La Policía Bonaerense busca desde hace veinticuatro horas a Luis Fernando Iribarren, apodado en las crónicas policiales como "el carnicero de San Andrés de Giles", quien quebró su permiso de salida transitoria al no regresar a la Unidad Penal de Olmos, tras cursar una materia de la carrera de Derecho en la Universidad Nacional de La Plata. Iribarren cumple condena desde 2002, cuando fue hallado culpable del crimen de sus padres y sus dos hermanos menores en 1986; y el de su tía abuela en 1995.

Iribarren contaba con el permiso de salida transitoria de la Unidad 26 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), ubicada en la localidad de Olmos, por decisión del Juzgado de Ejecución N° 1 del Departamento Judicial de Mercedes. El permiso de "salidad educativa" fue otorgado para cursar de manera presencial sus estudios en la carrera de Derecho de la UNLP, tras cumplir más de dos décadas en prisión.  

Las salidas de Iribarren estaban habilitadas sin custodia policial, por lo que la búsqueda se inció cuando desde la Unidad Penal de Olmos dieron aviso al juzgado y a la Policía Bonaerense de que el recluso no había regresado. Por el momento, la búsqueda no es bajo la categoría de "prófugo" sino de "quebramiento de la salida transitoria"

Iribarren fue condenado en 2022, a sus 37 años, por la Sala III de la Cámara de Apelaciones de Mercedes tras probar que había sido “plenamente consciente” de sus actos y que planeó en detalle los asesinatos de sus padres y sus hermanos en 1986; y el de su tía abuela nueve años después. “Los maté porque les tenía bronca”, había confesado sobre el crimen que cometió a sus 21 años, cuando mató su padre Luis (de 49 años), a su madre Marta Langevin (42), y sus hermanos Marcelo (15) y María Cecilia (9).

Cuando declaró ante el juez de instrucción Eduardo Costía, que investigó el cuádruple crimen, Iribarren contó que en aquella noche de 1986 había discutido con su padre, que había salido de la casa y se había quedado hasta la madrugada pensando. “Maldito el momento en el que entré, ahí vi la carabina --relató--. Entré a la pieza en la que dormían mis padres y mi hermana, y disparé dos o tres tiros." Luego siguió por su hermano menor, que dormía en la misma pieza que él. “Como quedó con los ojos abiertos, me senté en la cama, le cerré los ojos y le dije: ‘Negro, ¿por qué te hice esto si yo te quería’?”, recordó. 

Luego de cometer los crímenes, en plena noche los enterró en una fosa a 40 metros de la casa de campo donde vivían, en el paraje Tuyutí, a 30 kilómetros de la localidad bonaerense de San Andrés de Giles.

Nueve años más tarde, Alcira Iribarren, tía abuela del condenado, también fue asesinada de dos hachazos en la cabeza. “Quería ayudarla a terminar con su sufrimiento y procedí a asfixiarla pero como no pude busqué otra forma –puntualizó–. Recorrí la casa y encontré el hacha (...) y le pegué dos golpes en la cabeza”. La mujer, de 63 años, padecía cáncer y de acuerdo con el condenado “no soportaba más el dolor”.