Hace unas semanas en el Council of the Americas, el presidente Milei volvió a dar el mismo discurso de siempre: que “íbamos a la hiper”, que “es el mayor ajuste de la historia de la humanidad”, que “el mundo habla del milagro argentino”, etcéctera. Ya cansa -y hasta preocupa-, que en todo auditorio se comporte como un disco rayado, un Chucky en modo malo al que le tiran de la cuerda los grandes empresarios del país para festejar sus bravuconadas libertarias. Pero esta vez dijo algo nuevo: “Es falso que no se puede crecer con cepo, es una falacia.” ¡Enhorabuena, Javier!, el austríaco es el último en enterarse.
La frase es cierta. El periodo de mayor desarrollo económico del país desde la segunda posguerra hasta la última dictadura cívico-militar convivió con un prolífico entramado de controles cambiarios. A lo que cabría sumar un régimen arancelario proteccionista, y una elaborada ley de inversiones extranjeras. Por eso la inesperada queja de Sturzenegger contra Juan Carlos Onganía. Pero hay algo que suena hueco en boca de Milei. Su intención es dar por sentado que ahora hay crecimiento. Pero los hechos dicen otra cosa. El EMAE del INDEC cayó 3,9 por ciento en junio respecto a igual mes del año anterior, sostenido por el particular crecimiento de 82,4 por ciento interanual de la Agricultura, que se compara contra la sequía de 2023. En el caso de la Industria Manufacturera la caída fue de 20,4 por ciento, la Construcción se contrajo 23,6 por ciento, y el Comercio disminuyó 18,6 por ciento.
A pesar de esta parálisis en la actividad, las reservas están en los niveles de febrero, con la diferencia que en aquella ocasión se tenía por delante la plétora de la liquidación de la cosecha gruesa. Ahora está en los mismos niveles, pero enfrente se tiene el árido segundo semestre caracterizado por la retracción estacional de las exportaciones. En adición, el gobierno quiere reducir el impuesto PAIS para las importaciones, o sea volver a dejarlo como lo tenía Massa. Ello presionará sobre el sector externo. Otro tiro en el pie fue encimar los plazos de dichos pagos.
Para coronar este cuadro de situación, de acá a fin de año vencen 4600 millones de dóalres y solo en enero otros 4800 millones de dólares. Caputo dijo que no le preocupa que el riesgo país esté clavado en 1.500, que es un indicador “atrasado”, insinuando que el mercado tampoco la ve. Lo que no ve el vicepresidente de Moody’s es que Caputo pueda pagar. La Rioja no pudo honrar los pagos del capital, y ahora tampoco pudo cumplir con el pago de los intereses. Se había endeudado en aquella parranda financiera durante el gobierno de Macri, con Caputo en la barra, previo a la llamada del SAME del FMI. Luego vino de nuevo Caputo y asfixió a las provincias. Postales de la Argentina del 2001, vale la aclaración: la cuasi moneda Chacho no es por Chacho Álvarez, sino por Peñaloza.
El verdadero milagro argentino es que un mitómano que se la pasa haciendo chistes de pedófilos desde la campaña hasta ahora, sea presidente de la Nación.