden gestionar a través de la página web del CCK (https://www.cck.gob.ar/)
Ariel Ramírez y Félix Luna terminaron de componer Mujeres argentinas en 1969. La grabación de ese mismo año, con la voz de Mercedes Sosa y la dirección musical del mismo Ramírez, marcó un hito en la música argentina que por entonces caldeaba su vigor creativo y comercial a través del folklore. Desde entonces, esas canciones retumban en el imaginario corriente y muchas de ellas se han convertido en verdaderos himnos. “Mujeres argentinas es una obra que estremece, desde las historias de estas potentes mujeres que se reflejan hoy en nuestras propias historias”, asegura Bruja salguero al comenzar la charla con Página/12.
Salguero conoce muy bien la obra, que grabó junto a Facundo Ramírez –hijo de Ariel– cuando se cumplieron 50 años de su creación. “Cada canción, cada personaje, se refleja de una manera en cada una de nosotras”, enfatiza la cantante riojana y destaca el modo en que cada historia individual se proyectó en lo colectivo. “Son las historias de las mujeres que están entre dos paisajes, como Dorotea; las de las que tienen pasión maternal por enseñar, en especial las de escuelas rurales, como Rosarito Vera; las de las que aman sin cálculos, de forma visceral, como Guadalupe; las historias de las que intervienen en los momentos importantes, como Manuela Pedraza; las poetas apasionadas que no dejan de decir lo que tienen para decir, como Alfonsina; las aguerridas que defienden lo propio con valentía, como Juana Azurduy”, asegura Salguero.
“Esta obra representa el sonido de la Argentina”, interviene Silberstein. “Estamos ligados al original, con la voz de Mercedes Sosa y el sonido de Ariel Ramírez, pero las canciones trascendieron más allá de la obra misma, nos tocan el corazón y por eso las sentimos familiares, propias”. Más cerca de los teclados del rock progresivo de los ’60 que de las cadencias de la música barroca, el clave de Ariel Ramírez marcó a fuego el sonido de la obra. “Es una obra muy moderna de Ramírez, que emplea texturas hasta ese momento inéditas en el folklore. Ese color que le da el clave a la versión original en este arreglo de Fraguela se trasladadó a la orquesta con total naturalidad y resultados notables. Porque también la Filiberto tiene su propio sonido, con esa mezcla de orquesta clásica, orquesta criolla y orquesta típica. Desde ahí Fraguella supo aprovechar muy bien toda la paleta de colores que ofrece la orquesta”, destaca Silberstein.
También la voz de Mercedes Sosa dejó una marca fuerte en Mujeres argentinas. “Como cantora, abordar cualquiera de las canciones de Ariel Ramírez implica un gran desafío técnico y musical, por la amplitud del rango de las melodías, y la exigencia por momentos de agilidad y en otros momentos de sostener notas largas”, comenta Salguero. “Personalmente, me siento protegida por la versión original de Mercedes Sosa. Ella es nuestra guía, como cantora y como mujer luchadora, y en cada una de sus interpretaciones nos enseña cuánto peso y sentido necesita la palabra y la manera de construir el mensaje que debemos transmitir”, continua la cantante riojana.
“Alfonsina y el mar”, “Dorotea la cautiva”, “Gringa chaqueña”, Juana Azurduy” son algunas de las piezas de un variopinto mosaico de nombres, perfiles y hazañas, que concebido acaso para destacar una suerte de “lado B”, terminó por darles un lugar definitivo a las protagonistas en el “lado A” de la historia argentina. “En cada interpretación me despojo un poco de mi piel para dejar que cada una de las agasajadas en la obra levante su voz, que contagie con ejemplo el impulso de las mujeres de estos tiempos”, asegura Salguero, que a la hora de elegir las canciones que más la representan, no tiene dudas: “Me sacude, me conmueve y me identifico con Rosarito Vera. También con el alma repartida de Dorotea, la historia de liberación de Alfonsina, y la garra y y el coraje de Juana Azurduy”, concluye.
“Ariel Ramírez y Félix Luna lograron esta gema artística que enaltece la música popular y que permite que la temática no pierda vigencia”, asegura Silberstein y concluye: “Cada canción de la obra tiene un sentido y todas se complementan entre sí, aunque no deja de maravillarme la cantidad de versiones que tiene ‘Alfonsina y el mar’ en todo el mundo. Nada es casualidad”.