En su mundo íntimo e intenso, Valeria dialoga con las voces de quienes ya no están. Y recuerda. Con dirección de Alejandro Giles y protagónico de la actriz española Pepa Luna, Valeria y los pájaros, de José Sanchis Sinisterra, llega al Teatro de Parque de España (Sarmiento y el río) hoy a las 20.30 en una única función. “Sinisterra es un autor que atraviesa toda la dramaturgia hispanoparlante, ya he montado varias obras suyas, lo quiero y respeto mucho; es alguien inspirador, y su teatro atraviesa la memoria y las relaciones humanas, que es lo que más me interesa trabajar”, comenta Giles a Rosario/12.

-¿Qué te pasó a vos, internamente, durante la puesta en escena de esta obra?

-Para mí fue un trabajo muy fuerte. Es una obra que Sinisterra me ofreció hace varios años, después de que hice ¡Ay, Carmela!. Pero primero elegí hacer otra, porque ésta me tocaba muy de cerca y no captaba porqué. Ahora me agarró con más experiencia con la obra de Sinisterra, y pude trabajarla en profundidad. Si bien ¡Ay, Carmela! habla muy literalmente sobre la memoria, esta obra ya es de un nivel muy concreto y muy puro sobre el trabajo de la memoria, sobre mantener vivos a aquellos que se fueron, que son parte de nuestra vida. Valeria está en busca de ese amor, de ese hombre que ama y al que no se resigna a perder, y hace todo un trabajo espiritista. Y yo vengo de padres espiritistas, tengo mi infancia atravesada por eso. Lógicamente, por estas cosas de la vida, me formé en un colegio católico y con padres espiritistas (risas). ¡Y eso sumado a un autor que es ateo! Una mezcla tremenda. Yo soy una persona de fe, pero creo mucho en el ser humano, en el amor propio y en el teatro, creo mucho en la fe escénica. Así que tenemos un combo muy interesante. Y a mí me movilizó mucho, porque, por supuesto, al ser chico me daba pudor, sobre todo estando en un sistema católico de amigos y referentes, decir que tenía padres espiritistas. Era impensado. Pero con el tiempo lo fui asimilando, fui creciendo y abriendo mi mente y mi corazón, entendiendo por dónde pasan las prácticas, las religiones y las creencias. Como dice Pirandello, nadie tiene derecho a romper la realidad sobre la que otra persona ha basado o apoyado su vida. Hay que respetar lo que cada uno cree, y el teatro me ayudó también. Y fue maravilloso, porque todos los rituales que viví de chico, ahora los puse en práctica para la dirección. Se suma el hecho de que mis padres habían fallecido cuando estrené la obra, así que fue realmente muy fuerte, y activó aún más mi interés por trabajar sobre la lucha de la memoria, contra el olvido de aquellos que se fueron.

-Hay un detalle que me encanta, la actriz Pepa Luna es música.

-Trabajar con ella fue extraordinario. Éste es un material que a todas las actrices les ha encantado, pero me di cuenta de que la actriz tenía que ser, además de excelente, música, para poder sostener sola, en el escenario y durante una hora y media, un texto tan hondo. Debía ser alguien que tuviera la seguridad de estar en un mundo que podía manejar. Así como una cantante con una orquesta, ella habla y trabaja con las voces, que están grabadas por actores muy queridos: son diez personajes hablando en escena, con los que ella dialoga, con mucha gracia, humor y un nivel de hondura altísimo, dedicado a poder encontrar al hombre que ama y no se resiste a perder.

-Siendo un unipersonal, ¿cómo encontraste la puesta escénica?

-Lo interesante desde la dirección es encontrarme con un material al que no sé qué forma artística le voy a dar. Por eso, me resulta importante entender la estructura del material, entender la obra. Para mí, en la escala ética, en el teatro lo más importante es la obra, más que los actores, más que el director, e incluso más que el autor. Todos estamos al servicio de contar la historia. El autor ya la escribió, o sea que no puede ser él más importante que la historia. Todos tenemos que poder hacer un trabajo personal, para ponernos en el lugar de estar al servicio del material, de la historia. Una vez que eso está, cuando se entiende qué sucede, cuál es la acción y cuáles son los vínculos, se pasa a trabajar en la forma artística. Valeria vive en su apartamento y hace traducciones al esperanto, mientras dice sobre “lo visionario que era mi padre, cuando me dijo que el esperanto iba a ser la lengua del futuro” (risas). Vive gracias a esas traducciones, y hace sesiones de espiritismo para sus clientas o clientes, pero también para ella, porque lo aprendió para ella. Vive en ese apartamento del que sale muy poco y tiene su mundo ahí, donde los espíritus le hablan. Es algo que nos toca a todos muy de cerca, porque todos hemos sufrido por amor y todos hemos necesitado que nos amen.

Valeria y los pájaros cuenta con música de Braian Arévalo, asistencia de dirección de Vanina Rivera, y voces en off de Carlos Romero Franc, Claribel Medina, Fernando Gonet, Marcos Montes, Miguel Jordan, Ana Maria Castel, Emma Rivera, Livian Fernan y Roberto Vallejos. La obra está de gira nacional e internacional, “tuvo funciones en Uruguay, ya hizo temporada en Buenos Aires y sigue por todo el país. Estamos muy contentos así como agradecidos con la Embajada de España, la Consejería Cultural y El Centro Cultural en Buenos Aires y Rosario”, subraya el director.