El mercado argentino cerró agosto con un clima de euforia. Las acciones medidas en dólares subieron por encima del 15 por ciento en el mes y se ubican cada vez más cerca de los picos de 2018, cuando estalló la crisis financiera de las Lebac. Los bonos soberanos en moneda extranjera también acompañaron la racha de subas y algunos títulos ya se ubican en torno del 55 por ciento de paridad.

En la misma medida que suben las acciones y los bonos, el gobierno tiene cada vez más presiones para sostener el nivel de reservas internacionales, no consigue hacer rebotar la actividad en el mercado interno y la inflación no logra despegarse del 4 por ciento. Esta situación dispara una duda simple: ¿el comportamiento de los inversores con los activos bursátiles argentinos es totalmente irracional?

En otras palabras: la pregunta es qué está mirando o qué sabe el mercado que a simple vista no se percibe ni se conoce. Una respuesta podría ser que están adelantándose al ingreso de nuevos dólares para reforzar las arcas del Banco Central, hacer frente a los pagos de deuda externa de los próximos meses y sobre todo tener margen para desarmar los controles cambiarios, unificar los tipos de cambios y lanzar el esquema de competencia de monedas.

La hipótesis lleva a pensar de dónde podría haber conseguido el gobierno nuevos dólares. ¿El Fondo Monetario le anticipó que cerrará un nuevo acuerdo con fondos frescos? ¿Entrarán inversiones productivas en el corto plazo para los sectores tradicionales o nichos innovadores como la inteligencia artificial? ¿Elon Musk estará dispuesto a jugar una ficha en la Argentina como hizo con Twitter?

La posibilidad que alguna de estas opciones se concrete parece realmente baja e implica volver a la misma explicación de siempre sobre el comportamiento de los mercados financieros. El incremento de precio de las acciones y los bonos argentinos es un pésimo indicador para saber si puede llegar o no una crisis. El comportamiento de los inversores es totalmente irracional.

Una forma de verlo es que antes del desarme de las Lebac en 2018 había acciones que operaban a 32 dólares y un año después se las conseguía a precios de remate de 6 dólares o menos. Otra forma de observar la irracionalidad con activos bursátiles es a través de los informes de los bancos de inversión.

En las últimas semanas circuló en el mercado un documento del Bank of America que vale la pena repasar. “Mantenemos nuestra recomendación de sobreponderación en Argentina porque creemos que hay una oportunidad de oro”, aseguró el documento. La entidad alentó a sus clientes para aumentar el porcentaje de activos bursátiles de la Argentina en las carteras de inversión.

Posiblemente algunos inversores tomen con seriedad el análisis del Bank of America e incluso tomen decisiones financieras a partir de esas recomendaciones. Sin embargo, debería recordar que es el mismo Bank of America que hace cuatro años aseguró que la acción de YPF iba directo a la quiebra y cotizaría a menos de 1 dólar. Se trata de una anécdota que vale la pena recordar una y otra vez teniendo en cuenta que la empresa actualmente cotiza a casi 24 dólares.

El punto es que la euforia de los activos argentinos de agosto puede transformarse de golpe en un desplome de precios. Los valores de los activos bursátiles dicen poco y nada sobre lo que puede esperarse para la economía.

La producción, el empleo y sobre todo los ingresos de la población siguen derrumbándose. El desgaste del poder adquisitivo resulta angustiante y siguen los impactos a partir de nuevos aumentos en las tarifas. Una situación que se suma a la falta de dólares estructural de la economía. No es necesario ser un banco de inversión para anticipar cómo terminan estos ciclos de euforia del mercado.