A pocas horas del ansiado debut del argentino, Franco Colapinto, como piloto de la Fórmula 1, hay algunos memoriosos que recordaron, como contrapartida, la historia fallida de José María (Pechito) López, quien se quedó en las puertas de la competencia más importante del automovilismo. Una estafa, acusaciones cruzadas y un sueño truncado. 

Entre fines de 2009 y principios de 2010, López vivió los días más intensos de su vida deportiva. Para ese entonces, había demostrado con creces su talento y calidad: luego de un paso exitoso por Europa, donde ganó varias carreras y campeonatos, continuó sumando laurales en la Argentina en el TC2000, en el FIA GT, en el Top Race; y la peleó hasta el final por la corona del Turismo Carretera. Un verdadero jugador de todas las pistas. 

Así, "Pechito", con su destacado rendimiento, logró que los ojos del mundo se posaran sobre él y el gran salto a la máxima categoría parecía estar cerca. Para ese entonces, la Federación Internacional del Automóvil decidió permitir el ingreso de nuevos equipos al Mundial y apareció entre las novedades el USF1 Team, una escuadra estadounidense que tenía como cabezas visibles al ingeniero Ken Anderson y al periodista Peter Windsor, quienes mostraron su interés por el argentino. 

La sociedad Windsor - Anderson parecía prometedora, puesto que ambos tenían experiencia en la Fórmula 1. Windsor había sido parte de equipos exitosos como Williams y Ferrari, mientras que Anderson había trabajado con Ligier, Onyx y Lola

Entre noviembre y diciembre de 2009 hubo infinidad de charlas telefónicas entre el equipo yanqui y Pechito, hasta que finalmente se cerró el trato. Fue así que el 22 de enero de 2010, López fue anunciado como uno de los pilotos de la nueva escudería USF1 Team. 

La ilusión y expectativa era tal que, a pocos días del anuncio, el cordobés y el propio Windsor fueron recibidos en la Casa Rosada por la presidenta de ese entonces, Cristina Kirchner.

Además, el entusiasmo se tradujo en una "colecta millonaria". Sucede que, de los ocho millones de dólares que necesitaba López para solventar su ingreso a la Fórmula 1, Windsor y Anderson se llevaron dos millones de Argentina. Ese dinero se juntó a partir del aporte de algunos patrocinadores, la propia familia del piloto, la categoría Top Race y hasta del gobierno argentino.

Hasta ese momento, todo era color de rosas. Sin embargo, el primer "aviso" de que algo no estaba bien, vino de la mano de Bernie Ecclestone, entonces mandamás de la F.1. El británico había declarado en repetidas oportunidades que el USF1 no iba a correr porque no tenía nada armado, algo que contrastaba con lo que mostraba el equipo, que solía distribuir videos en los que se veía a sus ingenieros trabajar en los autos en la sede de Carolina del Norte.

Tan solo un mes después del anuncio con bombos y platillos, la ilusión de los argentinos quedaría totalmente rota, al develarse la gran estafa del USF1: el equipo no tenía recursos para financiar su participación y el auto del que tanto se hablaba era solo un monocasco. La Fórmula 1 había sido estafada, la Federación Internacional del Automóvil había sido estafada y José María López había sido estafado.

“La construcción de ese proyecto fue una etapa muy linda porque se dio en una época en la que a mi me estaba yendo muy bien en la Argentina. En aquel 2009 casi gané los tres campeonatos. Pero me quedó la espina y el mal recuerdo de que se nos vendió una mentira, de que nos hayan tomado el pelo y de haber quedado mal con un montón de gente que se había comprometido en el proyecto”, recordó el piloto argentino, en una entrevista al programa MundoSport.

“Yo siempre digo que si no lo hubiera intentado no me hubiera quedado tranquilo. Ahora puedo decir que se intentó, que se llegó muy lejos y que estuvimos a nada de lograrlo… Muchas veces a nosotros (los argentinos) se nos tilda de que somos desprolijos o desordenados, pero en este caso nos tocó a nosotros que nos tomara el pelo gente de Estados Unidos”, agregó.

Lo más insólito de esta historia es que los responsables continuaron como si nada hubiera pasado: Windsor no solo se mantuvo en el mundo de la F1, sino que se desligó de toda responsabilidad y acusó a su socio Anderson, de haber sido el autor de la gran estafa. Sin embargo, "Pechito" lo desmintió al asegurar que “fue él el que vino y dijo que sí a todo. Incluso se juntó con la presidenta… Y lo hizo sabiendo que esto no se iba a dar”.

Más allá de las acusaciones cruzadas y desmentidas, lo único cierto es que nunca devolvieron la plata que se llevaron de Argentina.